El principe Búho despertó lentamente.
Todo estaba en absoluto silencio, justo lo que necesitaba.
Su cuerpo se sentía mucho más relajado de lo que se había sentido en semanas y pese a un leve dolor de cabeza, se sentía muy a gusto.
Se acomodó para dormir un poco más, cuando sintió que su bata de descanso estaba un poco más ajustada que de costumbre por lo que, con los ojos cerrados aún, busco el cinto para desatarlo.
En lugar de sentir la acolchada y esponjosa tela roja, sus dedos se toparon con una tela suave pero muy poco elástica. Fué subiendo su mano a través de su torso y en vez de tocar sus plumas desnudas, acabó sintiendo más tela y unos cuantos botones.
El desconcierto hizo que abriera sus ojos y se quitara de encima las suaves sábanas; aún estaba usando su traje.
No sabía como había llegado ahí. Lo último que recordaba era que había llevado a Vassago al mundo humano, juntos vieron las Estrellas, se abrazaron, conversaron y el se terminó el licor de frutas.
Hizo un esfuerzo para recordar que había sucedido mientras se giraba y se volvía a arropar, por más que intentó no lo logró.
Se sentó con lentitud sobre la cama y un punzante dolor atravesó su cráneo, había bebido demasiado y era un milagro que no sintiera náuseas.
Miró a su mesita de noche, vio un vaso de agua y un frasco de Aspirinas, supuso que su mayordomo le había dejado aquellas cosas ahí. Tomó el frasco y se tragó tres pastillas de una sóla vez seguido de un sorbo de agua, para cuándo regresó el vaso al mueble fué cuando vió el Reloj despertador indicando que eran las Doce y media.
Mierda.
No había dormido tanto en meses.
Mientras terminaba de recuperar todos los sentidos vió algo sobre su cama que le llamó la atención, se incorporó más y tomó aquella cosa, era una pluma roja.
La observó durante unos segundos y luego enrojeció.
Recordó lo que había sucedido con Vassago horas antes. Las cosas que le había dicho, las cosas que le había hecho... Maldición.
El había intentado besarlo...
Bueno, más bien, pensó que Vassago quería besarlo y por eso se acercó.
Y ni hablar del hecho que se habia terminado por sincerar con el... Le había dicho las cosas que jamás había querido decirle a nadie sobre la tristeza que cargaba en su corazón.
La había cagando.
Buscó a tientas su celular entre su traje y cuando lo encontró directamente lo desbloqueó y entró a la aplicación de mensajería, no se sorprendió al ver mensajes de Vassago.
Tal vez le había escrito para cortar lazos con el... A final de cuentas la noche anterior le había hecho hacer cosas incómodas.
El rostro de Stolas se calentó al recordar el cuerpo del otro principe sobre el suyo, su aroma, sus ojos y el como lo miró...
Tomó aire y sin más leyó los mensajes:"Buenos días."
"Espero que estés bien... Me temo que anoche bebimos un poco más de la cuenta, de lo cual no me arrepiento ni un poco, fué una velada estupenda."
"Anoche dijiste un par de cosas que me preocuparon, me gustaría tener una plática contigo sobre ello estando sobrios, sólo si quieres por supuesto."
"Ten un buen día."Stolas se tranquilizó levemente.
Al menos no le había escrito para insultarlo o para mandarlo a la mierda.
Hasta ese punto, estuvo bien.
Pero entonces llegaba a la parte en la que tenían que hablar.
Durante muchos años, Stolas aprendió a ocultar sus sentimientos lo mejor que podía.
Las pocas veces en que lo había visto, su padre le había dejado en claro que su estatus de príncipe requería que mantuviera su templanza y porte real firmes frente a cualquier otro habitante del infierno:
"-Estos pedazos de mierda que habitan aquí son irrespetuosos por naturaleza, no debes darles más motivos aún para que se burlen o para que vayan a pensar que los príncipes somos como ellos ¿Entiendes? Somos superiores en estatus, poder, dinero y belleza. Tenemos que dejarles en claro que somos concientes de eso y demostrar con nuestra indiferencia que sus faltas de respeto no nos afectan y que a diferencia de ellos, nuestras vidas son perfectas.... Pero si a futuro quieres volver a actuar como una perrita llorona asegúrate de hacerlo cuando estés completamente solo, no debes mostrar debilidad ni siquiera ante los sirvientes que te vieron crecer-"
Justamente como Paimon le había dicho, Stolas intentó mostrar indiferencia ante su propio dolor y soltarlo todo una vez que estuviera en la privacidad de su habitación. Sin embargo con el paso de los años la tarea se le complicó; con la llegada de Stella a su casa el dolor aumentó y su tiempo de privacidad disminuyó, justo después llegó Octavia y con ella una pisca de felicidad a su vida.
Queriendo darle a su hija la imagen paterna que el nunca tuvo, procuró pasar el mayor tiempo posible con ella. Tener un hijo que esta apegando a ti simboliza ya casi no tener privacidad alguna, y la pequeña Octavia se había adaptado muy bien a la descripción. Casi siempre estaba tras sus pasos e incluso requería de la ayuda de sus mayordomos y de Stella para quitársela de encima a la hora de trabajar.
Ya no tenía privacidad alguna.
Los reclamos de Stella comenzaron a ir en aumento y entonces llegó aquel día en que pelearon frente a Octavia por primera vez.... Todo cambio desde aquel momento. Día a día los conflictos aumentaron y por cada vez que había alguna disputa Octavia comenzó a alejarse de el más y más.
Se sintió solo y culpable...
Por eso fue decidió tener un encuentro con Belfegor y pedirle personalmente que le recetara un antidepresivo para ayudarlo a soportar y subsistir.
Las cosas marcharon como siempre, la única diferencia era que gracias a las píldoras de la felicidad todo era un poco más llevadero, hasta que cierto Diablillo decidió reaparecer en su vida escabullendose en su jardín.
Durante todo ese tiempo jamás había hablado sobre su sentir, sobre sus crisis existenciales, ni sobre su dolor.
Vassago y el se habían reencontrado hace muy poco tiempo y aún así, había algo en el que le inspiraba una confianza plena... Tanto así que incluso habló con el sobre su matrimonio y sobre las agresiones de Stella.
¿Sería bueno que hablarán sobre todo?
De todas formas ya le había hecho saber que los rumores sobre su aventura con un plebeyo eran ciertos... Tal vez había mentido un poco al restarle importancia insinuado que todo había sido algo temporal y experimental.
¿Pero que pensaría el príncipe respecto a eso?
Un Goetia enamorado de un simple Imp.
Vassago era un principe respetable que cumplía con todos sus deberes y seguía los protocolos al pie de la letra ¿Que iría a pensar cuando se enterara de que intercambiaba el Grimorio a cambio de sexo?
Su imagen de el quedaría en lo más bajo.
Stolas se frotó la cara con fuerza.
No sabía que hacer, mucho estaba en juego y ni el mismo sabía porque de un momento al otro la compañía de Vassago le resultaba tan fundamental.
Se recostó en su bañera, mientras intentaba aliviar su dolor de cabeza y relajarse con ayuda del agua caliente.
La noche anterior ya había abierto el pico (literalmente) lo suficiente para tener que dar explicaciones ¡Incluso se había atrevido a mencionar el nombre Blitzø!
Si no quería quedar mal, entonces tendría que dar alguna explicación, justo como Vassago se lo pedía.
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Después de secarse el plumaje, se puso una de sus batas rojas y con nerviosismo bajó las escaleras.
Sorpresivamente se topó con su retoña en la cosina, quien estaba sentada en la mesa con sus auriculares puestos, moviendo la cabeza de un lado a otro al ritmo de su música.
De alguna forma u otra, Octavia notó la presencia de su padre y alzó la mirada mientras puso en pausa la canción.
–Buenos días, princesa.–
–Buenas tardes, querrás decir.–Respondió.
–Oh... Es cierto–Comentó un poco nervioso.
–¿Se divirtieron anoche?–Cuestionó poniéndose de pie.
–Ya que lo mencionas, si...–
Stolas observó con temor a su hija, quien le daba la espalda buscando algo en el microondas.
–Espero que esté bien...–Murmuró con timidez girando y dejando frente al príncipe un Sándwich–Es de pan integral...–
El mayor suspiró de alivio al notar que Octavia no estaba enojada.
–Que dulce eres, estrellita.–
La chica volvió a voltear para preparar alguna cosa que el príncipe no alcanzó a ver.
Empezó a comerse de apoco el Sándwich y unos instantes después había frente a el una tasa con una infusión de hierbas caliente.
–Me tomé la libertad de sacarlas del invernadero...–
Stolas agradeció con una sonrisa y finalmente su retoña se sentó frente a el con una taza de café.
Hubo silencio mientras el principe se bebía los primeros tragos de la infusión, la chica lo miraba disimuladamente expectante.
–Sobre lo de anoche: fué una pena que no vinieras, la estetica del restaurante te hubiera gustado.–
–No creo que se la hubieran pasado tan bien conmigo ahí...–Respondió con timidez–¿Se divirtieron entonces?–
–Si, fué una noche muy agradable...–Sonrió con sinceridad.
Octavia parpadeó un poco perpleja.
–Vaya, no había visto esa cara en mucho tiempo...–Suelta sin pensar–¡Oh! Bueno... Quiero decir... Te ves... Relajado...–
Fué el turno del padre para parpadear.
Lo cierto era que había dormido profundamente, el baño de burbujas le había sentado bien y no sabía si era por la Aspirina o por el hecho de que el licor que consumió era de buena calidad, pero no sentía dolor de cabeza, ni náuseas, ni un otro síntoma de resaca...
En efecto, se sentía relajado, a pesar de que sus problemas aún no desaparecían y de que tenía que explicarse con Vassago, se sentía tranquilo.
–Llevaba un tiempo desde que no salía con un amigo...–La chica asintió y volvió a beber de su café–Hiciste un muy buen trabajo con estas hierbas, la infusión está deliciosa.–
–Supuse que necesitarías algo para el dolor de cabeza y las náuseas, pero veo que estás bien.–
–Fue un muy lindo detalle, princesa–El Búho miró a ambos lados–¿En dónde está nuestro asistente?–Preguntó refiriéndose al mayordomo.
–En su habitación, supongo... Lo escuché vomitando hace un rato.–
Stolas soltó una risita.
El no fué el único en tener una noche animada.
–Sabes... Estaba pensando en...–La chica estaba un poco dudosa de hablar.
Stolas terminó de tragar la porción del Sándwich y asintió para que continuara.
–Las flores que te dió tu amigo... El dijo que podías nutrirlas con luz Lunar y pensé que...–
–Entiendo–Respondió–Lo haremos hoy.–
–¿¡De verdad!?–
–Ajá–Asintió–A mi regreso, tengo una... Junta diplomática en unas horas–Mintió–Cuando regrese nutriremos juntos las flores ¿Te parece?–
Octavia asintió de buen ánimo.
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El portal se cerró a sus espaldas.
El principe Búho estaba nervioso, el no era la clase de demonio que llegaba a un lugar sin dar aviso antes, pero necesitaba hacer esa visita para tener paz mental.
Miró la fábrica textil que tenía enfrente, verificando que sea el mismo lugar de las fotografías que tenía en su teléfono, el logotipo fué lo que terminó de convencerlo por completo y un poco vacilante entró al lugar.
Tocó el timbre y esperó por un rato sin tener respuesta. Agudizó sus oídos, y pudo distinguir el sonido de las máquinas adentro, sin duda habían trabajadores ahí.
Tocó el timbre por segunda vez, y nuevamente no tuvo respuesta, esperó un poco a que por lo menos algún empleado le dijera que Vassago no se encontraba ahí.
La tercera es la vencida, dicen por ahí y por ello fué que después de unos minutos decidió tocar una vez más.
Transcurrieron unos instantes y de sopresa escucho un leve sonido de interferencia antes de oir todo un estruendo en el otro lado de la línea.
–¡Mierda! ¿¡Quien carajo es!?–Exclamó una voz furiosa mientras que al fondo se escuchaba todo un escándalo; voces y pasos de demonios desesperados.
–¿H-hola? Soy Stolas, vengo a hacerle una visita a Vassago.–
–¿Un principe? ¡Mierda! ¡L-lo siento mucho! ¡Y-yo! ¡Iré ahora mismo a recibirlo, espere!–
El Búho quedó perplejo ante los cambios de los tonos de voz de quién le había hablado.
Unos minutos después la puerta de la fábrica se abrió y, como de costumbre, Stolas tuvo que bajar la mirada para ver al joven Pecador vestido de traje, que se inclinó respetuosamente.
–¡Su alteza! ¡De verdad siento haberlo tratado así!–
–No hay problema...–El principe entró en las instalaciones y pudo escuchar de mejor manera todo en estruendo que había adentro.
–¡¡Para la jodida máquina!!–
–¡¡Puta madre, pendejo!! ¡Te dijimos que debías usar los guantes!–
–¡Que alguien vaya por ayuda!–
–¡Se arruinaron las telas! ¡Maldición!–
–¿Llegué en un mal momento?–Cuestionó ante los gritos lejanos.
–¡Oh no! ¡Todo está bajo control! Por favor sígame, lo llevare a la oficina del jefe...–
Mientras siguió al joven por el sitio, no pudo evitar pensar en lo hábil que era Vassago para los negocios ¿Cómo era que podía guíar tan bien empresas tan distintas?
Tenía su línea de licores, su fabrica y tienda de ropa, unos cuantos hoteles y ni mencionar sus obligaciones y deberes como principe, y sus trabajos en las cortes.
La fabrica era enorme y pudo ver distintas cosas interesantes ahí; el cuarto en dónde se diseñaban los vestidos y trajes, una habitación llena de maniquíes de distintos tipos de cuerpos, la bodega de telas, una máquina que planchaba y embelleciá las telas, ver ahí a un Diablillo con el brazo vendado lleno de sangre lo descolocó un poco, sin embargo prefirió hacer vista ciega ante eso, después de todo, sus compañeros parecían estar brindándole asistencia.
–No mire eso, majestad–El muchacho suplicó–Estamos por entrar a un sitio más interesante...–Subieron por un ascensor hasta la tercera planta y después de caminar entre otras habitaciones llegaron a un pasillo que estaba elegantemente decorado con aparadores que contenían diversas prendas de vestir y algunos artículos de joyería–Estas son las piezas más elegantes y exitosas que ha tenido la empresa, si le interesa alguna estaremos felices de fabricarle la prenda o accesorio que quiera...–
–Gracias... Todo esto es muy bonito.–
–Y de la mejor calidad–Agregó.
El pasillo culminó en una elegante recepción, el Pecador, que Stolas dedujo que era el secretario, tomó asiento en su escritorio y le señaló un sofá azul.
–Por favor, siéntese, le anunciaré su llegada al príncipe en cuanto se desocupe.–Sonrió con nerviosismo.
El principe Búho acató la petición y se acomodó sobre el mueble. Entrelazó sus manos nerviosamente y paseó la mirada por el lugar; las paredes eran de un pulcro color Beige, el piso estaba decorado por una alfombra de color rojo y cada lámpara estaba decorada con pequeños pedazos de cristal. Miró al secretario que escribía con velocidad en su computadora a la par que empezó a escuchar una voz femenina que provenía desde la oficina de Vassago cuya puerta estaba entreabierta.
Stolas agudizó su oído con curiosidad y entonces alcanzó a entender algo sobre unas telas manchadas, una máquina averiada y algo sobre un Diablillo...
–¿¡Podrías explicarme para que me dedico a invertir tiempo y recursos en crear protocolos y normas de seguridad!?–Stolas quedó paralizado, esa era la voz de Vassago–¡Justamente para evitar esta clase de situaciones! ¿¡De que me sirve tanto esfuerzo, si ustedes se niegan a seguir los protocolos!? ¡Que alguien tome un vehículo de la empresa y lo lleve a un recinto asistencial ahora mismo!–Seguido de eso escucho un par de pasos apresurados–¡Y quiero todo este desastre arreglado para cuando se vallan! ¿¡Entendido!?–
–¡S-si, señor!–
Al instante la gran puerta se abrió de golpe y de ahí salió una Diablilla apresuradamente, dejando la puerta abierta tras de si.
Stolas parpadeó incrédulo. De todas las veces en las que había visto a Vassago jamás lo escuchó alzar ni un poco la voz, ni siquiera para llamar a un sirviente. El era un Demonio con clase que se controlaba y comportaba incluso estando ebrio. Escucharlo enojado era algo... Nuevo, más no desagradable.
A juzgar por lo oído, el principe Búho dedujo que se trataba de un accidente laboral, eso explicaba los gritos, el Diablillo ensangrentado y la actitud inicial del secretario al contestar el timbre.
Y hablando de ese último individuo; el Búho lo miró esperando a que anunciara su llegada, pero el Pecador ni siquiera alzó la vista de la computadora.
Observó la puerta que en ese momento estaba más abierta aún; la indebida necesidad de fisgonear se apoderó de el y aprovechando que nadie le prestaba atención estiró el cuello para mirar.
No pudo distinguir demasiado, pero vió a Vassago en su escritorio luciendo de una manera diferente: las plumas de su cabeza estaban un poco erizadas y despeinadas, no usaba ni sus guantes ni su elegante abrigo rojo, sólo tenia puesta una camisa blanca a medio abrochar y las mangas de la misma estaban dobladas hasta sus codos. No pudo ver su rostro del todo ya que sus gafas reflejaban el brillo de la Tableta que estaba usando, escondiendolos.
Esa era una faceta totalmente nueva, Vassago siempre lucía pulcro y elegante.
No se veía nada mal desarreglado, se veía como el clásico estereotipo de maestro enojado en películas y revistas para adultos, el profesor que le ordena a su alumno quedarse después de clases para “charlar” en privado.
Una sonrisa adornó su cara ante su comparación y entonces se percató de la presencia del Pecador delante del Principe.
–¿S-señor?–
–¿Si?–Preguntó sin levantar la mirada del Tablet.
–El principe Stolas vino a verlo.–
Incluso a la distancia, Stolas alcanza a ver cómo las plumas rojizas del principe se erizan aún más al mismo tiempo que alza la mirada con sorpresa.
–¿Stolas? ¿Está aquí?–
El chico asiente.
–Si quiere que lo despache-
–Por supuesto que no–Interrumpió al secretario–S-sólo...–Vassago se abrochó los botones de la camisa y después alzó la Tableta para usarla como espejo y acomodar sus plumas en su lugar–Dile que entre.–
Stolas se sintió extraño al ver la reacción del otro principe. Nunca vió a nadie ponerse así de nervioso ante la mención de su nombre y mucho menos vió a alguien, además de Octavia, intentar con tanto desespero lucir bien para el.
El nerviosismo se apodera de el otra vez ¿Que va a hacer?
¿Que va decir? “¿Lamento haber intentado besarte anoche?” “¿Lamento haberme puesto así de ebrio?”
¿Cómo siquiera va a mirar a Vassago a la cara después de lo de anoche?
¿Cómo va a justificarse?
–Alteza, el principe lo espera.–Anuncia el Pecador abriendo por completo la puerta para el.
–Gracias.–Dijo mientras entraba.
La oficina de Vassago era todo lo que esperaba, un sitio ordenado y elegante.
El de plumas rojas se puso de pie y rodeó su escritorio para acercarse al Búho y tomar su mano con una sonrisa.
–Stolas, que agradable sorpresa.–Comenta antes de besar con delicadeza la mano.
El nombrado sonrío inicialmente ante el gesto, pero su sonrisa desapareció al notar más de cerca el aspecto cansado del contrario.
–¿Estás seguro de eso? A mí me pareció que llegue en un mal momento...–
–¡Claro que no! Sólo fue un accidente, uno mediano... Espero. Una visita tuya jamás será algo malo... ¿Cómo supiste que estaba aquí?–
–Hablamos por mensajería sobre este lugar una vez... Incluso me dijiste que días trabajabas aquí.–
–Lo recordaste...–Dice con aire soñador.
–Así es...–Contesta Stolas empezando a relajarse otra vez.
–Entonces ¿A que debo el placer?–Preguntó mientras caminaba al escritorio nuevamente.
–Bueno, yo...–Intentó controlar su inquietud–Sólo quería hablar sobre... Lo ocurrido anoche... Las cosas que dije... Yo–
–Stolas, no te sientas presionado...–Comienza a decir mientras se acomoda en su escritorio otra vez–Si no quieres hablar al respecto lo entenderé.–
El Búho negó con la cabeza y se quitó su corona.
–Precisamente por eso es que estoy aquí... Reflexioné y... Creo que necesito... Necesito ser sincero con alguien por una vez...–
Vassago lo miró con una expresión preocupada que transformó en una sonrisa temblorosa poco después.
–¿Y dices que confías en mí para hacerlo?–El de plumaje oscuro asintió–Vaya... Estoy halagado en verdad.–
Stolas jugó nerviosamente con su corona, haciendola rotar entre sus manos, sentía aquella mirada ardiente sobre el, otra vez, pero no tenía el valor para anteponerse ante ella.
–Yo...–Suspiró–Lo siento... No sé por dónde empezar... No he hablado con nadie sobre...–
El principe de la verdad asintió con comprensión y se puso de pie otra vez.
–Entonces ¿Que tal si te sientas?–Sugirió señalando un sofá mucho más elegante que el de la recepción–¿Que te parece esto? Tú siéntate a reflexionar sobre lo que vas a decirme mientras yo termino de hacer un negocio ¿Que tal?–
El de plumaje oscuro no lo meditó demasiado antes de asentir, a final de cuentas; el llegó de imprevisto hasta el trabajo de su amigo y sería descortés interrumpir sus labores.
Mientras tomó asiento observó al otro Goetia abrir un minibar y sacar una elegante botella de ahí. Sirvió el contenido de la misma en dos vasos y le entregó uno a Stolas.
–Una disculpa, no acostumbro a beber alcohol mientras trabajo. Espero que te guste el jugo de frutas.–
–Gracias, no tienes porque disculparte...–
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El silencio que aconteció después le sirvió para reordenar sus propias ideas.
Se planteó bien que cosas iba a decir y el como iba a decirlas, sin embargo no sabía si tendría el valor suficiente como para hacerlo.
El jugo de frutas ya se había terminado enmedio de sus pensamientos y de mirar debes en cuando a Vassago, mismo que continuaba pasando los dedos sobre la Tableta y revisando unos papeles que tenía sobre su escritorio.
En determinado momento, el Goetia de la verdad suspira y le dedica a Stolas una sonrisa de disculpa antes de alzar un teléfono y marcar un número en específico.
–Hola, soy el príncipe Vassago, necesito hablar con su jefe inmediatamente...–
Una vez más, Stolas quedó anonadado al escuchar aquel tono de voz serio.
–Hola, señor. Decidí llamarlo yo mismo porque necesito una respuesta sobre los pedidos retrasados, tanto mi secretario, como mi asistente hicieron las quejas correspondientes y no recibieron respuesta o explicación alguna. Supongo que ahora que estamos hablando de superior a superior obtendré una respuesta...–Hubo un breve momento de silencio mientras el principe golpeó el escritorio con sus dedos–Llevó el suficiente tiempo trabajando con ustedes como para saber que realizan un registro con los pedidos y las facturas, si está en su oficina debe de tener alguna forma de acceder a ellos con rapidez.... Ajá... Es correcto, encargamos esas telas hace más de dos semanas las necesitamos con urgencia y ni siquiera recibimos una notificación argumentando el retraso.–
Vassago rodó los ojos y se frotó la frente con frustración mientras escuchaba lo que sea que el otro ser le estaba diciendo.
–¡Es lo que estoy diciendo! Llevamos días haciendo reclamos y no hemos recibido respuesta... Si, Veinte metros de Golden Silk, Treinta de Seda azul y el lote de telas e hilos que usualmente compro... ¿¡Disculpe!? ¿¡Es una broma!? ¿O es que no escuchó lo que le dije? Llevó esperando por esas malditas telas hace dos semanas y medía, como mínimo quiero mi pedido aquí mañana mismo, o de contrario, me veré obligado a romper nuestro trato y aceptar la propuesta del negocio de su hermano.–
Stolas pudo alcanzar a oír lloriqueos al otro lado de la línea. Sus ojos se abrieron con sorpresa al ver aquella faceta una vez más... Ver a un demonio capas de desprender elegancia sólo con caminar tan enojado era fascinante y un poco inquietante, ya estaba empezando a reconsiderar su decisión de contarle todo.
–Eso espero, y ya que estamos hablando de las deficiencias de su empresa, déjeme decirle que el hecho de no tomar en cuenta las quejas de mis empleados me párese algo muy descortés y desagradable.–Volvio a colocar el teléfono en su pedestal con algo de fuerza para luego beberse el vaso de jugo de un sorbo.
Stolas pensó en que tal vez debía decir algo, pero justo en ese momento golpearon la puerta y después de recibir una respuesta afirmativa entraron un grupo de Demonios, todos aparentemente habían ido por motivos distintos a la oficina. El Búho observó con compasión al otro principe que suspiró y tomó el cuello de su camisa para abanicarse un poco antes de darle una mirada de disculpa.
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–Exelente trabajo, muy bonitos diseños...–Le dijo a una Diablilla mientras le devolvía su Block de dibujos–Hay que reservar ese último diseño para la siguiente línea.–
–¡¿De verdad?!–Preguntó incrédula.
–Creo que tiene el potencial para ser la siguiente pieza maestra.–
La Diablilla dió un saltito de la emoción y luego se tranquilizó a sí misma.
–M-me gustaría... Me gustaría encontrar a un modelo adecuado para la pieza.–
–Todo a su tiempo. De momento hay que sentarse en la línea actual... Las telas estarán aquí mañana.–
La chica asintió e hizo una reverencia antes de retirarse con una sonrisa en el rostro.
Vassago bostezó por enesima vez y recibió de su secretario una de las dos tazas de café que portaba en una bandeja de aluminio.
–Hice la inspección que me pidió.–
–¿Y bien?–
–No hubieron daños mayores, la máquina está limpia y en perfecto estado. Pero me temo que se ensució el telar que se estaba embelleciendo en ese momento.–
–¿Cuánto de la tela se trabajó?–
–Yo diría que un ochenta porciento.–
El príncipe casi se atragantó con el café al oír eso.
–Es demaciado para descartar, agenda una hora en la tintorería a primera hora.–
–Si, señor.–Dijo el Pecador mientras le entregaba a Stolas la otra taza de café.
Con una reverencia el chico estubo a punto de salir de la oficina, pero el de plumaje rojo lo detuvo.
–¿Has tenido noticias del pequeño accidentado?–
–Si, parece ser que se rompió varios huesos de la mano, aún están constatando las heridas.–
–Procura darme su diagnóstico cuando lo tengan.–
–Entendido, señor.–
Vassago suspiró ruidosamente antes de frotarse las sienes con estrés.
–Eso fué... Estoy sin palabras...–Comentó el Búho con timidez después de un momento de silencio.
–Me disculpo por actuar de modo iracundo.–Dijo comenzando a ordenar su escritorio.
–¿Ah? No. Me sorprende que puedas manejar tal nivel de estrés, yo ya habría salido corriendo.–Bromeó
Vassago suspiró otra vez.
–¿Que puedo decir? Así ha a sido mi vida desde hace muchos años, además...–Se estiró asiendo crujir su espalda–Sólo fué un mal día, no siempre pasan tantas cosas malas al mismo tiempo.–
–Ya veo...–
Vassago terminó de ordenar su escritorio metiendo el Tablet en un elegante portafolio junto con otros documentos y finalmente se puso de pie, tomando su taza de café, y se acomodó al lado del Búho en el sofá.
–Te ves cansado...–
El principe de plumaje rojo soltó una risita.
–Me temo que nuestro desvelo de ayer sólo me permitió dormir dos horas... Pero vale la pena por completo.–Bebio un sorbo de café.
Stolas sonrió y miró al ventanal de la oficina, el cielo ya estaba empezando a oscurecerse, se compadeció todavía más al pensar en que su amigo llevaba todo el día ahí encerrado.
Stolas ya tenía todas sus ideas claras, sabía que cosas iba a decir y cómo iba a decirlas pero presa del nerviosismo no pudo ni siquiera empezar.
El secretario de la empresa entro unos minutos después con su abrigo puesto, listo para irse a casa. Anunció que la hora en la tintorería ya estaba reservada y que había enviado el diagnóstico del Diablillo accidentado a su correo electrónico.
Se despidió respetuosamente de ambos y se fue junto con los demás trabajadores del lugar.
Vassago se terminó su café en silencio y una vez que dejó la taza en una mesita de centro hizo sonar los huesos de su cuello, quejándose del dolor en el proceso.
–Necesitas relajarte.–
–Lo sé ¡Pero mis vacaciones me aguardan!... La próxima semana...–Dijo lo último un poco cabizbajo.
Stolas acercó sus manos a la camisa del otro principe y desabrochó los primeros botones, dejándola como estaba antes de que el llegara.
–Podrías empezar por relajarte un poco ahora–Sonrió–No tienes porque preocuparte tanto por tu apariencia cuando estés conmigo.–
El Goetia de la verdad se sonrojó y tragó en seco, ver a Stolas desabotonando su camisa y sonriéndole le aceleró el corazón.
–Nos emborrachamos juntos anoche, cruzando esa linea no creo que haya demasiado que ocultar–Bromeó el Búho.
–Estas en lo cierto, sin embargo me gustaría recalcar que tú estabas más ebrio–Correspondió a la broma y ambos rieron un poco–¿Te sientes bien? ¿No tienes dolor de cabeza o algo?–
–Estoy bien... ¿Que tal tú?–
–Me duele la cabeza, pero ciertamente no es fruto de la resaca...–Vassago se recostó más cómodamente en el sofá y cerró los ojos por unos segundos, disfrutando de la superficie blanda.
Stolas sonrió con ternura al verlo y se terminó de beber su café en medio del cómodo silencio.
–Entonces... ¿Aún quieres hablar?–
–Si–Vassago abrió los ojos y lo miró expectante–Veras...–Las palabras se atoraron en su garganta una vez más.
Justo como lo esperó, los nervios no lo dejaron hablar. Desvío la mirada y frotó sus manos sobre su regazo con algo de frustración.
Los pensamientos empezaron a bombardear su cabeza con velocidad, recapitulando cada suceso negativo en su vida del que pretendía hablar.
No sabía por cual empezar, no sabía como empezar.
Sintió al otro príncipe enderezandose y luego una mano posándose delicadamente en su hombro.
–¿Recuerdas la cena en tu casa?–Stolas asintió–¿Te acuerdas de que iba a hacerte una pregunta antes de que la Princesa llegara?–
–Si, lo recuerdo...–
–No quise hacerte esa pregunta ayer porque lucias genuinamente feliz y no quería arruinar el momento, pero ya es tiempo de hacerla... Stolas ¿Estás bien?–
–Claro que-Fué interrumpido.
–No estoy preguntandolo de ese modo...–El principe de la verdad tomó una de las manos de Stolas para darle confianza–No me refiero a si estás cómodo o a si tienes resaca...–Tocó suavemente el mentón del Búho para hacer que lo mirara–Me refiero a si realmente estás bien, a si estás a gusto con tu vida...–
–Tengo cosas buenas en mi vida: tengo a mi hija, tengo estatus, acceso al conocimiento que siempre quise y...–Stolas guardó silencio ante la mirada de reproche que Vassago le dió y suspiró.
–Se que lo he repetido muchas veces, pero debido a la naturaleza de mis dones puedo notar con más facilidad cuando los demás están mintiendo o fingiendo y en nuestros pequeños encuentros y charlas he notado en tí cierta inquietud...–
–Soy terrible...–Soltó de la nada con voz temblorosa–Soy terrible en casi todo...–El Goetia de plumas rojas lo observó con una mirada triste–Es sólo que... No sé en qué momento mi vida se fue al carajo... Me sentía tan solo e... Infeliz... Y-y–Suspiró empezando a temblar–Ridiculizado que... Empeze a tomar malas decisiones y...–Desvío la mirada–¡Mierda! Incluso ahora me siento tan patético...–Cerró los ojos con fuerza y se abrazó a si mismo con fuerza.
Se sentía incapaz de tan siquiera mirar al otro principe, nunca antes se había planteado hablar sobre cosas tan profundas con alguien más.
Empezó a temblar, hasta que sintió unas manos cálidas sobre sus hombros brindándole caricias leves.
–Esta bien, Stolas. Estamos aquí para hablar... Di lo que quieras y expresate como quieras, prometo que no te juzgare.–
Poco a poco el Búho se empezó a tranquilizar y no se dió cuenta de en que momento fué guiado para que acabara acostado en el sofá con la cabeza apoyada sobre un cojín que yacía en el regazo de Vassago.
–¿Estas cómodo así?–
–Si...–
–Perfecto... Continúa cuando quieras.–
El príncipe de plumaje rojo asumió su postura relajada otra vez, recostandose contra el respaldo del sofá y extendiendo los brazos sobre el mismo.
–En la fiesta de Stella–Empezó a hablar después de unos momentos–Me reencontré con mi amigo de mi infancia... Un Imp.–
–Recuerdo que me hablaste de un payasito cuando éramos niños...–
Stolas asintió y se acomodó sobre uno de sus costados, dándole la espalda al otro principe.
–Su nombre es Blitzø...–
Vassago se esforzó para no demostrar su sobresalto cuando todo en su cabeza hizo click; ese era el mismo Diablillo que Stolas había nombrado la noche anterior, entendió entonces porque aquel nombre se le habia hecho familiar.
–Lo descubrieron intentando entrar a mi casa...–Continuó su relato–Queria robarse mi Grimorio.–
El príncipe de plumas rojas frunció el ceño al oír aquello, eso era un crimen terrible.
–Lo reconocí apenas lo ví y no tuve corazón para castigarlo, lo lleve a mi habitación y quise retomar nuestra amistad, pero el no tenía la misma intención...–
Stolas tomó aire y hubo un momento de silencio en dónde Vassago esperó con las plumas erizadas por la continuación de la historia, estaba inquieto por lo que se avecinaba.
–El... Hizo cosas que nadie nunca me había hecho... Me hizo sentir como nunca me había sentido y... Dijo cosas que nunca había escuchado... Me dió lo que quería, lo que ni yo sabía que quería...–
Las lágrimas comenzaron a fluir poco a poco mientras más hablaba.
Entonces Stolas se permitió ser sincero por primera vez; le contó toda su historia de desamor de principio a fin, incluyendo el detalle del trato por el libro y de lo roto que llevaba sintiéndose desde hace tanto tiempo, de su incertidumbre e indecisión y de que aún después de todo no podía evitar seguir queriendo al Diablillo.
Vassago, por su parte, guardó silencio mientras escuchaba.
Se inquietó al escuchar sobre el trato. Los Grimoios contenían hechizos y poderes muy peligrosos y complejos, mucho más que simplemente viajar al mundo humano, la responsabilidad de los príncipes era proteger y aprender de los Grimoios. Bajo ni una circunstancia debían permitir que los libros cayeran en las manos equivocadas ni interferir en el mundo humano a menos que sus deberes lo requirieran.
Lo que había hecho Stolas era una falta grabe, una falta y una gran irresponsabilidad...
¿Cómo era posible que el Búho fuera capaz de entregar su cuerpo a un simple plebeyo?
Era indignante y, fruto de una rabia desconocida, quiso reprenderlo...
Pero esa idea se extinguió en cuanto vió a Stolas acurrucarse y lo escuchó llorar.
El enojo aumento en cuanto escuchó que aquel Imp sabía que la vida de Stolas peligraba y ni siquiera le advirtió al respecto o había hecho algo para rescatarlo.
Y se indignó en cuando escuchó sobre todos los ex que había tenido y sobre el hecho de que Stolas se sentía como uno más del montón.
¡Stolas era un principe!
¡No podía sentirse a la altura de los demás!
¿¡Quien se creía que era ese Diablillo para hacer sentir a Stolas así!?
Tuvo que apagar su mente para poder dejar sus emociones de lado y sentarse en las del Búho...
Los sentimientos del pobre príncipe eran reales y pese a que no entendía porque alguien tan maravilloso como Stolas se había acoplado tanto a un simple Diablillo, no pudo evitar el contagiarse de su tristeza.
–Nunca pensé que fuera a importarle tan poco... Puedo entender que no sienta lo mismo pero ¿Dejarme morir?...–
Vassago volvió a incorporarse poco a poco y cuidadosamente dirigió una de sus manos a la cabeza de Stolas para empezar a acariciar sus plumas a modo de consuelo.
Los sollozos aumentaban y disminuían cada que el de plumaje oscuro hablaba.
–Las señales eran tan claras ¡No le importo! ¡Nunca le importe! Piensa lo peor de mí y no puedo entender porque... Y lo más terrible es que me siento tan vacío sin el en mi vida, aún después de todo lo que me dijo...–
El llanto de Stolas se intensificó. Ni siquiera el entendía de dónde venían tantas lágrimas, aún después de haber llorado tanto.
Tal vez era porque nunca antes había hablado con nadie sobre eso, porque al fin estaba liberandose de todas las frustraciones de su vida.
Tal vez era porque nunca antes había llorado lo suficiente.
Tal vez era porque no estaba tomándose sus píldoras de la felicidad.
O tal vez simplemente, era por vergüenza, por lo patético que sonaba ante alguien tan digno como Vassago.
–Esta bien, Stolas... Déjalo salir todo...–Soltó el otro príncipe para su tranquilidad.
Y haci como empezó, el llanto poco a poco cesó y el Búho se dejó llevar por las caricias gentiles en su cabeza. Las manos de Vassago eran suaves y parecía saber exactamente cuánta presión aplicar para que las caricias se sintieran reconfortantes.
–¿Te sientes un poco mejor?–Preguntó Vassago después de unos minutos de silencio.
–Creo que sí...–Respondió el búho.
–¿Sabes? Se me acaba de ocurrir una idea un poco alocada... Dime, Stolas ¿Te diviertes cuando estás conmigo? ¿Encuentras alivio en mi compañía?–
El principe Búho tomó la mano que estaba sobre su cabeza y entrelazó los dedos con ella.
Era la primera vez en años en que Stolas entrelazaba su mano con la de alguien más sin ser rechazado.
–Si... Me gusta estar contigo.–Dijo con timidez.
–Me dijiste que la princesa Octavia estará con su madre la próxima semana ¿Verdad?–
–Te lo dije por mensajeria...–
–Entonces ¿Que tal si me acompañas en mis vacaciones?–Soltó la propuesta de una vez.
Stolas parpadeó y aún sabiendo que su cara debía estar arruinada por el llanto se incorporó para mirar a Vassago a los ojos.
–¿Que?–
–Que vengas conmigo a mi casa de campo. Es el lugar perfecto para que podamos relajarnos y olvidarnos de todo...–Vassago tomó las manos ajenas entre las suyas–No voy a mentir, estoy preocupado por tí y creo que necesitas un descanso de todo, quiero ayudarte y creo que esta es una buena manera.. ¿Que dices?–
...
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Los Búhos si se enamoran dos veces. (Vassago x Stolas)
RomanceFavor de entrar a leer sólo los interesados en el Ship y de leer el capítulo de las aclaraciónes.