Capítulo Ocho

431 62 5
                                    








Fluke se quedó mirando las perlas en el estuche de terciopelo mientras se sentaba en el amplio asiento de cuero del jet ejecutivo que volaba hacia Atenas.

—Permíteme ponértelo —La voz de Ohm sonaba ronca.

—N... no, no hay necesidad. Son exquisitas, lo puedo ver —Su voz sonó tensa.

—¿Qué pasa, Fluke? Te encantaba que te regalara joyas — La sensualidad en su voz se había esfumado. Sólo había nitidez ahora. Y cuestionamiento.

Fluke levantó la cabeza para mirarlo.

—Quizás la madurez me ha hecho superar mi codicia finalmente —respondió Fluke.

Lo miró calmadamente

—Y quizás —replicó él lentamente —nunca fuiste tan codicioso como yo pensaba. Quizás nunca me di cuenta de las privaciones que tenía la vida que llevabas. Nunca me di cuenta... —su expresión cambió, —de cuán irreal debió parecerte mi fortuna.

—Era como un niño en una tienda de caramelos —dijo Fluke, apartando sus ojos de los de él, mirando las nubes tenues del cielo, recordando, —recibiendo los dulces más fabulosos de la tienda de manos del mismísimo Príncipe Encantado. No, no fue mi intención ser codicioso... pero lo fui. Tomé todas las cosas que me dabas y me deleité en ellas.

Tragó saliva con un nudo en la garganta y se volvió para mirarlo a los ojos.

—Pero nunca más quiero serlo. Así que por favor... por favor no me regales joyas. Sólo soy tu esposo por el amor de Nicky, lo sé. Yo... no quiero, no sé, Ohm. Es una lección que aprendí hace tiempo — Sintió que la emoción lo embargaba y se levantó.

—Yo..., voy a ver a Nicky, para asegurarme de que esté bien.

Fluke corrió a la cabina dormitorio, en la parte trasera del avión, donde un exhausto Nicky dormía después de la emocionante boda entre su padre y su estupendo tío Ohm. La garganta de Fluke estaba apretada.

Tengo que decirle, pensó. Tengo que hablarle de Nicky. La verdad...

Lo haría tan pronto como la dura prueba de conocer a los padres de Ohm acabara.

***

Ohm lo siguió con la mirada. Sentía su corazón atribulado. Se había casado por amor a Nicky, pero no sólo por él, lo sabía.

Fluke, tan suave en sus brazos, rebosante de pasión. Hambriento de él. Muerto de hambre por él...

Era como al principio, pero más. Fluke sentía remordimientos, lo sabía, había regalado el dinero de Nikos, criando a Nicky con una renta mísera.
Había tenido el valor, el coraje de hacer eso...

E incluso ahora, como su prometido, sólo quería que gastara su dinero en Nicky. Su corazón se estrujó. Nicky, su hijo del corazón, aunque no de sus cuerpo. Se sintió atraído hacia él con un amor que había sido instantáneo, que lo consumía todo.

Y Fluke vino con él, con el niño que ya amaba... Fluke...

Su corazón se estrujó nuevamente.
¡Voy a hacer que este matrimonio funcione! ¡Thee mou, voy a hacerlo!

***

Tenso como una tabla, de la mano de Nicky, Fluke permanecía de pie mientras los padres de Ohm se apresuraban hacia ellos a través de la enorme y meticulosamente decorada sala de la mansión Thitiwat en Atenas.

¿Qué pasaría si rechazaban a Nicky por ser su hijo? La Perlas a la que culpaban por la muerte de Nikos.
Se escuchó una salva de emocionado griego, y luego el padre de Ohm levantó a Nicky, abrazándolo contra él.

El secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora