CAPÍTULO 2

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Probablemente se había quedado dormido sin darse cuenta, cuando los primeros rayos del sol tocaron su rostro, sus ojos se abrieron con suavidad, se puso en pie para así ir rápidamente a su casa, al llegar se asió como debía y cuando estuvo listo se disponía a ponerse la armadura pero una voz lo interrumpió. Esa sombra a su espalda era clara de quien se trataba.

— Cid. – le llamó. – buenos días, veo que estás bien, vine anoche a verte para darte información.

— Gran patriarca. – hizo una reverencia. – discúlpeme por dejar mi lugar, no volverá a pasar.

— No te disculpes, está bien. – hablo. – debes emprender un viaje para realizar una misión. – le entrego un pergamino.– El caballero de cáncer irá contigo.

Asintió a sus palabras y tras la retirada del patriarca, El Cid se preparó debidamente, tomo su pandora box para ponerla en su espalda y salió a la entrada de su casa, alzando la vista antes de partir noto algo clavado a la pared, enfocó su vista un poco más y cuando iba a saltar para alcanzar el objeto fue detenido otra vez, por la voz de su compañero de viaje.

— Hola, Cid. – le saludo Manigoldo con su peculiar sonrisa. – No bajabas así que creo que tendría que arrastrarte abajo.

— Para nada. – hablo con tranquilidad. – Vamos...

— Oye... – le llamó para luego señalar arriba.– creo que deberías de reclamarle a sagitario.

Fue hasta entonces que su vista se dirigió nuevamente a donde estaba la de cáncer ahora, entonces diviso el objeto, era un flecha, igual a la del árbol, fue con ayuda de Manigoldo que logro tomarla y la observo, creyendo en que era nuevamente otra flecha de entrenamiento.

— Esos niños, deberían de alejarlos un poco o simplemente no darle un arco. – se rió.

El Cid negó con la cabeza y miró a su compañero, para después dejar la flecha, camino unos cuantos pasos y volteó a ver su casa, tendría que pedir que sellaran ese daño.

— Andando...

En las alturas otra flecha fue arrojada, no para clavarse en algún lado en eso específico, sino para caer y hacerle compañía a la que Cid y Manigoldo momentos antes habían sacado de la pared de capricornio.
Manigoldo y El Cid se infiltraron en un templo enemigo, buscando un artefacto poderoso. El ambiente es oscuro y tenso.

— El Cid.– susurro con suavidad. – ¿sientes esa presencia? Algo no anda bien aquí.

— • • • – Con la mirada fija en la oscuridad. – Lo siento. Es como si las paredes mismas nos observaran.

—  Mantente alerta. No sabemos qué tipo de trampas nos esperan. – se cruzó de brazos mientras fruncía un poco el rostro.

–  Puedes contar con ello...

De repente, se activa una alarma. Las paredes se iluminan con antorchas y aparecen varios soldados enemigos, que por cierto eran bastantes feos y desagradables a la vista.

— ¡ Deténganlos !

—  ¡ Es hora de mostrarles el verdadero poder de los Caballeros Dorados de Athena !

Se inicia una intensa batalla. Manigoldo y El Cid luchan con agilidad y fuerza, derrotando a varios enemigos. Sin embargo, la cantidad de adversarios los supera.

— Manigoldo, no podemos seguir así. Necesitamos encontrar una salida.

— La sé. – Mirando a su alrededor. –  ¡Ahí! ¡ Esa puerta debe llevarnos a la cámara principal !

Ambos corren hacia la puerta, pero son interceptados por el líder enemigo, un poderoso guerrero con una armadura negra.

— ¡ Ninguno escapará!

Amado Capricornio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora