Cuando llegué lo primero que hice fue encerrarme en la habitación. Al entrar aprecié que Martina estaba en el salón debido a la luz y el ruido que escuchaba del televisor y no me apetecía exponerme y que me viera así.
Me sentía tonta, la decepción y no entender nada me había sobrepasado hasta el punto de llorar y lo único que quería hacer era refugiarme en mi cama y distraerme con Instagram y TikTok. Necesitaba no pensar, olvidarme de todo, y, sin embargo, lo primero que hacía mi mente era rememorar la escena en el pub una y otra vez.
Suspiré. Al desbloquear el móvil me di cuenta de que tenía mensajes en el grupo con las chicas y varios de Hugo preguntándome si estaba bien, además de llamadas perdidas suyas. Me negaba a entrar en la aplicación y tener que dar explicaciones, prefería ser cobarde, por eso decidí optar por abrir Instagram y mandarle un mensaje privado a Beca explicándole que estaba bien y contándole todo lo del evento, aunque, a juzgar por el número de mensajes que había en el grupo, supuse que Mara se me había adelantado. Prefería eso porque sabía que la pillaría conectada y que me haría el favor de explicarle al resto que no iba a entrar en Whatsapp, al menos por unas horas. Así podía descansar un rato.
Sabía que era un gesto inmaduro, que no podía reprocharle nada a Hugo, pues era libre de hacer lo que le diera la gana, pero lo que menos me imaginé es que fuera a liarse con otra delante de mí, aprovechando la cita que estábamos teniendo, aunque... igual solo había sido una cita para mí. Quizás para él era muy lógico y normal liarse con una chica quedando con otra persona.
Unos golpes en la puerta me sobresaltaron. Lo que menos me esperaba era que Martina se quedara al otro lado pidiéndome permiso para entrar. Desde el concierto de Alessby nuestra situación había mejorado, podría decir que a veces estábamos juntas en el salón, yo a mis cosas y ella a las suyas, cohabitábamos, pero no llegaba a contarle mis cosas y abrirme porque temía que me juzgase, aunque sería hipócrita si no reconociera que también la juzgaba yo.
—Pasa —acepté.
Al entrar echó un vistazo rápido a la habitación y luego a mí, entonces se sentó en una esquina de la cama. Yo decidí incorporarme un poco, pues mi maravillosa idea había sido meterme con la ropa puesta.
—Iba a preguntarte qué tal el evento, pero... viéndote mejor reformulo la pregunta. ¿Estás bien?
Suspiré. Mi primer pensamiento fue responder con una mentira, pero preferí soltar la verdad. Era una ingenua por pensar que todo esto iba a solucionarlo abstrayéndome viendo vídeos cortos por las redes sociales. En realidad, sabía que necesitaba desahogarme, que alguien me diera su visión, a poder ser alguien que no fuera mi amigo para que fuera objetivo.
—No, no lo estoy.
—¿Qué...? —Inspiró con fuerza y cerró los ojos unos segundos—. ¿Quieres hablar de ello?
—Sí... me gustaría.
Martina parpadeó y meneó la cabeza, parecía sorprendida, pero asintió y me hizo un gesto para que continuara.
—Ya... conoces a Hugo. —Ella asintió de nuevo sin emitir palabra—. Pues me... me... —Tragué salivar al ver que la palabra se estaba haciendo tan grande en mi garganta que me estaba ahogando— ¡me gusta!
Fruncí el ceño al ver que Martina, en vez de sorprenderse por mi confesión, se había echado a reír. Cuando se calmó lo que dejó ver fue una sonrisa amplia.
—Perdón, no quería reírme así, pero es que ya lo sabía, el día de lo concierto me lo dejaste bastante claro.
Suspiré. Si Martina lo había captado, ¿también él? ¿Se había dado cuenta de que me gustaba y por eso había decidido poner distancia? ¿Acaso era su modus operandi cuando una chica se ilusionaba?
—Pues... —decidí confesar— hoy se ha liado con una chica delante de mi cara. ¿¡Te lo puedes creer!? ¡Y lo peor es que no puedo quejarme porque...! ¡¡¡¡No somos nada!!! —grité cerrando las manos en un puño—. ¡Me dice de tomar algo y que quiere acostarse conmigo, estamos un rato hablando y pasándolo genial y...! ¡¡Y cuando se toca un tema más personal lo corta y cuando me voy al baño se lía con otra!! ¡Me siento tonta, Martina! —exploté; notaba las mejillas encendidas.
Ella iba cambiando la expresión del rostro a medida que me escuchaba hasta mirarme con pena. Odiaba eso porque significaba que venía una respuesta hiriente, algo que no sabía si estaba preparada para escuchar.
—¿Habíais acordado no tener nada serio?
—Sí... —musité—. Al principio me parecía bien porque pensaba que podría hacerlo, que no me encariñaría, pero... me equivoqué.
—¿Y... has pensado en decirle que las cosas han cambiado para ti? No quiero ser dura, pero si tenéis algo sin compromiso y él no está dispuesto a guardar un... llámalo respeto o lealtad, quizá lo mejor sería distanciarse, porque te está haciendo daño.
—¡No puedo! —solté nada más escucharla—. Él me gusta de verdad, Martina. Creo que no estoy preparada para dejarlo ir. Lo que tenemos me gusta demasiado.
—No permitas que tu cerebro te engañe. Si lo que tenéis te gustara demasiado ahora no tendrías los ojos hinchados por haber llorado.
—¿Y si cambia?
Martina acentuó su expresión de tristeza al mirarme.
—Si algo estoy aprendiendo es que parece que los chicos no cambian y Hugo... se ha liado con muchas chicas, no tiene pinta de que quiera algo serio.
—¿Sabes si se ha liado con alguna en este tiempo? —pregunté con esperanza.
—Que yo sepa no, pero... eso no quiere decir nada.
Quería creerla. De verdad quería aceptar su consejo y mandar a Hugo a la mierda porque podía tener razón en que esto iría a peor, yo enamorada hasta las trancas y él huyendo despavorido o liándose con más chicas y haciéndome un daño aun mayor, pero esa frase me hacía aferrarme a él a la desesperada. Mi mente me decía que eso tenía que significar algo, que igual lo de esta noche solo había sido un error.
—¡Carlota! —me llamó frunciendo el ceño—. No quiero agobiarte, pero... piensa en lo que te he dicho.
Asentí con la cabeza. En ese momento mi mente era un hervidero de sentimientos encontrados. Todo el mundo me había aconsejado, repetido e insistido en que me dejara llevar, pero sin dejar que pasara a algo más, pero... ¡había pasado! Y ahora salir de ahí era peor que intentar escapar de un laberinto, me sentía atrapada.
Agotada, decidí ir hacia la nevera y comer cualquier cosa que encontrara. Al volver vi que tenía dos llamadas perdidas más de Hugo y no pude evitar masajearme la sien. En los mensajes se le veía preocupado e insistía en quedar y cerciorarse de que estaba bien. ¡Pero no podía! Si quedábamos tendría que explicarle la situación y mostrarle mis sentimientos. Y si lo hacía... nuestro rollo seguramente terminaría.
Decidí apresurarme y darle una respuesta antes de que me fundiera el móvil a llamadas. Tecleé un escueto «estoy bien» y bloqueé la pantalla, pero entonces me llegó otro mensaje.
Hugo: Está bien, te dejaré tranquila, pero me gustaría que hablásemos mañana por la tarde. No quiero dejar las cosas así.
Lotta: Vale.
Al menos así podría pensar durante lo que quedaba de noche y mañana por la mañana, porque intuía que iba a dormir más bien poco. Con suerte podría escaquearme de la conversación excusándome con que estaba enferma, pero conociendo a Hugo como creía que lo conocía, no le iba a servir.
Aprecié que me había enviado el emoticono del pulgar levantado hacia arriba y aproveché a leer los mensajes del grupo con las chicas para responder y poder desaparecer tranquila. Algo me decía que el día siguiente iba a ser intenso y no sabía si podría con él. Solo esperaba que todo siguiera igual. De verdad que quería aprender a dejar los sentimientos a un lado o que Hugo cambiara. Ser una chica enamoradiza estaba sobrevalorado.
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Bésame en el cuello
TeenfikceCuando Carlota descubre que su novio, con el que lleva tres años, le ha sido infiel, se jura a sí misma no volver a enamorarse. A simple vista parece una promesa sencilla: Disfrutar de la soltería, centrarse en el trabajo y los estudios, pasar más...