00:00am Puerto Rico.
- Alondra...
Su voz se oye entrecortada, necesitada. Hay un pequeño quejido en su llamado, una irritación que crece a medida que mueve las caderas contra la regadera entre sus muslos. Empieza a dolerle el culo, también la espalda, por estar sentada en el suelo de la ducha, con el cuerpo arqueándose y contorsionándose, mientras persigue su orgasmo. Rai gime y se lleva la mano libre a su vagina, acariciando la piel, la creciente presión sobre su clítoris da paso a un nuevo pico de placer. El agua es incesante contra su clítoris y ella está tan, tan estimulada.
Parece que lleva horas así. Está a punto de llorar de frustración, a punto de tirar la regadera a un lado, a punto de exigirle a su mejor amiga que se la folle, sin importar nada más. Necesita correrse, pero no lo consigue.
De reojo, rai percibe un movimiento y entonces ve a alondra de rodillas fuera de la ducha, con el pelo revuelto y ondulado por su siesta matutina y la camisa colgando de su hombro. Alondra mete la mano por la puerta abierta de la ducha y echa hacía atrás el pelo mojado que ha caído sobre la cara de rai. Sus dedos se detienen junto a la oreja de rai, acariciando, haciendo cosquillas en la sensible piel. Sus uñas se arrastran ligeramente y un escalofrío recorre a rai. - ¿Qué pasa, rai?
Rai siente que su vientre se tensa cada vez más y se muerde el labio inferior mientras presiona con más fuerza el cabezal de la ducha contra su vagina. Siente punzadas de dolor y espasmos antes de que todo se nivele, sin resultado. Rai se muerde el labio inferior con más fuerza hasta que se le llenan los ojos de lágrimas. - No puedo, - llora. Se lleva las rodillas al pecho, la regadera que parece traicionarla queda atrapada entre sus muslos y se tapa la cara con las manos.
- Rai, - suspira alondra, con sus gruesos dedos rodeando las muñecas de la menor. Rai piensa que debe de tener un aspecto lamentable; su húmedo cuerpo abatido bajo la ducha, tan agotada que no sabe qué hacer consigo misma. Rai abre los ojos, mira a su mejor amiga cuando alondra atrae sus manos hacía las suyas. Sus ojos parecen casi tristes pero hay una suave y cálida sonrisa en su rostro. - ¿Qué necesitas?
Rai quiere que se la follen, sabe que sería la forma más fácil y rápida de acabar con la miseria en la que se ha metido. Y cree que podría convencer a alondra de hacerlo también, al menos con un juguete. Pero por muy desesperada que esté, rai no quiere forzar nada con lo que no se sientan cómodas al cien por cien.
Rai respira hondo y mueve las caderas de un lado a otro cuando el agua golpea su clítoris.
- Te deseo.Alondra asiente y rai ve cómo los ojos de su mejor amiga se oscurecen.
- Sujeta la regadera, - le ordena.
- Ponte cómoda. - Rai obedece y vuelve a abrir las piernas para aliviar la presión sobre su trasero. Se agarra con fuerza a la regadera cuando alondra clava sus uñas en uno de sus muslos; un jadeo se escapa de sus labios entreabiertos y sus caderas se mueven bruscamente bajo el chorro de agua. - ¿Bien?- Sí, - suelta rai, mientras siente como su vagina se contrae alrededor de la nada. - Más.
Alondra arrastra las uñas por el suave vientre de rai hasta que llega a su pecho, toma la suave piel y aprieta con fuerza. Rai echa la cabeza hacía atrás, sin importarle golpear el cristal. Se lame los labios mientras el pulgar de alondra frota su pezón tratando de endurecerlo. La piel se tensa rápidamente, siempre tan sensible y fácil de complacer en esos momentos, y alondra hace deslizar sus dedos de un lado a otro. Esto provoca una punzada en la vagina de rai, un gemido tan estridente y fuerte que resuena en la ducha. El brazo de la mayor empieza a doler por la fuerza que está empleando para aproximar la regadera. Quiere algo más que las manos de alondra y rai está casi a punto de exigirlo cuando alondra se separa completamente de ella. Un puchero se dibuja en sus labios, pero cuando levanta la cabeza, se sorprende al ver a alondra entrando a la ducha. Su mejor amiga se arrodilla a ambos lados de los muslos de rai, lo bastante lejos como para no impedirle moverse, pero lo bastante cerca como para que el agua que cae sobre rai la salpique a ella.
- Vamos, rai, - insiste alondra. Su mano cubre la de rai sobre la regadera, la empuja de nuevo contra la vagina de rai, una instrucción silenciosa para que deje la regadera donde está, antes de volver su atención al pecho que había descuidado antes. El pezón ya está duro, ya no es rosa sino rojo intenso, y alondra lo toma entre el pulgar y el índice, haciéndolo rodar lentamente antes de pellizcarlo y girarlo con fuerza.
- Mierda, - gime rai, con la voz ronca y aguda. Mueve las caderas y su mano libre se posa en la cadera de alondra, insitando a la a la rubia a acercarse más. Alondra no se acerca tanto como rai desearía, pero entonces la mano de alondra se desplaza para enredarse en su pelo, agarrando los mechones y tirando hasta que rai se sienta erguida. El cambio de ángulo, la fuerza que hay detrás, provoca algo, y los dedos de rai se curvan.
Alondra le sonríe. - ¿Estás cerca? - pregunta, volviendo a tirar del pezón de rai y dejando que el borde de la uña del pulgar se clave ligeramente.
- Tan, tan cerca, - murmura rai, con la desesperación en la voz tan densa como el líquido que gotea de su vagina hinchada. Los labios de alondra se mantienen justo fuera de alcance y rai quiere gritarle, llamarla imbécil por burlarse cuando sabe lo frustrada que está, lo ansiosa que está. Pero entonces alondra se acerca y muerde el labio inferior de rai, su lengua sigue después, una lamida pequeña para calmar el dolor. Rai suspira, cierra los ojos y acaricia la cadera de alondra mientras siente que la mano de la mayor se posa en su garganta. Gime, siente que resuena contra la mano de alondra, y asiente apenas un poco por si alondra considera que necesita permiso.
La mano de alondra se tensa, sus dedos rozan el cuello de rai un momento antes de empezar a apretar, con las yemas de los dedos presionando hacía arriba. Alondra la mira con tanta devoción, con tanto deseo reflejado en la cara, que rai pierde el sentido un poco más rápido de lo que esperaba. Los músculos de sus muslos se flexionan, los dedos de los pies vuelven a curvarse y rai se pierde en la sensación de mareo. Su respiración, ya de por sí entrecortada, se le atasca en la garganta, y el agarre de alondra se hace más fuerte, dificultando aún más la entrada del aire que tan desesperadamente necesita. - Quiero que te corras por mí. - La voz de alondra suena como un susurro que se mezcla con el ruido blanco que crece en sus oídos.
Rai esta ahí mismo, tan cerca de nuevo que puede saborearlo y con las pocas fuerzas que le quedan, empieza a arrastrar el cabezal de la ducha arriba y abajo a lo largo de su vagina. Quiere que sus ojos permanezcan abiertos, le encanta ver a alondra mirándola, pero de pronto es como si finalmente se prendiera fuego y todo su cuerpo se tensara. Sus ojos se cierran, sus caderas se mueven y la mano de alondra desaparece mientras rai toma aire con un gemido agudo. - Mierda, - inhala, con las caderas agitándose tan fuerte que alondra tira de ella para acercarla. Rai muerde la camiseta de alondra y sus dientes rozan la piel que hay debajo. Suelta la regadera cuando ya es demasiado, con la vagina tan sensible por el tiempo que ha tardado en correrse.
Alondra mete la mano entre las dos y quita la regadera de en medio, sin preocuparse de rociarlo a sí misma en el proceso de apartarla de rai. - Buena chica, - tararea alondra, rascando ligeramente el cuero cabelludo de rai. Su otra mano permanece entre ellas, con las yemas de los dedos extendidas y frotando fuertes y amplios círculos alrededor del clítoris de rai, ayudándola a sobrellevar su orgasmo. Alondra aparta la mano cuando siente que rai se queda casi flácida contra ella. Se echa hacía hacía atrás y besa la frente sudorosa de rai. - ¿Mejor?
Rai se acurruca. - Dios, sí, - suspira. Su voz es un poco confusa y rai se aclara la garganta sin éxito. - Gracias.
- Siempre, mi amor. - rai gime pegada a ella y alondra suelta una carcajada mientras vuelve a tirar del pelo de la menor. - Vamos. Vamos a secarte y a la cama. Creo que necesito otra siesta.
M.