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Rodrigo estaba sentado frente a su computadora, terminando el Stream  porque había pasado demasiado tiempo hablando con Spreen para recordar prender

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Rodrigo estaba sentado frente a su computadora, terminando el Stream  porque había pasado demasiado tiempo hablando con Spreen para recordar prender.

Cada vez que abría su computadora siempre tenía que resistir la tentación de buscar en Google interminablemente a Spreen pero su promesa de no ir a buscarlo era más importante que su curiosidad.

Estaba apresurando un proyecto, esperando que sonara el teléfono.

Esto se había convertido en algo cotidiano, posponer las cosas y luego acostarse en su cama con el teléfono a su lado, esperando la llamada de un chico que nunca había conocido en persona.

La magia y la imposibilidad de todo el asunto habían pasado. Su interés por Spreen y su vida le había hecho olvidar lo absurdo que había sonado todo el asunto, le hizo olvidar lo lejos que estaba de Spreen en el tiempo.

Quizás era el hecho de que se había sentido solo, su familia había regresado a Argentina y él había vivido solo durante los últimos 6 años, solo tenía uno o dos amigos con los que no ha hablado en meses.

A veces, cuando te sientes solo, te aferras a la única persona que te hace sentir que tienes a todos en el mundo.

Para Rodrigo, ese es Spreen.

Spreen le preguntó cosas que nadie se había molestado en preguntar. Desde cosas simples como: “¿cómo fue tu día?”, hasta preguntas únicas como qué se llevaría consigo si tuviera 60 segundos para juntar cosas en un refugio antiaéreo.

No sabía la última vez que alguien había estado tan interesado en él y lo que tenía que decir.

No recordaba cuando se había escuchado por última vez a sí mismo hablar de cosas de las que en realidad le gustaba hablar.

Así que si, a pesar de la diferencia horaria, había una conexión allí que le importaba, la primera conexión que había tenido en mucho tiempo.

Mientras miraba la pantalla del Minecraft miraba la pared, no sabía cuántas veces  mirada al día el “Hola :D” en la esquina de la habitación, hasta las dos huellas de manos hechas con la misma pintura en diferentes momentos.

Saber qué había algo que demostraba que el chico con el que estaba hablando existía lo hacia sentir tranquilo cuando su mundo se desmoronaba.

La foto de Spreen la tenía en la carcasa de su teléfono, su sonrisa permanecía capturada en un trozo de película que había sobrevivido cincuenta años bajo la tierra.

Además presentando el hecho de que Spreen era real, el existía.

Entonces mientras sostenía el teléfono en su mano todavía vagamente manchado de pintura, esperando una llamada, no lo vio ni vería cómo una pérdida de tiempo.

Lo vio como una oportunidad para finalmente hablar con alguien que se preocupa por él. Justo a tiempo, el teléfono empezó a sonar y contestó rápidamente.

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