CAPITULO 12

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Emma: 

Habían pasado unas semanas desde la fiesta en casa de Jasper, y aunque todo parecía haber vuelto a la normalidad, la verdad es que mi mente estaba en constante movimiento. El recuerdo de aquella noche, cuando Grace y yo finalmente nos sinceramos, aún me hacía sonreír en los momentos más inesperados. Sin embargo, la realidad seguía siendo compleja.

En la escuela, manteníamos las distancias, al menos en público. No era que no quisiera estar cerca de ella, sino que el miedo me seguía acompañando. Un miedo irracional, pero tan real como el latido de mi corazón cada vez que la veía.

Hoy, después de clases, habíamos quedado de vernos en el parque. Era uno de esos días grises y frescos que me gustaban, donde el viento parecía llevarse las preocupaciones con cada ráfaga. Grace ya estaba allí cuando llegué, sentada en nuestra banca habitual, con la cabeza inclinada y el cabello cayendo sobre su rostro mientras miraba algo en su teléfono.

Me acerqué despacio, intentando no hacer ruido. Cuando finalmente me vio, una sonrisa suave apareció en su rostro, y de inmediato sentí ese cosquilleo familiar en el estómago.

—Hola —dije, sentándome a su lado, nuestras piernas rozándose apenas.

—Hola —respondió, levantando la mirada del teléfono y guardándolo en su bolso. Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad del parque.

El silencio entre nosotras ya no era incómodo, pero había algo que llevaba días rondándome la cabeza, algo que no podía seguir ignorando. Tomé una bocanada de aire antes de atreverme a romper la paz.

—Grace, ¿te puedo preguntar algo? —dije, tratando de sonar casual, aunque sabía que la pregunta que estaba a punto de hacer era todo menos eso.

—Claro, lo que quieras —respondió, girando un poco hacia mí, con una expresión curiosa.

—¿Cómo fue que saliste del clóset? —la pregunta salió más rápido de lo que esperaba, y por un segundo deseé poder retroceder el tiempo. Pero ya estaba hecho.

Grace parpadeó, sorprendida por la pregunta, y pude ver cómo su mente trabajaba rápidamente para encontrar las palabras adecuadas.

—Bueno... —comenzó, frotando sus manos como si tratara de juntar sus pensamientos— No fue fácil. No lo es para nadie, creo. Pero lo supe desde pequeña, y cuando lo acepté, supe que tenía que ser honesta conmigo misma y con los demás. No quería seguir viviendo una mentira. Al principio, solo se lo conté a mis amigos más cercanos. Jasper fue el primero en saberlo, luego Elizabeth. Fue un proceso, pero me di cuenta de que no podía seguir escondiéndome. Mis padres no lo tomaron tan bien al principio, pero con el tiempo lo entendieron.

Mientras hablaba, no pude evitar sentir un poco de envidia. Grace había sido valiente, había enfrentado el mundo con la verdad en sus manos, mientras que yo seguía escondiéndome.

—Y... ¿cómo lo llevas ahora? —pregunté, mi voz más suave, como si temiera la respuesta.

—Es parte de quien soy —encogiéndose de hombros— Ya no pienso en ello tanto como antes. No tengo que salir del clóset con cada persona que conozco. Si surge, surge. Si no, no me preocupa.

Asentí, mordiéndome el labio. Grace notó mi inquietud y se inclinó hacia adelante, poniendo su mano sobre la mía.

—¿Por qué me preguntas esto, Emma? —sus ojos me miraban con ternura, y su tacto era reconfortante, pero la pregunta me hizo sentir vulnerable.

Bajé la mirada hacia nuestras manos entrelazadas, sintiendo el calor de su piel contra la mía, y finalmente decidí ser honesta.

—Es que... no sé si estoy lista para... para ser tan abierta como tú. —sentí mi voz temblar, y antes de que pudiera detenerlo, las palabras salieron en un susurro— Me da miedo lo que pueda pasar si todos se enteran.

THE DAY I MET YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora