Diciembre

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- ¡Ah! Como odio desvelarme... - se quejó Sebastián soñoliento- Malditas tareas...

- No sé a quién en el mundo se le puede ocurrir hacer una actividad a la media noche, más si aquella actividad la dejaron hace tres semanas- recalcó Alicia.

- Cállate.

Alicia guardo silencio y paso seguido sonrió de manera reconfortante. A paso lento y calmado caminaron hasta el parqueo, Sebastián se detuvo y miró a su compañera con cariño.

- Oliver me espera ¿Nos vemos el lunes?

- Claro, que sea el lunes ¡No te desveles con las clases!

- No prometo nada- dijo caminando sin verla a los ojos.

Sus botas negras tocaron el pavimento y sus pies lo dirigieron hacía el auto azul, compartió una sonrisa hacía el castaño que lo esperaba dentro y sus ojos esmeralda se cruzaron con los avellana de él.

- Sebastián- pronunció con cariño al verlo entrar en el asiento de copiloto- ¿Qué tal el día?

- ¡Cansado! Estaré agradecido al llegar a casa, por fin.

- Puedo verlo ¿Te desvelaste? -Sebastián asintió con un bostezo – Debes de llegar a descansar, te hará bien ¿Quieres que te lleve a San Gil?

- Ah, Oliver, sobre eso – los ojos verde esmeralda de Sebastián se posaron en los de Oliver- Estoy bien si llegó a casa en transporte público, no tienes por qué preocuparte por eso.

- Tranquilo, paso por aquí cuando regreso de trabajar así que no me molesta llevarte a casa, como preguntaba ¿Pasarás en San Gil?

- Ah, no- negó lentamente- He entrado en un club de cocina los días sábados, así que la pasare en la casa de mi tía.

- Bien- Oliver esbozo una sonrisa- Entonces vamos.

El carro se comenzó a mover y tomar su camino hacia la vivienda, observando por la ventana, Sebastián tuvo miles de ideas o preguntas rondando en su cabeza. Miró a Oliver.

- ¿Qué harás mañana?

- ¿Ah? Bueno, tenía pensado en salir a cenar con Jenny.

- ¿Ah sí? Jenny y tú se ven realmente felices juntos.

-Lo sé- Oliver sonrió con sus mejillas tomando un tono rojizo, lo miró de reojo y sonrió antes de regresar su mirada a la carretera.

Los ojos de Sebastián miraron el cielo amarillento, el sol se ocultaba tras los árboles y las estrellas comenzaban a ser visibles en el cielo. Se dio cuenta de cómo la luna daba su aparición poco a poco y las nubes se volvían oscuras, su cuerpo estaba cansado y deseo acomodarse para dormir, bostezó y se desperezó intentando mantener su vista abierta y no caer dormido.

Se dio cuenta que le resultó imposible.

- Odio el frío- se quejó Sebastián abrazándose así mismo.

- Esta más helado de lo normal, parece como si fuera a caer una nevada en poco tiempo- bromeó Oliver sonriente.

Caminaron a paso lento esperando a Alex y a Martín quienes los alcanzaron con muchísima más lentitud, marcharon hacía el centro comercial y caminaron en busca de un restaurante.

- ¿Pizza? – cuestionó Martín colocando mano en el hombro de Alex y viendo al grupo – Yo invito.

- ¡Oh! – Sebastián se colocó de puntillas y susurro al oído de Alex - ¡Cómo que alguien quiere pagar por su noviecita!

- ¿Qué? – la mirada azul de Alex se posó en los emocionados y retadores ojos esmeralda- Cállate, Sebastián. Es estúpida.

- ¡Ay! – el pelinegro le dio un codazo juguetón y provocó que Alex mantuviera su vista dudosa en la nada y luego miraría a Martín con duda.

Amapolas para AgostoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora