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• Sábado 18 De mayo de 2012

Eran más de las 3 de la mañana y Alondra se estaba esforzando por mantenerse despierta. El fin de semana pasado, debido a que Alex se había quedado esos días con ella, no había logrado desvelarse. Había jugado con su mejor amigo por tanto tiempo, que ambos habían terminado agotados al llegar la noche, y la mayor de los dos tuvo que asumir que no podría comprobar si aquella niña con voz bonita volvería a aparecer.

De todas formas, Alondra le había comentado an Alex sobre Rai, sintiéndose desilusionada cuando el pequeño pelinegro sólo la señaló como una mentirosa bajo argumentos como "los niños no salen de noche". ¿Cómo su mejor amigo osaba a tacharla de mentirosa? Bien, ella había dicho mentiras antes, ipero eran absolutamente piadosas! Y si las veías desde sus zapatos, tan mentiras no eran.

Como por ejemplo, la vez que le comentó a todos que detuvo un auto con su mano a mitad de la calle para salvar a un perrito que estaba cruzando, cuando en realidad ella había tomado al cachorro en brazos antes de que este fuera capaz de cruzar. Pero, al fin y al cabo, ¿no había salvado al cachorro? Eso era lo importante.

O como la vez que le comentó a sus compañeros que pasó sus vacaciones de verano en un submarino estudiando peces con su padre cuando en realidad sólo había visitado un acuario. iPero en definitiva, ella había visto peces!

Y también estaba esa vez que contó que por su cumpleaños, su madre le había llevado a visitar otros planetas en una nave espacial exclusiva para ella. Y la realidad no era tan lejana: su madre la había llevado a un planetario a ver constelaciones y planetas y, al terminar el día, la había dejado subirse a la nave espacial mecánica fuera del lugar.
¡Ella había sido la única en esa nave! Y, por supuesto, nadie podía dudar de que conoció la galaxia ese día.

Por lo tanto, ¿cómo podían ser esas mentiras tan terribles?

Pero por más que le insistió a Alex que había conocido a una niña con voz bonita, este no pudo ignorarlo más de lo que hizo. iAh, si tan sólo él hubiera estado despierto para conocer a Rai!

-Estás aquí de nuevo - Alondra abrió su ventana cuando escuchó a alguien cantar nuevamente. Los ojitos de la menor no perdieron su atención de ella mientras continuaba cantando. -¿Por qué vienes a cantar aquí? ¿Tu mamá no se enoja porque sales tan tarde? - Y esa respuesta definitivamente la necesitaba. ¡Podría darle una explicación lógica a
Alex entonces!

—Mamá no está en casa - Contestó la niña de tez palida, dejando de cantar. — Y es por eso que canto. Mamá dijo que cuando la perdiera, tenía que quedarme en el mismo lugar esperando por ella y cantar si es que me sentía triste.

—¿La has perdido? ¿Qué hay de tu padre?
- La niña sólo la miró en silencio. - ¡Pero tú ni siquiera te quedas en el mismo lugar! En ese caso,
¿no sería más fácil venir a cantar durante el día?
¡La noche es muy tenebrosa!

La menor junto sus labios, formando una línea recta. Incluso si su mirada estaba llena de inocencia, Alondra se sintió cohibida ante lo intensa que era. No la había hecho enojar por ser demasiado preguntóna, ¿cierto?

-Ella se fue - Contestó finalmente.

—¿Hace cuánto?

-En noviembre - La mirada de Alondra se amplió. ¡Habían pasado meses! - Ella peleó con papá y se fue de casa, pero dijo que volvería por mí, así que vengo a esperarla aquí, porque este es el lugar donde la vi por última vez - Alzó la vista hacia el poste de luz. - Papá no me deja salir de casa al menos que sea para ir al colegio, por eso debo venir de noche mientras él duerme. Me quedo en este lugar porque mamá podrá verme bajó la luz — Señaló el foco.

-Entonces cuando dijiste que olvidó tu cumpleaños...

-Pensé que ella me mandaría una postal - Admitió con voz triste, volviendo a bajar la cabeza. - Pero supongo que está ocupada, ella debe estar reuniendo dinero para venir por mí - Habló con convicción.

Alondra la miró silenciosamente. Ahora que había unido las piezas de la historia, tenía más sentido del que pensó, ¡definitivamente Alex tendría que creerle ahora! Abrió la boca, queriendo hablarle a aquella niña de su mejor amigo, mas rápidamente la cerró al recordar algo; ¿no sería problemático para Rai si su padre se enteraba de que escapaba por las noches? Y si se lo comentaba a Alex...

Desistió de la idea en un santiamén. Ella prefería quedar como una mentirosa que afectar a Rai por andar de Sapa.

-Hey - La llamó, la menor alzó tímidamente su rostro hacia ella. - ¿No te da miedo? - Y ahora ladeó su cabeza, claramente confundida. - Estar de noche en la calle, ¿no te da miedo?

Rai observó fijamente la calle; demasiado fría y solitaria. No obstante, una pequeña sonrisa estaba grabada en sus labios cuando regresó a ver a Alondra.

—Me da más miedo estar en casa - Confesó.

A Alondra le hubiera gustado entender a qué se refería en ese entonces.

La niña de la luna || Railo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora