Capítulo 34

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Hugo

En el momento en que cerré la puerta me tomé unos minutos para analizar la situación. No entendía a Carlota. Bueno, quizás un poco. Imaginé que su prisa repentina se debía a que seguía molesta conmigo por la cagada con esa chica, pero eso no quitaba que me molestase, aunque tampoco comprendía el motivo.

A decir verdad, tenía que darme igual. Lo habíamos hablado, se había solucionado y habíamos disfrutado de un buen polvo; no podía pedirle más a la vida, pero eso no quitaba que un runrún molesto había decidido aparecer para darme un poco por culo. No quería que Carlota se sintiera mal, todo lo contrario, se merecía disfrutar de los placeres de la vida todo lo posible. Y para eso estaba yo.

Sin entender el porqué, mis pies decidieron moverse de manera autónoma hasta mi habitación y me situé en la ventana. Desde ahí pude ver a Carlota saliendo del portal hasta detenerse frente a su puerta para rebuscar las llaves por su bolso.

Retrocedí unos pasos para evitar que me viera por si le daba por mirar hacia arriba. Me sentía tonto, pero no quería que supiera que me importaba, al menos no a ese nivel. Me dije que estaba haciendo algo normal, comprobar que durante el trayecto no le sucedía nada. Pura precaución, nada más.

Una vez que cerró la puerta, suspiré y me alejé de ahí; necesitaba distraerme haciendo algo productivo. Durante unos segundos miré mi habitación. En una esquina seguía mi habitual método de abstracción y terapia: mi guitarra.

Me agaché para cogerla y me acomodé en un rincón de la cama para comprobar que siguiera afinada. Deslicé los dedos por las cuerdas y probé unas cuantas notas. Todo correcto. Sin ganas de tocar alguna melodía conocida, cerré los ojos y mi mente se encargó de hacerme rememorar el recorrido que decidí realizar por la piel de cierto bombón.

Sin pretenderlo, ese recorrido provocó que mis dedos trataran de revivirlo y empezaron a formar una melodía dulce y lenta que me recordó a ella. Abstraído, me dejé llevar imaginándome que ese camino seguía al descender por su cuello, pasando por su clavícula hasta llegar a sus pechos, para luego continuar recorriendo su ombligo y estimular su zona más íntima.

Acalorado, detuve la melodía con un jadeo ronco y dejé la guitarra en su sitio sin mucho cuidado, lo que me hizo fruncir el ceño y arrepentirme. La guitarra no tenía la culpa de mis problemas.

Dispuesto a hacer algo que fuera más fructífero, me dirigí hasta el salón para buscar entre las estanterías cercanas al televisor el álbum ilustrado que había decidido, sin quererlo, buscarme problemas. Casi me lo sabía de memoria, pero, aún así, lo abrí para cerciorarme de que tenía que hacer lo que estaba seguro que me tocaría hacer. Conociendo a Laura, y teniendo en cuenta que solo había dos personajes, ella querría hacer de camaleón y a mí me tocaría ser el jodido conejo. Por eso no pude evitar entornar los ojos al recordar el momento en que este aparecía de "superhéroe". ¿En que lío me había metido?

Aun así, dispuesto como estaba a hacerla feliz y, ya de paso, dejar de pensar durante un rato en Carlota, guardé las llaves en el bolsillo del pantalón y, con el álbum a cuestas, me fui a visitar a la enana para poder preparar el espectáculo que estaba seguro que íbamos a dar. Al menos, esperaba que el esfuerzo mereciese la pena y el bombón se derritiera a base de carcajadas y sonrisas.

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Como este capítulo es muy breve, he decidido subirlo hoy, así de paso os recompenso un poco la espera. No os voy a engañar, sigo siendo un desastre y voy subiendo los capítulos que voy escribiendo. Estoy intentando retomar el ritmo, y prometo que haré lo posible por escribir los capítulos que quedan este mes, pero no aseguro nada.

Lo que sí prometo es que esta historia la escribiré y la terminaré y la subiré. Eso sí :) La espera será mayor o menor, pero tendrá un final <3

Muchas gracias a todas aquellas personas que seguís aquí y me tenéis esa paciencia infinita. Os lo agradezco un montón, de verdad.

¡Un beso!

Bésame en el cuelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora