Capitulo.7

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En el umbral de la puerta, Alastor se detuvo, embelesado por la visión del chico rubio, que exploraba las esculturas con la misma curiosidad que él. La luz del sol se reflejaba en el cabello dorado del joven, creando un halo de pureza y belleza que dejó a Alastor sin aliento.

Con una sonrisa tímida, Alastor se acercó al rubio, sintiendo que el silencio entre ellos se volvía cómodo, como un abrazo suave. El rubio, ajeno a la presencia de Alastor, continuó admirando las esculturas, hasta que la voz suave del castaño lo sacó de su ensimismamiento.

—Esas esculturas las hice yo—, dijo Alastor, su voz llena de emoción,       —pero ninguna se compara a la belleza que tienes tú—. Las palabras flotaron en el aire, como pétalos de rosa, y el rubio las recibió con una sonrisa que iluminó su rostro.

En ese momento, el tiempo se detuvo, y solo existieron ellos dos, sumidos en una conexión profunda y silenciosa. El rubio no dijo nada, pero su mirada habló por él, transmitiendo una sensación de conexión y entendimiento que trascendió las palabras. Y Alastor, con el corazón lleno de emoción, supo que había encontrado algo especial en ese joven de cabellos dorados.

El castaño sonrió con un brillo en sus ojos, y con un chasquido de sus dedos, la vieja radio cobró vida, desprendiendo una melodía suave que llenó el aire de magia. El rubio se sorprendió, y su rostro se iluminó con una sonrisa de felicidad, acercándose al objeto que emitía aquella música como si estuviera bajo un hechizo.

Alastor, divertido, negó con la cabeza y se acercó al rubio con la elegancia de un caballero, pidiendo su mano con una galantería que hacía palpitar el corazón. "—¿Me permites esta pieza, mi angelito—?", preguntó, su voz suave como la seda.

El rubio, sonrojado, aceptó con una sonrisa, y Alastor tomó su mano, guiándolo con suavidad hacia el ritmo de la música. Juntos, comenzaron a bailar un vals, con Alastor sosteniendo al rubio por la cintura, mientras el otro posaba sus manos delicadas en el cuello del castaño.

La melodía de la radio se convirtió en el latido de sus corazones, que batían al unísono, como si estuvieran destinados a estar juntos. El rubio, que no sabía bailar, se dejó guiar por Alastor, que con suavidad y paciencia, le enseñaba los pasos, mientras sus manos se entrelazaban en una danza de amor y conexión.

En ese momento, el tiempo se detuvo, y solo existieron ellos dos, sumidos en la magia de la música, el baile y el amor que florecía entre ellos. La vieja radio, testigo de su encuentro, continuó emitiendo su melodía hermosa, como si bendijera su unión.

Alastor y el rubio continuaron bailando, envueltos en un mágico momento lleno de emoción donde   ocasionalmente el chico se enredaba con sus pies, haciendo que pisara los zapatos de Alastor. Pero en lugar de molestarse, Alastor sonreía con ternura, notando los nervios del rubio y el color carmín que teñía sus mejillas sonrojadas.

La música de la radio los envolvía, creando un ambiente de ensueño, donde todo parecía posible. Y cuando finalmente la melodía se terminó, ambos se miraron perdidos en sus ojos, como si estuvieran buscando algo más allá de las palabras.

Alastor sintió una oleada de emociones que lo abrumaban, y sin darse cuenta, atrajo al rubio en un abrazo apasionado, susurrando al oído del joven lo mucho que lo había extrañado, y que después de tantos años, finalmente lo volvía a ver de nuevo. —No sabes cómo te extrañe..varias noche soñaba volver a verte—, le dijo, su voz temblando de emoción, —se siente tan irreal este momento que me da miedo despertar solo otra vez --.

Mientras hablaba, el castaño dejó caer unas cuantas lágrimas en el hombro del rubio, en un silencio donde solo se escuchaban sus respiraciones entrelazadas. El rubio, sorprendido por la intensidad del abrazo, se dejó envolver por los brazos de Alastor, sintiendo una conexión profunda que trascendía las palabras.

En ese momento, todo parecía posible, y el destino parecía haberlos reunido de nuevo, después de tanto tiempo. La música había cesado, pero el ritmo de sus corazones seguía latiendo al unísono, como si estuvieran destinados a estar juntos eternamente..






El rubio con duda susurró el nombre del castaño, —Alastor—, con una duda en su voz que delataba las palabras . Alastor, sorprendido por escuchar su nombre en labios del rubio, deshizo el abrazo para mirarlo con una mezcla de emoción y asombro, preguntando con voz temblorosa, —Dijiste mi nombre..—.

El rubio sonrió, y con una gran emoción, volvió a decir —Alastor!—, como si el nombre hubiera sido la mejor palabra de sus labios . Alastor, emocionado, rió con una alegría que parecía contener años de anhelo, y tomó al rubio de la cintura, alzándolo fácilmente en el aire mientras daba una vuelta felizmente con él.

Ambos rieron con emoción, como si estuvieran compartiendo un secreto que solo ellos conocían. La habitación parecía girar a su alrededor, y el tiempo se detuvo de nuevo, dejando solo el momento presente, lleno de alegría y conexión.

Finalmente, Alastor bajó al rubio al suelo, y con una sonrisa que iluminaba su rostro, dijo, —Me has recordado! —. Era como si el rubio hubiera desbloqueado una puerta en su corazón, permitiéndole acceder a recuerdos y emociones que habían estado escondidos durante tanto tiempo.

En ese momento, Alastor supo que nada sería igual de nuevo. El rubio parecía que había recordado su nombre, y con él, una parte de su pasado y su conexión con él. La emoción que llenaba su pecho era abrumadora, y solo podía expresarla con una sonrisa que parecía iluminar el mundo.

O eso creyó Alastor cuando se dio cuenta que el rubio solo repetía su nombre pero sin recordarlo realmente..

Era como una persona idéntica a su amado pero a la vez había algo diferente  en aquel rubio

Tenía que recuperar los recuerdos de su amado Samael. Todo volvería a ser igual como antes? ..










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Cuál será el error de Alastor?

Amor Eterno· RADIOAPLE★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora