Capítulo 6: Refugio

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Satoru contuvo el aliento, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La confesión de Suguru, dicha con tanta intensidad, lo había tomado por sorpresa. ¿Qué quería decir con "todo lo contrario"? ¿Acaso esa extraña tensión que había entre ellos no era producto de su imaginación? Antes de que Satoru pudiera articular palabra, un ruido proveniente del exterior los interrumpió. Aún así la conversación no pudo tener su fin debido a que el padre tenía asuntos de la catedral que tendría que atender, eso frustró tanto al sacerdote al igual que al esclavo quien solo se planteaba ayudar al sacerdote en todo lo que podía, desde el principio para eso estaba ahí, para ayudar al albino pero pensándolo bien sabía bien Suguru que se estaba descarrilando de ese objetivo.

Pasaron dos semanas para que pudieran tener un momento a solas, estando en el despacho del sacerdote mirándose como si quisiera descifrar con la mirada los pensamientos del uno hacia el otro.

El sonido de un carruaje aproximándose al convento resonó en el silencio de la noche, seguido del llamado de la campana anunciando la llegada de un visitante. Suguru maldijo por lo bajo, aliviado y frustrado al mismo tiempo por la interrupción.

Necesitaba tiempo para procesar sus propios sentimientos, para entender qué era lo que realmente sentía por el sacerdote. Pero la conversación, a pesar de haber quedado inconclusa, había sembrado una semilla de esperanza en su corazón. Una semilla que, a pesar de todo, deseaba ver florecer.

— Parece que tiene visita — dijo, poniéndose de pie y dirigiéndose hacia la puerta. — Será mejor que bajemos a ver quién es. 

Satoru asintió, aún curioso por lo que tenía que decir Suguru. La curiosidad por saber quién era el visitante a esas horas de la noche lo ayudó a apartar por un momento la confusión que lo embargaba. Al llegar al salón principal, encontraron a Sukuna conversando con un joven de aspecto serio y cabello oscuro. El joven, vestido con un elegante traje de viaje, sostenía en sus manos un sombrero de ala ancha. Su mirada, seria y decidida, se posó en Satoru en cuanto este entró en la habitación.

— Satoru — dijo Sukuna, con una sonrisa tensa y posesiva. — Te presento a Megumi Fushiguro, el prometido de Yuji. 

Satoru se sorprendió al ver a Megumi, nunca había tenido el placer de conocerlo en persona. Yuji, su ex amor, llevaba tiempo escribiéndole sobre su compromiso con Megumi

— Es un placer conocerte al fin, Megumi — dijo Satoru, esbozando una cálida sonrisa e incomoda. — Yuji me ha hablado mucho de ti.

— El placer es mío, Padre Satoru — respondió Megumi, haciendo una reverencia. — He venido a pedirle un gran favor. Yuji y yo deseamos casarnos en este convento, se nos hizo un lugar lindo para casarnos. Y nos gustaría pedirle que sea usted quien nos una en matrimonio. 

— Ah esto... — Satoru miró a Suguru y a Sukuna pidiendo ayuda porque no sabía que responder

— El padre estará dispuesto a hacer la ceremonia — habló Suguru con un tono raramente cordial — Ah no me he presentado me llamo Suguru y soy el ayudante del sacerdote, así que puede confiar en mí

Megumi también se presentó con cordialidad a las palabras de Suguru.

— ¿No te he visto antes? Te me haces muy conocido — el pelinegro más joven observó al sirviente con detenimiento

— Supongo que por las fiestas que daba el señor Kento en su casa tal vez — respondió Suguru secamente

Satoru miró a Suguru con extrañeza, sabía que el esclavo jamás respondía o actúa así, ¿Por qué estaba haciendo esto? La verdad es que el albino no tenía ni la más remota idea, también sintió una punzada de confusión al escuchar las palabras de Megumi. ¿Era esa la verdadera razón o era otra situación? Satoru no confiaba en las palabras de Megumi sin embargo, antes de que Satoru pudiera responder, Sukuna quien estaba procesando lo que dijo Megumi hace unos instantes sobre el casamiento con Yuji se interpuso entre ellos, su rostro pálido y desencajado por varias razones.

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