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La noche había caído hace un par de horas, un día frío como la mayoría de las noches

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La noche había caído hace un par de horas, un día frío como la mayoría de las noches.

Roier corría por las calles de aquel pueblo recóndito, nadie podía verlo correr, solo se sentía el empuje del viento que dejaba.

Él era un ser descuidado, iba por las calles mordiendo a cualquier persona sin pensar en las consecuencias, las mataba y simplemente se iba dejando a las autoridades de la zona confundidas.

Era una persona importante en su sociedad, pero le gustaba cazar por sí solo, que le llevarán la comida a sus pies no era su estilo, pero aquella noche fue diferente.

Nunca pensaba en las consecuencias, simplemente estaba sediento de sangre y eso lo cegaba hasta el punto de morder a un niño inocente.

El problema fue que él había decidido morder a la persona equivocada.

Observaba al castaño, alto y fuerte que se encontraba a unos metros de él, podía oler su delicioso aroma desde lejos.

Aquella persona abrió la puerta de su hogar y fue el momento en el que Roier se acercó y en menos de un segundo su boca estaba por morderlo.

Roier tenía los reflejos rápidos, pero no pudo reaccionar cuando la persona a la que estuvo a punto de morder lo tomó del hombro y lo empujó dentro de su casa evitando ser mordido.

Se levantó al instante y volvió a ir contra él, sus colmillos estaban expuestos listos para saborearlo, pero el humano volvió a golpearlo aunque esta vez sí pudo reaccionar, Roier era más fuerte que cualquier ser en la tierra, unos golpes no le hacían nada.

El hombre le dio una patada en el estómago haciendo que chocará contra la pared contraria de aquel salón.

El humano se incorporó al instante —No te acerques— dijo él, sacando un arma de su chaqueta y viendo como comenzaba a acercarse —No des un paso más— volvió a advertir.

Roier sonrió, abrió su boca mostrando sus colmillos y dio un paso adelante desafiante, comenzó a caminar hacia el hombre y sin llegar a tocarlo este le disparó cerca del corazón.

La bala parecía más efectiva que una simple y común munición, le estaba ardiendo el pecho, le quemaba.

El humano se acercó a la puerta y simplemente la cerró.

—¿Qué... es...?— dijo Roier tocando su pecho, levantó su vista mirando al hombre y saltó hacía él ahora queriendo nada más que su muerte.

Más disparos salieron de esta a gran velocidad pero no detuvo al vampiro, nada lo detenía, estaba molesto y en su mirada oscura se veía.

—Sí me matas no podrás salir de aquí y tú morirás después— habló el hombre castaño el cual ya se había quedado sin munición y a unos centímetros de su atacante.

Atropa belladonna - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora