LUNA
Aunque tenía a mis amigas, y Gloria, quien había hecho lo posible para que yo tuviera un hogar, me sentía lejana a ciertas cosas que pasaban en el pueblo, cosas en las que mis amigas estaban implicadas la mayoría de las veces. Los Santana, los Tenorio, los Mejía, todos tenían vidas muy movidas, familias extensas, llenas de tradiciones y fiestas, demasiadas fiestas. Cualquier cosa en este pueblo era signo de celebración. Un partido de fútbol, las elecciones, el inicio y el fin de las vacaciones, el fin de la Semana Santa, a la cual llamaban "Resurrection Party", que me hacía mucha gracia cada vez que lo mencionaban, porque no dejaba de imaginar a Jesús resucitando de entre los muertos para irse luego a un remate. Cómico. En conclusión, todo era una fiesta, pero yo solía perdérmelas todas, y no porque no encajara o no me invitaran, o fuera esa única y diferente, simplemente sentía que no era mi lugar.
Por el contrario, mi refugio era esa biblioteca que Gloria tenía en su habitación, llena de libros que no eran para mi edad, pero que igual leía. Hasta que un día ella me descubrió leyendo "Juventud en éxtasis" y me lo arrebató de las manos diciéndome:
—Esos libros no son para niñas como vos.
Al día siguiente, llegó con una copia de "Crepúsculo" y ahí inició mi obsesión por los libros de romance juvenil, en especial los de vampiros. Luego pasé a los ángeles caídos, lobos, viajes en el tiempo, cualquier cosa que fuera muy lejana de mi realidad, como el amor romántico a los trece años.
La primera vez que sentí lo que una protagonista de un libro sentía al ver a quien le gustaba fue cuando vi a Marco reírse en un agosto hacía muchos años. El sonido de su risa entró por mis oídos y recorrió cada ventrículo de mi corazón, y nunca más salió de ahí.
Solía cruzármelo en el camino al colegio. Yo regresaba a casa porque estudiaba en la mañana, y él salía porque estudiaba en la tarde. Las miradas eran todo un juego favorito, o al menos el mío. Casi ni hablábamos, solo nos mirábamos y nos sonreíamos. Ese era nuestro lenguaje; y aunque yo amara cada historia de amor escrita, y soñara con algún día tener una, con él, sabía que eso jamás existiría. Lo que sentía lo tenía preso en mis palabras, en cada letra que él me inspiraba. Había traducido sus ojos, su sonrisa que vivía entre 2 paréntesis cuando salía, detallaba su cara y su cabello en cartas, su manera de bailar, de hablar, y de todo lo que significara resistencia. En mi cuaderno era el único lugar donde él y yo existiríamos, donde había un nosotros que en realidad no existía.
Su colegio quedaba a una cuadra del mío, y aunque antes era exclusivo para varones, hacía poco habían permitido inscribirse a niñas, y no hubo noticia que me cayera más mal que esa. Todas vivían enamoradas de él, todas, incluyéndome.
Casi nunca nos cruzábamos en el hotel. Era rara la vez que él iba a visitar a su abuela, pero cuando lo hacía, a Gloria se le iluminaban los ojos. Ese día cocinaba todo lo que él quisiera y yo era feliz porque esas cosas también me encantaban a mí.
Los fines de semana a veces lo veía en la piscina con sus amigos. Me daba tres infartos verlo ahí abajo, siendo tan él, tan divertido, tan lindo. Amaba los fines de año, toda su familia se reunía para despedir el año y celebrar el que entraba. Amaba ese día porque era el único momento en que él tomaba mis manos; bailábamos cada canción de salsa, bachata, merengue como si hubiéramos practicado por mucho tiempo, como si ambos cuerpos hubieran nacido solo para eso. Era tan alto que era fácil manejarme y darme vueltas. No había noche en que me arreglara más que esa. Elegía mi ropa pensando en él, rizaba a la perfección cada uno de mis mechones pensando en él, pintaba mis labios pensando en él, esperando que el sabor de mi labial de fresa le gustara. Le ponía brillitos a los párpados de mis ojos, esperando que viera cómo me brillaban cuando él los miraba.
ESTÁS LEYENDO
analogías
SonstigesTomé cuatro vidas, las uní, las hice amigas, las hice amores, las hice dolores, y les di un secreto. Tomé cuatro vidas, las hice diferentes, casi opuestas, pero tan iguales que si elimino hasta sus huesos, solo quedarían sus almas, desnudas, no habr...