Capítulo 4. La culpa es una amiga cruel

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- Tienes venas y arterias dañadas, además de las costillas y los pulmones - le informó la mendimaga -. Y la tensión bastante baja, Gia, igual que tus pulsaciones. A tu corazón le cuesta trabajo bombear sangre, ¿te notas cansada?

- Estoy bien - respondió sin más, y volvió a centrarse en su libro. La mendimaga arrugó la frente.

Gianna llevaba tan solo unos días en el hospital, pero ya había demostrado que iba a ser todo un reto tanto médico como personal. Y no era que la muchacha se negase a colaborar en su recuperación. Acudía a las citas, revisiones, hablaba con el terapeuta... el problema era lo que no contaba. Y era, básicamente... nada.

Gia no contaba nada. Se limitaba a responder que estaba bien todo el tiempo. Y eso preocupaba cada vez mas tanto a los mendimagos como a sus amigos. Aun así, Sirius trataba de excusarla como podía.

- Es que Gia no esta acostumbrada a que tener a gente que se preocupe por ella - le dijo cuando la joven llevaba cinco días en el hospital y Leyla le mostró sus preocupaciones.

- ¿Por qué? Tengo entendido que vivía con su familia materna, ¿no?

- Bueno... su familia materna... era... desagradable con ella - le comentó -. Hasta que no llegó a Hogwarts, Gia nunca sintió que hubiese nadie que se preocupara por ella.

- El terapeuta no sabe nada de esto.

- No me sorprende. Draco tampoco lo sabe. Solo lo saben Ron y Hermione, y yo, por supuesto.

- ¿Draco no lo sabe?

- Durante muchos años ha odiado a los muggles, doctora Smith. Gia piensa que su percepción de ellos no va a mejorar si se lo cuenta - la mujer chistó.

- Tiene una tendencia exagerada a preocuparse por los demás y por lo que piensen, sobre todo teniendo en cuenta lo individualista que es - suspiró -. A su corazón le cuesta bombear sangre, como si no terminara de adaptarse de nueva a la vida. Cosa bastante curiosa, porque los bebés suelen tener las pulsaciones altas. Gia no es un bebé, obviamente, pero estoy tratando su situación un poco como tal, porque no se por donde tirar - admitió -. No se deja ayudar.

- Trataremos de hablar con ella.

- ¿Y Draco? - preguntó.

- Ahora subía - la mujer asintió -. Estaba esperando a Ron y Hermione.

- Me gustaría hablar con ellos - pidió -. Si no les importa. Ellos son los que mas han convivido con Gia, creo que son los que mas pueden ayudarme.

- Si, claro, por supuesto. No creo que tengas problema.

Draco apareció por el pasillo con Ron y Hermione. Ambos tenían el gesto serio, especialmente Ron, quien además tenía cara de no haber dormido muy bien últimamente. Saludaron a Sirius, quien les presentó a la mendimaga, y los dos aurores que flanqueaban la puerta se apartaron para dejarlos pasar. Como siempre, Gia estaba sentada en la butaca frente a la ventana, leyendo. Se giró y, por primera vez en días, hizo algo que recordaba a una sonrisa.

- Hola, peque - la saludó Sirius -. ¿Cómo estas?

- Estoy bien - dijo con voz pausada. Parecía como si repitiese tanto esa frase al cabo del día que le salía sola -. ¿Cómo va todo? - le preguntó a sus amigos.

- El colegio va bastante bien - dijo Hermione -. La gente se está implicando mucho en la reconstrucción, y van a instalar redes eléctricas. Quieren aprovechar para modernizarlo.

Epilogo - Hay vida después de la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora