Fragmentos de un alma rota.

09.🤍

Porque si desear es un pecado, entonces somos los más pecadores del mundo...

Solo me queda decirte que te deseo como nuca antes lo he hecho; deseo que me tomes y me susurres al oído que soy tuya, mientras me haces el amor y nos sentimos uno a uno, mientras me besas y nuestros cuerpo crean el infierno, nuestro infierno; quiero que me tomes y explores por los caminos que mi cuerpo puede ofrecerte, quiero tu mirada puesta en la mía y así descifrar que ahí en ella que me consume.

Tal vez sea por el modo en que desde la lejanía me admirás, tal vez tan solo sea el modo en el que me tomos sin tenerme en frente; quiero ser yo quien deje besos por cada parte de tu piel, déjame besar lentamente tus caderas y pasar mis uñas por tu espalda, déjame dejar marcas evidentes de que fuimos y seremos uno por siempre.

Me ha tomado de un modo tan puro, tan verdadero, que no reconozco lo que soy, tal vez tan solo sea la lujuria o el solo rose de sus labios sobre los míos; la forma en la que se adueña de mi, como tan solo con una mirada me consume llevándome más allá de dónde podría desear, será por la forma en la que me toma y me hace suya, logrando que mi cuerpo grite su nombre y que pida mucha más de él.

Has dejado un recuerdo, una marca incapaz de borrar, pues el calor de tu manos siguen en mi piel, la humedad de tus labios no desaparecen; tus infinitos movimientos que no se borran de mi mente, quiero tenerte delante de mi y así admirar tu hermoso cuerpo, recorrer cada parte de él y dejar un rostro que ninguna otra pueda borrar, quiero ser tuya y que seas mío; porque mi amado no solo fue sexo, no, nosotros hicimos el amor, un amor sano, puro, bello y perfecto.

«Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas. Te quiero como para no soltarte jamás»

Mario Benedetti.