La batalla entre Hermione, Snape y Draco fue intensa. Los tres lanzaban hechizos y contrahechizos, sin dar tregua.
Hermione y Snape luchaban juntos, como una pareja perfecta. Sus hechizos se complementaban, y lograban defenderse de los ataques de Draco.
Pero Draco no se rindió. Siguió lanzando hechizos, cada vez más fuertes.
Snape se puso delante de Hermione, protegiéndola. "No te acerques a ella", le gritó a Draco.
Draco se rió. "¡Eres un traidor, Snape! ¡Y una puta, Hermione!"
Hermione se enfureció. Lanzó un hechizo que hizo retroceder a Draco.
Snape se volvió hacia ella. "Hermione, no te dejes llevar por la ira".
Hermione lo miró. "No puedo evitarlo, Severus. Quiero protegerte".
Snape sonrió. "No necesitas protegerme, mi amor. Estoy aquí para protegerte a ti".
Y con eso, Snape lanzó un hechizo que derrotó a Draco.
La batalla había terminado. Hermione y Snape se abrazaron, exhaustos pero felices.
"Te amo", le dijo Hermione a Snape.
"Y yo a ti", respondió Snape. "Por siempre".