Capítulo Siete

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—No puedes estar diciendo esto... no puedes —La voz de Fluke fue apenas perceptible.

El shock se estaba apoderando de él, shock sobre shock. Fluke ya no podía hacerle frente, no con lo que había sucedido en el espacio de menos de una hora...

Hasta hacía una hora, su vida había sido normal. Ahora Ohm Thitiwat lo había tomado por asalto de nuevo, exigiendo su cuerpo. Y su hijo. Lo primero ya se lo había dado... pero ¿podría darle esto último?

Ohm lo miró con su oscura e implacable mirada, mientras él estaba sentado a la mesa de la cocina, con el café enfriándose frente a él.

—Pero lo hago. Criaré al hijo de mi hermano como si fuera mío. —Su expresión cambió —¿Por qué este show de resistencia? Te estoy dando lo que soñaste, te haré mi esposo.

—Ese sueño se terminó hace mucho tiempo, cuando me di cuenta de cuán tonto había sido — Su boca se apretó.

—Un tonto por pensar que me podías atrapar en el matrimonio. Para poder gastar aun más mi dinero en ti —Su mano hizo un gesto en el aire —¡Ya es suficiente! Como mi esposo y padre de mi sobrino, serás tratado consecuentemente. Y al menos... —sus ojos se llenaron de una expresión que él conocía al dedillo, una que le hacía retener el aliento y aligerar sus extremidades — ...sé que en la cama seremos tan buenos como siempre lo fuimos.

Fluke se puso de pie, ruidosamente empujando su silla hacia atrás.

—No, no me casaré contigo. ¡Jamás!

Él se reclinó en su silla, parecía despreocupado.

—Entonces, ¿Te enfrentarás a una batalla de custodia que hará que desees nunca haber nacido.

Fluke se tambaleó.

—¡Ningún tribunal lo alejaría de su padre! —Su tono sonó estridente por el miedo.

El rostro de Ohm se endureció.

—¿Cree que tu pasado es un libro de lectura edificante? Fuiste mi amante mimado durante seis meses! Bebiendo a lengüetadas todo lo que te di, ávido de más. Estabas dispuesto a concebir un hijo simplemente para obligarme a casarme contigo. Y cuando me di cuenta del farol, te fugaste con mi hermano de veintidós años para intentar el mismo truco con él. Sabías muy bien que había tenido años de tratamiento psiquiátrico, pero lo único que te importó fue persuadirlo de casarse contigo y que te dejara embarazado. Y un mes, ¡un mes!, después de casarte con él, ¡te encontró con otro hombre! Un hombre tan depravado que sacó un cuchillo contra de Nikos y lo usó.

—Que murió también —susurró Fluke con un hilo de voz —Ellos murieron juntos, cayendo por las escaleras mientras luchaban..

Las náuseas lo inundaban, ola tras ola, a medida que la visión de la pesadilla regresaba y era nuevamente testigo de aquella horrible lucha, aterrado en la parte superior de la larga escalera de piedra en la casa de Nikos, en Atenas. Escuchaba su voz, gritando, gritando...

—Nunca debí casarme con él.. —La culpa lo aplastó —Por eso regalé su dinero... Nikos murió por mi causa. No tenía derecho a ese dinero —
Se dio vuelta.

Las manos de Ohm se apoderaron de sus hombros, pesadas, pero no duras.

—¿Dar a luz a tu hijo te hizo dar cuenta de lo que habías hecho? ¿Puso
finalmente una pizca de moralidad en ti? ¿Algo de remordimiento? —
En la voz de Ohm se notaba el mismo tono extraño que cuando él le había mostrado la carta del hospital de niños.

Lo hizo girar y le levantó la barbilla para mirarlo. Su rostro era sombrío.

—No puedes privar al hijo de Nikos de sus derechos de nacimiento sólo porque sientas culpa. Tiene derecho a la vida que hubiera tenido si Nikos hubiera vivido. Y Nicky... Nicky tiene derecho a tener un padre, Fluke. Seré un padre para él. Tu sentimiento de culpa te ha hecho correr, esconderte. Pero eso tiene que parar ahora. Debes ver que...

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