49. El fin y un nuevo comiezo

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Thomas:

Estábamos hace cuatro horas en el hospital.

Había tratado mis heridas y las de Dylan.

Pero aún así me seguía doliendo todo.

Es curioso como los hospitales son capaces de curar a la perfección tu cuerpo, pero aún no inventan el modo de reparar tu alma.

Tus sentimientos, tus emociones, tu dolor.

Había sido mucho dolor para una sola noche.

De hecho, era demasiado dolor para una sola vida.

Había visto como una bala atravesaba en cráneo de una persona a la cual ya consideraba una amiga cercana.

Había visto al amor de mi vida morir justo frente a mí, y luego lo había visto regresar de la muerte.

Luego en el hospital, me habían contado que habían encontrado el cadáver de mi prima.

Y el de Ana.

La hermanita de Susan había muerto en el salón de operaciones.

Y qué la casa de mi padre se había incendiado con él en el interior.

Está muerto.

Todos ellos.

Solo me quedaba Andy.

Solo me quedaba la persona que había muerto unas tres veces en la sala de operaciones y había vuelto a la vida.

La misma persona que se encontraba ahora mismo frente a mí, acostado en una cama de hospital, luchando contra la muerte, aferrándose a la vida.

Tenía que sobrevivir.

No podía habernos llenado de esperanzas para luego esfumarlas.

El destino no podía ser tan cruel.

No podía arrebatármelo a él también.

A él no.

Puedo superar cualquier muerte menos la suya.

Él no me puede dejar.

No puede.

No se lo permito.

–Debo ir a casa—levanto mi vista hacia Dylan, él tampoco se ha movido de su lado desde que salió del salón, no le ha quitado la vista de encima ni un segundo, temiendo al igual que yo que la muerte entrara a robárselo en cualquier momento—Debo encargarme de Will, y de mi padre.

Claro, su padre.

El líder de Nyx.

Seguro estaba molesto porque su hijo había matado a media organización.

Y algo me decía qué iba a matar al resto.

Asentí en respuesta y lo sigo con la mirada mientras se pone de pie y sale por la puerta.

Volvería.

Tenía la certeza.

Era una bestia con instintos de cazador.

Nada podía con él.

Yo también debía ir a casa.

No me gustaba la idea de dejarlo solo, pero yo no podía hacer nada.

Todo dependía de Andy y su voluntad de vivir.

Y si no lo lograba, yo no podía estar cerca de nuevo.

O, ¿Cómo te quitas la vida en medio de un hospital?

No puedes. Por eso debía de encontrarme lejos si él moria.

La forma más hermosa de suicidarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora