La noche envolvía Bogotá en un gran manto negro y estrellado, era una noche más estrellada de lo normal con una bonita luna posada sobre el cielo y una luz estelar provocando leve sombras. La noche oscura era acompañada de una fuerte llovizna y un aire helado que les erizaba la piel.
Sebastián tenía un extraño sentimiento como si estuviera siendo observado en la soledad de la sala de estar y miro a todos lados con un bostezo mientras la única luz que alumbraba era la de la televisión, a su lado había un peluche de ojos completamente oscuros tanto como su cabello y sintió una punzada de terror al sentirse amenazado.
Ni siquiera podía definir el sentimiento, era un terror que le recorría el cuerpo y eso que no creía en fantasmas, tal vez era porque la casa era solitaria o por la película que estaba siendo proyectada.
Estaba completamente distraído por los sonidos que provocaba la lluvia y se sintió intimidado, pego un salto y un grito cuando un fuerte sonido provino de la televisión, le provoco un buen susto a Alex que lo miró con los ojos azules abiertos de par en par.
- ¿Qué putas te pasa? – cuestiono haciendo mayor fuerza de voz en la grosería.
- ¡Lo siento! – susurro con su voz temblorosa.
Alex le mantuvo una mirada seria por unos momentos, pero no se resistió más y comenzó a reírse a carcajadas dejando la confusión plasmada en el rostro de Sebastián.
- ¿Qué?
- Nada ¿Vamos a dormir?
- Puedo ir a mi casa solo.
- Nada de eso – Alex se levantó del sofá negando lentamente, camino hasta el interruptor y encendió las luces para posteriormente apagar la televisión – Ya es siete de julio y son las doce y trece hay que ir a dormir. Además está lloviendo y yo no pienso salir a dejarte a casa a estas horas de la noche.
Sebastián sonrió asintiendo lentamente.
- Entonces dormiré en el sofá, no quiero molestarte además fui yo quien vine de improviso – propuso sonriente – Solo tráeme una sábana voy a dormir aquí.
- ¿Seguro? – cuando Sebastián asintió Alex entendió y se dirigió a su habitación por sabanas para regresar a su lado – Duermete, entonces.
Alex apago las luces y se encerró en su habitación. Cuando el colombiano había desaparecido Sebastián saco su celular y descubrió un mensaje de Oliver en su celular.
'Que pena, acabo de desearle feliz cumpleaños a Alan pensando de que era ocho de julio en España' – decía.
'JAJAJAJA PENDEJO' – respondió con burla –'¿Eliminaste el mensaje?'
'No, me dio pena'
'¿Le pediste disculpas?'
'No, me dio pena'
'...'
'¿Qué?'
'Es q a vos te da pena todo' – escribió Sebastián esbozando una sonrisa – 'Da igual ¿Qué haces despierto?'
'No podía dormir y decidí escribirte pensando que lo leerías mañana'
'No, estoy en casa de Alex vine con él a ver una peli de terror. Peliculón me asuste un buen'
'¿Sarcasmo?'
'No, si me cage'
Los mensajes de Oliver se detuvieron por un momento y luego volvieron a caer.
'Desearía haber visto eso' – fue proseguido por otro mensaje – 'Mañana estaré en un desparche y vos?'
'Creo que también no lo sé, mañana tengo U pero si quieres nos podemos reunir en la mañana o después de clases'
'Bien, paso a recogerte después de clases'
Sebastián sonrió atontado debajo de las sábanas y le tomo una captura de pantalla a lo último de la conversación para posteriormente enviársela a Alicia y con emoción escribir.
'ALICIAAAAAAA VPY A SALIR CON OLIVER MAÑAN'
Dándose cuenta de sus errores ortográficos se corrigió todo
'voy* mañana*'
Nunca se había sentido tan emocionado en la vida con un mensaje o tal vez sí, cuando Oliver le recordaba que lo amaba, pero sintió una apuñalada y sus sentimientos se derrumbaron al recordar de que todos esos mensajes estaban dirigidos a él pero como un mejor amigo recordándoselo en cada mensaje tierno y cariñoso Sebastián recordó de que Oliver solo lo vería como un mejor amigo siempre.
Se acostó viendo al oscuro techo y pensó <<Todas esas tantas parejas de la televisión o las relaciones más bonitas, se dieron porqué alguien se arriesgó a hablar de sus sentimientos>> odiaba cuando tenía emoción por hacer algo, pero no era el momento, como en ese instante que sintió valor para confesar sus sentimientos pero siempre había soñado con hacerlo cara a cara desde sus quince años se imaginaba escenarios falsos antes de dormir, escenarios donde ambos eran pareja y se amaban como una.
Esa mierda era imposible.
<<Más falso que mis respuestas de Matemáticas>> Ni siquiera tenía nada que ver.
Sebastián se colocó el gorro de su suéter y se quedó viendo a la llovizna que caía lentamente.
- Puedo llegar allá...
- No – negó Oliver con una mirada fuerte – Nada de eso, estuviste con dolor de estómago todo el día, no pienso hacer que también tengas un resfriado.
- Mierda.
Oliver se hecho a reír a carcajadas cubriendo su cara con una de sus manos y provocando que la sombrilla se moviera a un lado y las gotas se abrieran paso cayendo lentamente de la oscuridad de las nubes, aún había unos leves rayos de luz que se asomaban y entre el cielo gris de lluvia se notaban leves nubes blancas y cielo azul que luchaba por una esperanza de salvar el día.
Sebastián miró al cielo con desanimo, el mismo desanimo del mes pasado.
- ¿Vamos a almorzar entonces? – pregunto entre risas.
- Sí, pero no sé cómo cruzar al carro si no me dejas salir.
Oliver sonrió y comenzó a caminar con la sombrilla en manos.
- ¡Hijo de la chingada!
Sebastián corrió a perseguirlo y Oliver acelero el paso hasta terminar corriendo por el estacionamiento al aire libre lanzando la sombrilla al suelo intentando escapar de Sebastián que en un rápido paso logro tomar su brazo, pero sus piernas de enredaron en el agua y se deslizo cayendo de espaldas en el agua mojada que se penetro en la tela.
Estaba riendo como nunca y muriendo de dolor por el golpe de la caía, pero se sintió vivo nuevamente, estaba sientiendo algo más que el mismo desanimo de la última vez. Se quedaron ahí en el suelo mientras que el aire azotaba y las gotas de agua los bañaban con fuerza mojándolos por completo.
Sebastián se levantó el suelo y casi se vuelve a deslizar pero se sostuvo en Oliver volviendo a reír a carcajadas, sus ojos se iluminaron y su cabello se sacudió soltando gotas de agua cuando sus manos mojadas y heladas se sostuvieron en Oliver quién casi caía nuevamente junto a él.
- ¡Vamos al auto, mierda parecemos borrachos!
Oliver lo agarro del brazo y camino con cuidado hasta el auto, seguido de Sebastián entraron y con las últimas risas que dejaban salir ambos Sebastián entre abrió los ojos y miró como el cielo se comenzaba a aclarar cada vez más, pero continuaba lloviendo.
-
Oliver bajo de un saltito la última grada y le sonrió a Sebastián mientras este le devolvía la sonrisa con cariño.
- ¿Quieres que te lleve a la Universidad?
- Esta bien si estas libre.
- Te dije que estaba desparche este día – Sebastián sonrió y Oliver continúo hablando – Todavía está un poco oscuro, si quieres que te llegue a traer me llamas.
- Te apuesto que aun así me llegas a traer.
- Tu ganas así que mejor no apuesto.
Sebastián sonrió de lado y subió al auto nuevamente colocándose el cinturón gris y sacando su celular para mirarlo un poco, luego lo dejo y miró a Oliver cuando el auto comenzó a moverse.
- La comida estuvo buena – opinó.
- Lo sé, tenía un buen sabor son buenos cocineros ahí.
- sí...
'COMO TE FUE??? CONTAMELO TODO SEBAS' – era Alicia.
'Me caí en el agua por estar persiguiéndolo'
'JAJAJAJAJA'
Sebastián le sonrió a la pantalla.
'Sebastián, una pregunta él te gusta en serio???'
'¿Por qué la pregunta?'
'Debes de estar seguro de tus sentimientos ¿No?'
Sebastián lo dudo un momento y luego sus dedos tocaron la pantalla.
'Sí, estoy seguro de eso'
- Bajo el monte lleno de sueños y ambiciones...
Oliver sonrió mirando a la carretera mojada y oscura de la noche, la carretera era solitaria y Sebastián a su lado se comenzaba a sentir cansado por el viaje de vuelta a casa luego de la universidad. La llovizna se reflejaba en el parabrisas deslizándose con delicadeza y la radio producía música lenta y suave para disfrutar la vuelta a casa después de un día cansado.
- El mundo está cambiando. Y cambiara más, el cielo se está nublando hasta ponerse a llorar... - canturreaba Sebastián entre susurros suaves.
Oliver lo miró de reojo y sonrió regresando la mirada a la carretera sola causa de la lluvia, Oliver abría creído de que estaría más arrebatada de carros al ser la hora de la salida de trabajo.
- ¿Qué tal el día? – pregunto.
- Todo bien – Sebastián lo miró – Aunque pase por unos pequeños dolores de estómago últimamente, aunque si los ignoro todo bien.
- ¿Seguro?
- Sí – sonrió mirando nuevamente a la calle – Todo bien, sé cómo controlarlo ahora así que cada vez me acostumbro más.
Oliver detuvo el carro y Sebastián no se había percatado en el momento que ya estaban frente a la casita, Sebastián se despidió sonriendo y con un movimiento de mano antes de salir y colocarse su gorro para evitar contraer algún resfriado.
El auto de Oliver no se movió hasta que Sebastián entro a la casa. Fue bien recibido por su tía quien le invito a la mesa a cenar.
- ¿Te mojaste?
- Un poco, luego voy a cambiarme para ponerme más fresco – Sebastián se sentó en la mesa frente a un plato que su tía recién colocaba al frente de él.
– Espero no sea algo de lo que te haga daño... Aún no me acostumbro a esto, es como una dieta.
- Tampoco puedo acostumbrarme...
- ¡Ah sí! – Fernanda se sentó al frente con una sonrisa en su rostro – Este fin de quiero ir a visitar a tu abuela a San Gil ¿Vas a venir?
- No es mala idea, si estoy libre te acompaño voy a confirmar el viernes.
-
Cuando el reloj marcaba las doce un huracán visitaba Bogotá provocando destrozos y agitando árboles con tanta fuerza que parecía querer arrancarlos, la fuerte lluvia mezclada con el viento provocaba fuertes sonidos que se escuchaban pese el techo y las fuertes paredes.
En la cama Sebastián apretó su estómago con fuerza muerto de dolor, sentía incluso sus piernas doler y la fuerza con la que apretaba su estómago comenzaban a cansarles las manos provocándolo dolores en sus brazos, cerraba los ojos y hacía muecas de dolor intentando no soltar quejidos causa de los fuertes dolores.
Era insoportable, tanto que sus ojos comenzaban a lloriquear de dolor y lo único que quería en ese momento era que ese dolor se desapareciera, no podía pensar en nada más que en eso, era la desesperación que apenas lo dejaba pensar en nada...
Sebastián intento ignorar el terrible dolor que lo traspasaba por cada paso que daba su estómago se revolvía horrible, apenas podía mantener la mente fuera de eso pero el dolor agonizante era lo único que se cruzaba por la cabeza pero le intento hacer caso omiso caminando como si nada por los pasillos de la universidad y por un momento se arrepintió tanto de haber tenido la grandiosa idea de sacar una carrera.
Mientras que hace unos meses podía pensar en cosas que lo inspiraran a sacar su carrera, ahora le era imposible pensar en algo optimista que le diera el impulso de abrir la puerta y entrar a seguir una nueva rutina a la que se tendría que acostumbrar y luego abandonar. Pese era un chico que se pudiera llevar bien fácilmente con la gente, ahora le resultaba imposible.
Cada paso que daba era más complicado y difícil, había veces que anhelaba morirse, pero era por la pinche clase del día <<Licenciados de mierda...>>.
- Sebas – Alicia se acercó sonriendo y camino a su lado – Estaba pensando en salir uno de estos días ¿Quieres salir conmigo?
- No, estaré ocupado lo siento – era falso, Sebastián tenía la semana libre. Menos el fin de semana – Tal vez la otra semana.
Alicia asintió sonriendo, pero Sebastián notó un brillo de tristeza en sus ojos marrones aun así aparto la mirada y continuo su camino a su lado. Alicia era su mejor amiga y no importaba las veces en las que ambos hubieran dicho que 'esos silencios incomodos, eran cómodos' porqué ahora Sebastián no lo pensaba, quería deshacerse de Alicia lo más pronto posible no quería tener a nadie a su lado.
- Voy al baño – fue la única excusa que tuvo para caminar lo más rápido y lejos posible de aquella mujer.
No es que Sebastián la odiara, pero por un momento se había comenzado a sentir opacado por ella.
Se miró al espejo pensando en miles de cosas y se lavó las manos como si no hubiera hecho hace cinco minutos. Tenía una ira incontrolable que le recorría las venas y los celos que lo hacía explotar y su sangre hervir.
No paraba de pensar en todo lo que había comido esa semana, las nuevas amistades de Alicia, como sus notas bajaban de apoco, como respirar ya se había vuelto un miedo. Era un imperdible e incontrolable sentimiento de celos por todo lo que pasaba a su alrededor sentía que si alguien entraba haciendo ruido terminaría de explotar, no iba a ser capaz de soportar nada más.
Se miró al espejo y poco a poco se comenzó a debilitar, odiaba en lo que se estaba convirtiendo, odiaba sentirse opacado por su propia mejor amiga, odiaba el rumbo de las cosas, odiaba comer, odiaba la lluvia, odiaba el arte, odiaba ser hombre, odiaba su cuerpo, odiaba las cicatrices, odiaba el alcohol, odiaba la universidad, odiaba la veterinaria, odiaba a Oliver, Alicia, Stefani.
Pero en especial.
Odiaba la celiaquía.
Y cuando sus ojos estaban a punto de lloriquear su estómago se revolvió y el malestar en la garganta volvió a atormentarlo sintiendo el horrible sabor que de apoco subía por su garganta y le dolió comenzar a vomitar sentía como si su estómago se comenzara a quedar vacío y ni siquiera podía parar de vomitar y cuando lo logro dejo ir el agua junto con los restos de comida.
Sintió el mal sabor de boca y tomo bocanadas de aire completamente asqueado por lo sucedido. Al recuperarse alzo la cabeza al techo y tomo una gran bocanada de aire antes de salir de los baños.
Sus piernas temblaban y apenas podía dar un paso cuando se tropezó consigo mismo teniendo la suerte de recostarse en una pared, tenía un problema con su respiración irregular y su pecho dolía tan fuerte que pensaba que iba a morir.
- Sebastián – descubrió a Stefani acercándose a él con preocupación - ¿Estás bien?
Era lo que faltaba para que se derrumbara por completo abrazándola como podía intentando no caer y lloriqueando en su hombro como un niñito que hacía años no veía a su madre, lloriqueaba tanto que era lo único en lo que pensaba, se sintió tan amado se sentía como un niño seguro y calmado en los brazos de su madre apenas podía parar de llorar y su respiración era irregular, su cuerpo tembloroso y sus piernas adoloridas le hacían pensar en aquello que había soportado durante las últimas semanas.
En cambio Stefani no dijo nada y se dignó a acariciar su cabeza con delicadeza.
- Vamos a casa, llámale a Oliver él va a venir por ti...
Supervisados por una licenciada joven el dúo de amigos estaba en el aula sola solamente ellos tres. Sebastián intento calmarse e intento no sonar mal cuando Oliver atendió la llamada, intento que su voz no se quebrara.
- ¿Hola? – sonó la voz al otro lado del teléfono.
- Hola, Oliver... Ah, mira, yo quería saber si... - suspiro cuando su voz había comenzado a quebrarse e intento mirar al techo para evitar las lágrimas salientes - ¿Podes por venir por mí? Por favor.
- ¿Todo está bien?
- Ah... Sí, sí, solo me sentí mal. Ven por mí por favor...
- Estaré ahí, espérame.
ESTÁS LEYENDO
Amapolas para Agosto
RomanceSebastián ha vivo la mitad de su adolescencia enamorado de su mejor amigo y la otra mitad preocupado por su carrera universitaria. Para cuando el nuevo año lo recibe nuevos sucesos lo agobian; la mezcla entre la enfermedad y los problemas lo llevan...