Donovan

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Donovan

Observé la espalda de Col perderse escaleras arriba antes de tomar una respiración profunda. Esto era malo, muy malo, podía oler la muerte en el aire. Y al alfa acercándose. Dex se pondría furioso. Mikey no estaba bien, y no eran las heridas humanas las que me preocupaba. Me acerqué hasta la habitación de invitados y entré sin llamar. El olor a magia podrida se hizo más fuerte, como un lobo que había tenido un rose pasado con la muerte tenía una nariz más sensible para ese tipo de cosas.  Chase se levantó de un golpe girándose con un poco de miedo hasta que me reconoció y su postura se volvió a relajar mientras terminaba de acomodar un sachet de sangre en el brazo de Mikey.

—Perdió un poco de sangre pero ya la estamos remplazando, limpié todas las heridas y no parecen tan malas, quizás una costilla rota, pero…—los ojos de Chase se dirigieron al vendaje en el cuello. —hay una mordida allí, parece infectada, le puse antibióticos, solo queda esperar.

—no harán nada—los ojos pálidos de Chase revolotearon en mi dirección como los de una ardilla asustada—es el vínculo roto, un humano no tiene la energía mágica suficiente para curarlo, incluso si Mikey lo aceptara que quizás conociendo su tonto enamoramiento por Col lo hizo, no tiene las habilidades de curación de un cambia forma

—quizás con un poco de tiempo…

Negué, el humano me lanzó una mirada incómoda luego de reevaluar mentalmente las posibilidades de Mikey.

—¿quien se lo dirá al alfa de arriba?— Chase parecía en verdad asustado y no lo culpaba, los lobos alfa tenían una fama y no era por nada.

—No lo haremos, esperaremos.

—¿a qué?

El olor del azufre y sangre muerta llegó a mi antes de la explosión de energía. Chase soltó un grito y dio un paso atrás.

—a mi, cariño—dijo una voz cantarina a mi espalda. Fue como ver un choque de trenes suceder frente a mis ojos , antes de que pudiera girarme el rugido de un lobo a medio cambio atraído por el grito de chase  llegó desde la puerta.

—esa no es forma de recibir a tu otra mitad—gruñó el mago que acababa de aparecerse en mi casa por y literalmente arte de magia. Lo que debería ser imposible debido a los encantamientos protectores del territorio pero no del todo sorprendente conociendo la naturaleza del mago.

—Detente Colson—Gruñí en cuanto el muchacho se puso en posición de ataque, esta no era la forma en la que esperaba que ocurrieran las cosas. Pero el estúpido brujo de nariz respingona, piel pálida, rizos oscuros y voz cantarina nunca había sido realmente predecible, u obediente. Le pedí que viniera y lo hizo, debería sentirme afortunado de que respondiera a mi llamado tan pronto,  pero como siempre con los brujos, todo era en sus términos.

Ervin Malyster, conocido como el terror negro, había desarrollado la fama de ser peligroso y temible, un brujo de sangre, que había sacrificado a su propio padre por poder e inmortalidad según las leyendas. Nigromante y en parte vampiro, era conocido por generar caos y destrucción donde iba, envuelto en un manto de sombras, la mayoría de las personas no conocían su aspecto real de niño de 12 años con colmillos puntiagudos y ojos rojos.

—esa no es forma de recibir a tu otra mitad—dijo molesto observando a Colson y luego a mi. Se veía casi traicionado, supongo que no le gustaba que otras personas descubrieran como se veía detrás del mito y el disfraz de los encantamientos. Con mas de 300 años de vida caprichosa Ervin Malyster : el terror negro; se había grajeado una reputación sombría.
Un segundo gruñido desde la entrada de la casa tuvo mi corazón saltándose un latido. Mierda, no hacía falta que lo compruebe, era Dex, lo sabía en mi piel, en mis huesos, podía saber cuando el alfa estaba cerca, como si una brújula invisible me indicara todo el maldito tiempo donde estaba. Estábamos unidos, incluso si no éramos compañeros, había un lazo que inexplicablemente siempre nos había atado.

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