Quattuor

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Los días pasaban y era tan igual como los anteriores, Cellbit le traía sangre a Roier, le tomaba una muestra de sangre en su laboratorio y al final le daba una sustancia extraña que lo hacía actuar de maneras diferentes

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Los días pasaban y era tan igual como los anteriores, Cellbit le traía sangre a Roier, le tomaba una muestra de sangre en su laboratorio y al final le daba una sustancia extraña que lo hacía actuar de maneras diferentes.

Cada día el vampiro se sentía más débil a pesar de beber sangre, pues el gastar energía en sustancias de procedencia extraña lo debilitaba de sobre manera y al humano no parecía importarle en lo más mínimo, o eso hacía ver.

Hoy no fue la excepción, había llegado con sangre, y después de haberle tomado la muestra de siempre, ahora procedía a inyectarle una sustancia diferente, amarilla.

Esta vez Cellbit no dijo el nombre de ello y tampoco le comunicó cómo se iba a sentir.

Simplemente se sentó en el sillón a esperar la reacción y Roier se alivió al no sentir nada extraño.

—¿Qué era...— pronunció el vampiro pero fue interrumpido por el sonido de una bala directo a su hombro.

Cellbit sonrió —¿Cómo se siente?

Y Roier pensó que la bala no había ido a parar hacía él porque no sentía nada.

El humano se incorporó del sillón y se acercó al contrario.

—Te pregunté cómo se siente— pronunció justo antes de tomar su brazo y romperlo.

Roier no sintió nada, y su curación fue mucho más rápida.

—¿Qué es?— preguntó el vampiro observando su brazo como si nunca hubiera recibido ruptura alguna.

Ahora que lo pensaba, segundos después de haber tenido la sustancia en su cuerpo este se sentía bien, ya no estaba débil.

Vida— fue lo único que dijo el castaño alejándose y manteniendo una distancia promedio con el vampiro.

Roier podía escuchar los latidos de su corazón acelerarse y cómo disminuían a los segundos.

—¿En qué piensas?— preguntó el más bajo acercándose a velocidad hacia Cellbit quedando muy cerca, tanto que podía sentir la respiración del humano.

—¿Qué haces?, aléjate— dijo incómodo y lo empujó.

—¿Te pongo nervioso?— pronunció cada sílaba con una sonrisa acercándose de nuevo al hombre alto.

El humano le disparó en la cabeza con balas normales y Roier se detuvo —Me estresas y sofocas así que mantente alejado.

Al tener aquella sustancia en su cuerpo no había sentido nada, había sanado muy rápido y es como si no le hubieran disparado.

Cellbit se fue de la sala principal y subió al segundo piso y se encerró en su habitación.

Alistaba más armamento porque las últimas veces que había salido pudo sentir como lo seguían a plena luz del día.

Atropa belladonna - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora