CAPÍTULO 3

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La tensión se sentía en el aire y al siguiente momento El Gran Templo del Santuario de sumió en un profundo e incómodo silencio, nadie podía creer lo que estaba ante sus ojos, tomando la otra las coloco sobre sus propias mejillas y sonrió, aunque ciertamente no era una sonrisa maliciosa.

— ¡ Cid aléjate de él ! – llamo Manigoldo.

El Cid retrocede, sintiendo una mezcla de asco y repulsión.

— Por favor no, no te alejes. – intentó nuevamente posar sus manos sobre las ajenas

— ¡ No te dejes engañar, El Cid ! ¡ Ese es un ser oscuro, una creación del Inframundo seguramente !

El extraño Sísifo ignorando a Manigoldo, nuevamente aviento distancia entre ellos y le miró con calma, sus ojos mostraban un raro brillo en ellos, que hacía sentir a Cid de una extraña manera.

— Hermoso... – hablo con suavidad. – tan hermoso, serio y elegante como siempre.

El caballero de capricornio apartando la mirada nuevamente se puso en guardia, su rostro endurecido y un tono de voz frío alzo un poco la voz.

— ¡ Cállate ! ¡ Tú no eres... ! ¡ Eres una abominación salida de la oscuridad ! – porque creía firmemente que era así.

— ¿ Qué ? – le miro con tristeza y un tono de voz dolida. – ¿ Abominación ? Pero yo solo te amo, mi amor. Quiero estar contigo, no perderte otra vez... Por favor no digas esas cosas.

Justo cuando nuevamente iba a tocar su rostro, una golpe vino de un extremo, provocando que se distanciará de El Cid, la mirada del hombre vestido con la Sapuri de lleno de rabia y sus ojos apuntaron a ver a él causante del golpe, encontrando a Sísifo, fue entonces cuando se acercó y en menos de un parpadeo comenzó a atacarlo, cada golpe era recibido y devuelto por su contra parte dorada, quien parecía firme en lo que hacía, ambos Sísifo estaban en medio de aquella sangrienta batalla hasta que la versión dorada hablo.

— Tú... ¿Quién eres y que haces aquí? – hablo mientras conectaba su puño contra la cara de su doble.

— ¿Yo? Creo que es obvio, mi nombre es Sisyphus de Sagitario.

Misma apariencia, poder, pero su poder tanto como armadura eran oscuros como la noche misma, todos comenzaron a tener demasiadas dudas, sí era realmente él. ¿Porque su apariencia? ¿Porque vestía una Sapuri? ¿Que sucedía entre el y El Cid?

— ¡¿Tú?! Tú no eres yo y no deberías estar aquí si quieres una ofensa para...

— Yo soy quien debería estar aquí, no tengo interés alguno por este lugar o alguno de todo los presentes en este momento, bueno únicamente me interesa una persona. – respondió mirando el dirección al décimo santo dorado. – Soy quien siente lo que tú no puedes.

— ¿De qué están hablando? – se preguntó uno de sus compañeros.

— Athena, debemos protegerla.

Antes de que pudieran decir más, El Cid ya había corrido de allí, para subir a hasta donde se encontraba Athena.

— Cid, ¿ Que está pasando ? – cuestionó preocupada Athena.

— Athena ha aparecido un...

Un estruendo se escuchó fuera del lugar, eran ambos sagitario luchando nuevamente, Sisyphus intentaba subir más allá de las escaleras del lugar y era Sísifo quien se lo impedía, sus manos se agarraron a las contrarias ejerciendo fuerza para derribar al otro, pero ninguno de los dos parecía querer retroceder y no lo harían porque ninguno quería dejarse vencer por el otro, la escena a ojos de los demas, los golpes se hacían cada vez mas violentos era un combate a puño limpio, tras conectar un golpe en el rostro del otro se alejaron uno del otro y se miraron.

Amado Capricornio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora