Junio

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Se había convertido en una costumbre tomar el lápiz con las manos y trazar en la blanca hoja de papel o mancharse de pintura de distintos colores cada que el pincel tocaba el lienzo mientras las cuerdas de la guitarra chocaban contra los dedos de Oliver.

El fuerte sol del medio día le provocaba sueño y cansancio así que decidió dejarlo de lado y colocando el pincel en un vaso con agua bostezo y se encamino a lavarse las manos.

- Gracias a Dios tienes aire acondicionado – opinó Sebastián mirándolo de reojo.

- Lo sé, el tiempo está muy caliente actualmente.

Sebastián le dio la razón asintiendo lentamente mientas se acercaba con un vaso de agua y sentándose en el taburete. Sus ojos verde esmeralda bajaron observando las manos de Oliver y se mantuvieron así un instante hasta apartar la mirada.

- Sebastián – regresó su mirada – Teniendo en cuenta de que mañana es fin de semana ¿Estás libre?

- Pensaba en quedarme en casa, no tengo muchos ánimos de salir a San Gil... ¿Por qué?

- Me gustaría gastar un fin de semana turisteando y quería compañía – Oliver lo observó atentamente, cada uno de sus rasgos, cada una de sus pestañas y observo esos ojos verdes - ¿Vienes?

Sebastián no quería salir, no tenía emoción de nada desde la mitad de mayo, no se sentía deprimido, pero tampoco significaba que estaba alegre o emocionado por el día a día más bien ya no sentía nada. Era mejor sentirse deprimido a que no sentir nada. Sebastián lo sabía ¡No sentir nada es aburrido!

- No sé...

- ¡Vamos! Acompáñame – rogó – Vamos a Villa Leyva.

- ¡Y para peor! Ese lugar parece desierto, Oliver.

- ¿Alguna vez has ido a Villa Leyva? – preguntó de manera retadora.

- No...

- Y supongo que has visto fotos.

- Alex y Martín fueron juntos hace unos años...

- ¿Y te contaron sobre el clima?

- No... - Sebastián se mantuvo callado un momento - ¡Ah tu ganas!

Oliver sonrió riendo entre dientes, bajo la cabeza y negó varías veces para luego volver a mirarlo a los ojos.

- Prepárate, paso por ti mañana a las cinco.

- ¿Por qué tan temprano?

- Quiero que lo disfrutemos desde muy temprano, por mi saliera a las dos de la mañana para ver el amanecer, pero sé que te gusta quedarte hasta las ocho.

Sebastián asintió bebiendo agua después de que la había dejado posada en el desayunador.

Sebastián salió bostezando y desperezándose, se despidió con un abrazo de su tía y caminar al lado de sus padres hacía el carro de Oliver. Las luces del sol se hacían presentes, pero a Sebastián le pareció que el sol estaba tardando en salir porqué aún podía presenciar las estrellas flotantes.

- Oliver, no tienes porqué – sonrió Ana con timidez.

- No es molestia dejarlos en el aeropuerto.

- Pero se van a desviar...

- Tranquila, Sebas y yo no llegaremos justo a las siete por más que lo intentemos – excusó Oliver mirando a la mujer por encima del hombro – Será un honor para mí llevarlos al aeropuerto.

- Gracias.

- De igual manera, yo mejor me duermo en el camino – bromeó Sebastián bostezando y acomodándose en el asiento de copiloto.

Amapolas para AgostoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora