Pasaron toda la noche descubriendo los rincones de sus cuerpos, como animales en libertad que por fin encuentran una razón a su existencia. Fina apenas tuvo que enseñar nada a Marta, ella sola se supo desenvolver con una soltura que dejó exhausta de placer a su amante.
Fue Marta quien primero despertó, los primeros rayos de sol cubrían el cuerpo desnudo de Fina y no pudo evitar sonreír ante las vistas. Todavía no podía creer que la mujer más bella del mundo fuera suya. Le acarició el cabello, adorando la cara que le había hecho reencontrarse con la vida, y se acordó de algo que había traído consigo.
Con sigilo, se levantó de la cama y sacó la cámara de fotos que había guardado en secreto. Se acercó un poquito a ella y se colocó de tal forma que los rayos de luz trazaban pinceladas doradas en la silueta perfecta de la joven. Deseaba conservar el recuerdo de la mejor noche de su vida protagonizada por el amor de su vida. Justo cuando sonó el clic de la cámara Fina hizo un ruido que atrapó con ternura a la empresaria.
—Buenos días, mi amor —saludó con un susurro a Fina mientras dejaba la cámara en la mesita.
—Hmmm... ¿Qué hora es? —dijo con un tono que costaba entender mientras hacía el esfuerzo de abrir los ojos.
—Tranquila, todavía tenemos tiempo hasta que tengamos que volver —dijo en voz baja acariciándole de nuevo, esta vez los brazos.
—¿Cuánto tiempo llevas despierta? —quiso saber.
—El suficiente como para estar convencida de que eres la mujer más espectacular que he conocido nunca —sonrió mientras lo decía.
—¿Ah, sí? —empezó a despertarse Fina.
—Sí... Y con un cuerpo fascinante...
—Marta... Como sigas así te voy a prohibir que volvamos a Toledo —abrió los ojos por fin aguantándose la risa.
—¿Qué quieres que le haga si vivo por y para ti y tu sonrisa es el aire que quiero respirar? —dijo antes de besarla.
—Te amo, Marta, te amo como nunca amaré a nadie —dulcificó el gesto y le devolvió el beso con ternura—. Por cierto, ese collar que llevas... No te lo has quitado ni siquiera para dormir, debe de ser muy especial para ti.
—Era un collar de mi madre, lo llevo en los momentos en los que más fuerza necesito o en los que más felicidad siento —le dijo sonriendo.
—Es precioso, como tú.
Se dedicaron un largo instante a mirarse y decirse las palabras más bellas que su corazón les dictaba. Sin embargo, la hora de marcharse llegó y se vieron obligadas a volver a la realidad, donde una debía ejercer como jefa y otra, como empleada.
Al llegar a Toledo decidieron separarse, Marta fue a la casa de los de la Reina y Fina, a cambiarse para empezar su turno de trabajo. El día se les haría largo, pero contaban con recuerdos que perfectamente les harían más ameno el día.
—Fina, ven un momentín conmigo, anda —le dijo Carmen con un halo de misterio del que Claudia ni siquiera fue consciente.
La siguió hasta el almacén y, una vez allí, su amiga cerró las puertas. Le comenzaba a preocupar aquella situación.
—Serafina Valero, te voy a preguntar una cosa y quiero que me seas totalmente sincera —le advirtió con voz firme Carmen.
—Emm, claro, sí, pero me estás asustando, Carmen —contestó Fina.
—¿Qué te traes con doña Marta?
—¿Cómo?
—Lo que oyes, os he visto en su coche esta mañana.
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La luna de mis ojos
RomanceLa historia de Marta y Fina contada como nos habría gustado, sin tanto drama y con escenas que conecten más lo que sienten las dos, incluso antes de saberlo. Los diálogos serán diferentes, pero la esencia de la historia será la misma que en la serie...