Hermione y Snape continuaron viéndose en secreto, pero la tensión entre ellos crecía. Snape se volvió cada vez más celoso, especialmente cuando Hermione hablaba con otros hombres.
Un día, en el comedor, Hermione se rió con Ron Weasley. Snape la miró con una expresión oscura, y Hermione se dio cuenta de que estaba celoso.
"Severus, no hay nada entre Ron y yo", le dijo Hermione esa noche, cuando estaban juntos en el rincón oscuro de la biblioteca.
Snape la miró con intensidad. "No puedo evitarlo, Hermione. Te amo demasiado. No quiero perderte".
Hermione se acercó a él. "No me perderás, Severus. Te amo".
Snape la abrazó con fuerza. "No te vayas de mi lado, Hermione. Por favor".
De repente, escucharon un ruido. Era Draco Malfoy, que los había seguido.
"¿Qué está pasando aquí?", preguntó Draco, mirando a Hermione con desprecio.
Hermione se apresuró a inventar una excusa. "Estoy solo ayudando al profesor Snape con su investigación".
Draco la miró con desconfianza. "No te creo", dijo, antes de irse.
Snape se volvió hacia Hermione. "Tenemos que ser más cuidadosos", dijo. "No podemos permitir que nos descubran".
Hermione asintió. "Lo sé. Pero no puedo evitarlo. Te amo, Severus".
