Capítulo Seis

153 28 0
                                    






Otro grito quejumbroso de Nicky hizo que Fluke se pusiera en acción. Se apresuró a salir del cuarto, con la única intención de llegar a Nicky. Su grito debió despertarlo. El pánico empezó a invadirlo.

Tenía que lograr que Ohm se fuera como sea. Tenía que deshacerse de él por completo. Había sido un idiota al mostrarle la carta de agradecimiento del hospital por tan magnífica donación, pero algo se había roto en su interior cuando escuchó los insultos tan viles que le tiró a la cara.

Pero Nicky gritando era un desastre aún peor.

Nicky estaba sentado en la cama, algo angustiado por haber sido despertado, aún medio dormido. Se sentó en la cama y lo estrechó contra él, tratando de ocultarlo de la vista.

—Está bien, cariño, simplemente túmbate y duérmete otra vez. Fue algo ruidoso en la tele, eso es todo —
Pero Nicky estiraba el cuello para tratar de ver por encima del hombro.

Oyó algo en griego detrás de él y se congeló. Luego unos fuertes pasos sobre la alfombra raída.

—¿Tienes un hijo? —Fluke no soltó a Nicky y se mantuvo de espaldas a Ohm.

—Sí —Tenía los dientes apretados, y sentía un hueco en el estómago por el miedo —Conocí a alguien más... mi hijo tiene tres. Acaba de cumplir los tres...

Su voz era tensa. ¿Le creería Ohm?

Nicky se retorcía en sus brazos, desafiando su intento de que se acostara otra vez.

—¿Quién es ese hombre? —preguntó.

—Sólo una persona que visita a Papi. Acuéstate muñequito —Desesperado, lo instó a que se recostara de nuevo sobre la almohada, pero él se esforzaba para enderezarse.

—No soy un muñeco —dijo claramente: —Soy Nicky. Y no tengo tres, papá. ¡Tengo cuatro años! —
Hubo un chirrido, un sonido de respiración brusca detrás de él, y luego la habitación se inundó de luz.

Fluke parpadeó, cegado por el brillo. Escuchó ruido de pasos, rápidos, urgentes y una mano en su hombro lo apartó de su hijo para que su rostro fuera visible.

Su cara, con oscuros ojos Thitiwat, su pelo negro, su tono de piel del Mediterráneo. Sólo la forma de la cara era como la suya.

—Thee mou...

La voz de Ohm temblaba. Los ojos de su hermano lo miraba la cara a través de su sobrino.

***

Fluke removió el café en su taza de un lado a otro con la cucharita. Quería beberlo, estaba desesperado por cafeína, desesperado, en realidad, por cualquier cosa que pudiera lidiar con sus nervios, pero estaba demasiado caliente. En el otro extremo de la mesa de la cocina, con las palmas cuadradas en la superficie, Ohm aparecía como una presencia impía inclinándose amenazadoramente hacia él.

Fluke se encogió en su silla.

—¡Dame una buena razón para haberlo ocultado! ¡Una!

Su voz lo acuchillaba, y la cucharadita se movía con fuerza en su mano. ¿Una buena razón? ¡Fluke podría darle una docena!

—Pienso que es obvio —dijo Fluke con fuerza. Levantó los ojos, como pesos muertos, hasta Ohm.

Ohm lo miraba fieramente. Había ira en su rostro, y algo más, mucho más. Pero no sabía qué era. Nunca había visto esas emociones en él antes. Estaba acostumbrado a sólo tres emociones: diversión, disfrutando de su ingenuidad, como lo había hecho en el comienzo de su relación, cuando él había estado tan encandilado por él y el mundo en que vivía, alternando con deseo, cuando sus ojos tomaban una expresión que aprendió a conocer bien, enviando temblores través de él, derritiéndolo.

Y luego, al final, la ira. Sólo ira.

La ira que lo había matado.

Y lo estaba matando otra vez... pero esta vez Fluke tenía una respuesta. La única que podía dar.

—¿Crees, —dijo con aplomo —que habría sido una buena noticia? ¿Saber que dejé Grecia embarazado? ¿Lo hubiera sido? — Algo brilló en los ojos de él. Luego desapareció.

—Hubiera sido un consuelo para mis padres — Fluke rió áspera y desagradablemente.

—¡Lindo consuelo! ¿Conmigo como el padre de su nieto?

—Te van a aceptar. Por amor a su nieto.

Su boca se abrió involuntariamente cuando captó el significado de lo que
acababa de decirle.

—¿Qué quiere decir con me van a aceptar?

Sus labios se apretaron.

—Volaremos a Grecia sin demora.

Fluke lo miró.

—¿Estás loco? —Su voz sonaba hueca.

—Estás tú loco —replicó Ohm con dureza —si imaginas que dejaré aquí a mi sobrino, criándose en este basurero.

—¡No hay nada de malo en este piso! Es limpio y está en una parte tranquila de la ciudad, esto es todo lo que podía permitirme una vez que yo... — Su voz se rompió.

Otra emoción transfiguró la cara de Ohm. Se puso de pie.

—¿Por qué lo hiciste, Fluke?

Había algo extraño en su voz.
Cerró los ojos y luego los volvió a abrir. Miró a Ohm, pero no lo veía. Sólo veía el rostro atormentado de su hermano, su marido. Quién se había casado con él para salvarlo, y para salvarse él mismo.

Y los condenó a los dos.

—¿Cómo lo podía conservar? —respondió Fluke con voz entrecortada, mirando hacia abajo su café, incapaz de seguir mirando a Ohm.

Un sonido, como un chillido, salió de su garganta.

—¿Cómo? ¡Muy fácil me imagino! Es por lo que te casaste con él, ¡Por su dinero! — Sus dedos apretaban la cucharilla.

Levantó la cabeza.

—Fue por seguridad financiera. Me quedé con lo suficiente como para asegurarme eso.

Ohm tenía la boca apretada, y miró la cocina lentamente. Los aparatos estaban muy pasados de moda ya que no podía permitirse el lujo de reemplazarlos, y los pisos eran de vinilo bastante usado.

Fluke lo miró a los ojos.

—Había sido pobre antes, Ohm —dijo en voz baja —No fue tan duro volver a serlo. Y Nicky está teniendo una buena infancia, no tengo que trabajar, puedo estar con él todo el tiempo. Este es un barrio decente, está teniendo una vida normal. Sé que esto no es lo normal para tus estándares, pero para la mayoría de la población, esto es perfectamente adecuado. Cuando vaya a la escuela voy a empezar a trabajar, y eso significará más dinero para cuando Nicky crezca.

—¿Y cuando pregunte por su padre? — El cuestionamiento sonó duro, y la respuesta forzada.

—Ahora muchos niños no tienen a sus otros padres. Eso ya no es un estigma — Sus cejas se unieron. De repente se veía formidable y sintió que un temblor lo recorría.

—¿Estigma? ¿Por qué sería un estigma ser el hijo de mi hermano y su esposo? — Sus dedos se apretaron.

–Y... Yo quise decir... —Su voz se apagó.

Los ojos de Ohm se posaron en él como sopesándolo.

—Igualmente eso es irrelevante. Todo lo que importa ahora es que el niño necesita a su otro padre, y él va a tener uno —Su mirada se abrió, sin comprender.

—Me tendrá a mí —dijo Ohm —Como su padrastro lo adoptaré, y crecerá como si fuera mi hijo. Y... —una nota sardónica se notó en su voz —... te permitirá alcanzar el objetivo que anhelaste alguna vez. ¡Serás mi esposo después de todo! — Mientras Ohm hablaba, cada último rastro de color desapareció de su rostro.

El sueño que había tenido alguna vez, hacía tanto tiempo, acababa de convertirse en una pesadilla.

El secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora