CAPÍTULO 9

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Grace:

Caminaba junto a Jasper, bromeando sobre la relación de Elizabeth, ¿estaba mal hacer eso? obvio que si, ¿nos importaba? para nada,  cuando vi a Emma salir del aula con una expresión de cansancio similar a la mía. No pude evitar sonreír al verla, aunque traté de que no se notara demasiado.

La clase de activación física consistió en correr, a decir verdad yo amaba correr, podría entrar al equipo de atletismo si quisiera, pero no gracias...  

Mientras intentaba mantener el ritmo, me di cuenta de que Emma estaba un poco más adelante. Decidí acelerar el paso para alcanzarla. No estaba segura de por qué, pero me gustaba la idea de correr junto a ella. A medida que me acercaba, noté que su paso se volvía más inestable. Justo cuando estuve a su lado, vi cómo tropezaba con sus propios pies.

Sin pensarlo, me lancé hacia ella y la rodeé con mis brazos, sujetándola firmemente por la cintura para evitar que cayera al suelo.

—¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —pregunté, con la voz llena de preocupación.

Emma asintió, pero pude ver en su rostro que algo no estaba bien. Intentó dar un paso, pero se detuvo, haciendo una mueca de dolor.

—Estoy bien —dijo, aunque su voz no sonaba convincente.

—No camines, tonta, podrías lastimarte más —le dije, mirándola directamente a los ojos. Sus ojos eran tan bonitos y profundos que por un momento me olvidé de todo lo demás.

—¿Qué hago entonces? —preguntó, visiblemente incómoda pero aliviada por mi presencia.

—Déjame cargarte —ofrecí con una sonrisa—. Así no tendrás que apoyar el pie.

Al principio, trató de negarse, pero al final accedió. Con mucho cuidado, la levanté en mis brazos. Sentí su calor contra mi pecho y no pude evitar sonrojarme un poco. No estaba segura de por qué, pero había algo en esa cercanía que me hacía sentir... diferente.

—Gracias, Grace —murmuró Emma, y aunque su voz era apenas un susurro, sentí  escalofríos 

Mientras la llevaba, pude sentir cómo mis compañeros nos miraban, bueno en realidad solo era Jasper y su novia, Lana. Traté de no prestarles atención y me concentré en asegurarme de que Emma estuviera cómoda.

—Vamos a necesitar hielo para eso —dije, levantándome para buscar al entrenador.

Mientras caminaba hacia el almacén, no pude evitar pensar en lo que había pasado. ¿Por qué había sentido esa urgencia de ayudarla? ¿Y por qué me sentía tan bien al hacerlo? Sacudí la cabeza, intentando despejar esos pensamientos. No tenía sentido pensar en ello ahora. Lo importante era que Emma estuviera bien. 



Han pasado dos días desde el incidente en la clase de activación física, por un lado Jasper no había parado de molestarme al respecto y por otro, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido. Me encontraba en el aula, esperando que comenzara la clase de matemáticas, cuando vi a Emma con una ligera cojera por el pasillo. No pude evitar preocuparme por ella y odie tanto que el profesor entrara por que sino hubiera podido ayudar a Emma a llegar a su aula. 

No podía mentirme, desde aquel día, cada vez que la veía, mi mente volvía a ese momento en que la había sostenido en mis brazos. Me preguntaba si ella también lo recordaba de la misma manera, aunque trataba de no pensar demasiado en ello. ¿Patético, no?

Al final de la clase, decidí irla a buscar para ver cómo estaba. La encontré guardando sus cosas en su casillero, y aunque trataba de disimularlo lamentablemente para ella y suerte para mi tenía una cara muy expresiva, era evidente que le dolía aun. 

THE DAY I MET YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora