En lo alto del castillo, la princesa Mhariel reposaba en su lecho de seda dispuesta a entregarse al sueño tras ser atendida por sus doncellas. Tras un zumbido, apenas perceptible, resonó fuera de su ventana, algo llamó su atención. Agudizó el oído, aislando los estímulos circundantes, y reconoció un sonido proveniente del exterior, sugiriendo la presencia de alguien escalando los muros. Cuando quiso llamar a su guardia —un joven que permanecía cada noche en su puerta—, fue demasiado tarde. Un ser alto y sobrenatural, ataviado con ropajes oscuros, irrumpió en su estancia, clavando en ella su penetrante mirada.
El hombre, dotado de un esplendor inexplicable, desenvainó su majestuosa espada frente a ella y dejó caer su cabello en desorden. Su piel nívea, adornada con sombríos tatuajes, reveló su musculatura marcada y firme.
La princesa, en un intento de gritar, se vio impedida por la mudez que la paralizaba. Inmóvil, con la mirada fija en el magnífico ser ante ella, un susurro de angustia escapó de sus labios al comprender que su destino estaba sellado.
El vampiro avanzó hacia ella, mientras la princesa retrocedía, sin apartar la mirada de él.
—¿Quién eres? —murmuró, con voz temblorosa— ¿Qué deseas de mí?
Él esbozó una sonrisa, revelando sus relucientes colmillos. Un escalofrío recorrió la espalda de la princesa, quien posó sus manos en el dosel de su lecho para evitar caer de bruces.
—No te haré daño. Soy Ángel.
Su voz, ronca y profunda, como sus dorados ojos, envolvió a la princesa en un hechizo hipnótico. Al escuchar su nombre, ella comprendió que no había escapatoria. Ángel, uno de los guerreros más peligrosos del Conde, era el encargado de asegurar la sumisión de los reinos poderosos mediante la obtención de rehenes. Conocido por su mortal belleza y una crueldad despiadada, Ángel era una figura temida y respetada en todo el continente.
La princesa sintió que sus piernas flaqueaban cuando Ángel se aproximó a ella. En ese instante, recordó a su madre y a su anciano padre mientras dormían abrazados en la habitación contigua; a su hermano Eleazar, el Príncipe de Luz, quien debería estar entrenando con su compañero inseparable Dervis, el escudero; y a sus doncellas, que luego de bañarla en agua con pétalos de rosas y cepillarle su largo cabello rubio, la habían dejado sola en el cuarto para que reposara. Recordó a su mejor amigo, la primera persona que veía siempre al despertar, y quién motivaba en ella sus mejores sonrisas, el joven guardia que aguardaba tras la puerta esperando que ella tuviera un grato descanso. Reflexionó sobre la seguridad que creía tener, y que ahora se desmoronaba ante el inminente peligro que acechaba. Con lágrimas en los ojos, la princesa se entregó al destino que se desplegaba ante ella, consciente de que nada ni nadie podría salvarla una vez que Ángel pusiera sus manos sobre ella.
El vampiro se acercó y, con sus gélidas manos, la tomó por la cintura. Ella, resignada, permitió su contacto. Las lágrimas mojaron sus mejillas. Ángel la alzó, tal pluma, y la cargó sobre sus hombros, escapando por la ventana como había llegado, llevándose consigo a la princesa en la oscuridad de la noche.
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Oscura Fragilidad #PGP2024
Про вампировEn un mundo donde la luz y la oscuridad se enfrentan en una lucha eterna, la princesa Mhariel, la Joya de Alba, es secuestrada por el Conde Ngozi IV, un vampiro despiadado que busca desatar una guerra sangrienta. Para salvar a la princesa y evitar q...