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La sala del trono, envuelta en una penumbra opresiva, parecía absorber la luz del crepúsculo. La reina Louren, adornada con un majestuoso vestido de seda, dominaba el espacio desde su trono con su mirada fija como un águila. Ante ella, una figura envuelta en sombras, la hechicera más poderosa del reino la miraba fijamente.

—He llamado a la más poderosa entre las hechiceras —comenzó Louren con voz suave pero cargada de autoridad-. Y sin embargo, parece que no estás dispuesta a cumplir con tu deber. Necesito saber adónde fue el príncipe Eleazar y quiénes lo acompañan.

—No estoy aquí para ser tu sirviente, reina —replicó la hechicera, con tono firme mientras se pasaba una larga uña por los labios —. He venido a ofrecerte mis habilidades, no a ser interrogada como una criminal.

Louren se inclinó hacia adelante con una mirada afilada como un cuchillo.

—Te recuerdo, hechicera, que tu familia depende de mí. No querrás que les pase nada, ¿verdad? Dime, ¿quiénes fueron los últimos en ver al príncipe? ¿Adónde se dirigía?

La hechicera se estremeció. Sabía que la reina no dudaría en utilizar su influencia para hacer daño a sus seres queridos.

—No puedo revelarte esos detalles, majestad. Son secretos que deben permanecer ocultos.

Louren se puso de pie, y la furia comenzó a brillar en sus ojos.

—¿Ocultas secretos que ponen en peligro al reino? ¿Crees que te voy a permitir que juegues con el destino de Alba? Si no me dices dónde está Eleazar y con quién se ha ido, no tendré más remedio que tomar medidas drásticas.

La hechicera sintió que su corazón se aceleraba, no por miedo, sino por la presión de la situación. La reina no estaba jugando; podía desatar un infierno sobre su familia si así lo decidía. Sin embargo, la hechicera no se dejaría intimidar. Levantó la barbilla y miró a la reina a los ojos.

—Accederé a tu petición, pero debes saber que mis poderes tienen un precio. Si interfiero en este asunto, las consecuencias serán impredecibles. Podría desatar fuerzas que ni siquiera yo puedo controlar. ¿Estás dispuesta a correr ese riesgo?

La reina afirmó moviendo con suavidad la cabeza. Intentaba esconder el temblor que había empezado a adueñarse de sus rodillas debajo del pesado vestido.

—Eleazar se fue al castillo del Conde con el Círculo Imperial —. Continúo la bruja curvando sus labios en una sonrisa macabra.

Louren se quedó helada. El Círculo Imperial eran los quince mejores guerreros de los reinos del norte, liderados por Eleazar, se habían unidos para protegerse del Conde.

—¿El Círculo Imperial? —exclamó Louren, horrorizada—. ¿Por qué se habría ido con ellos? ¿Acaso planean algo contra el Conde?

La hechicera asintió con la cabeza y no pudo ocultar su voz siniestra.

—Temo que sí, reina. Han decidido enfrentar al Conde y rescatar a la princesa. Es una misión suicida.

Louren palideció. Si los reyes se enteraban de que el Círculo Imperial había acompañado a Eleazar en una misión tan peligrosa, podría desencadenarse una guerra aún mayor que la que tendrían con el Conde. Toda la paz que habían mantenido los reinos se vería amenazada.

—No puedo permitir que esto suceda —murmuró Louren, apretando los puños-. Debo detenerlos antes de que sea demasiado tarde.

La hechicera la miró con diversión.

—Temo que ya es demasiado tarde. El destino de Eleazar está sellado.

La reina Louren se tambaleó al escuchar la terrible verdad. La estabilidad de su reino parecía hundirse, y ella no sabía cómo salvarlo. Sin embargo, rápidamente tomó una decisión. Volviéndose hacia la hechicera, que aún permanecía en la sala, Louren ordenó con voz firme:

Oscura Fragilidad  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora