El sonido del tic tac del reloj empezaba a ponerle de los nervios. Era como ese capítulo de los Simpson en el que Lisa le escondía un trabajo a una compañera, y los falsos latidos de la culpa acababan atormentándola y provocando que confesara. Sonrió para sus adentros, pensando que si no se hubiese llevado bien con Hermione, probablemente ella hubiese hecho lo mismo. Aunque en este caso, no entendía porque ese sonido era tan irritante para ella.
Bueno, quizá sí lo sabía.
Quizá tenía que ver con el hombre que tenía enfrente.
Quizá tenía que ver con que llevaba mas de media hora sentada enfrente del terapeuta, quien la miraba con una leve sonrisa, esperando que se sintiera lo bastante cómoda como para empezar a hablar.
Igual tenía que ver con que ese momento parecía no llegar.
Tamborileó los dedos entre sí, nerviosa. Solo hacía dos días que había despertado, uno en que había tenido que separarse de Draco, con quien había compartido habitación y... Para su sorpresa, y aunque le echaba de menos (tampoco le daba mucho tiempo a echarlo de menos, pues de las horas de visita el 80% las pasaba con ella), se había sentido bastante cómoda sola.
- ¿Cómo estas, Gianna? - preguntó por fin.
- Me siento algo cansada aun - respondió.
- Es normal. Usaste mucha magia contra Lucius Malfoy cuando no estabas en tu mejor momento. ¿Qué tal tu nueva habitación? - preguntó, señalando la estancia -. ¿Te gusta?
- Siento que le falta algo - replicó. El terapeuta sonrió.
- Puedo imaginarme el que - Gia se sonrojó. ¿Tan evidentes eran? -. ¿Qué te parece el plan de comidas que te ha pautado la mendimaga Smith?
- Creo que pretende que me vuelva culturista - comentó -. Me ha puesto un montón de batidos de proteína al día - el terapeuta rió -. No soy muy fan, están llenos de edulcorantes.
- Se lo comentaré - le aseguró -. Vuelves a preocuparte por tu salud - comentó -. Eso es bueno.
- Supongo...
- ¿Sabes? He estado pensando mucho en la última vez que estuviste aquí - Gia asintió -. Y creo que parte del fracaso fue también que queríamos que hablaras mas de lo que estabas dispuesta. Cada paciente es un mundo, y creo que, en tu caso, es contraproducente.
- ¿Entonces? - Mikael se encogió de hombros.
- Hablaremos de lo que quieras. De lo primero que se te pase por la mente - Gia se extrañó.
- Eso no es muy habitual, ¿no?
- En cierto modo, no - admitió -. Pero las terapias han de adaptarse al paciente.
- La opción del silencio... - él negó. Gia asintió.
- Me gustaría que me dijeras qué se te pasa por la cabeza - le pidió -. Para poder guiar nuestra conversación. Creo que así seria mas facil.
Gia arrugó la frente, pensando. ¿De que le apetecía hablar? ¿De Draco? ¿De Sirius? ¿De lo culpable que se sentía por atacar al señor Malfoy? ¿Del numerito de la fiesta y de lo enfadados que debían estar sus amigos, como George ya había demostrado? ¿De lo incómoda que se sentía con Narcisa Malfoy, quien intentaba acercarse a ella cada vez que podía, con una expresión que se le hacía muy extraña?
- Es que... son muchas cosas... - murmuró.
- Gia, ¿puedo preguntarte algo? - ella asintió -. ¿Por qué sigues pensando que no mereces estas sesiones de terapia? - preguntó.
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Epilogo - Hay vida después de la guerra.
FanfictionPorque hay vida despues de la guerra. Y esta historia, no se podía quedar sin terminar. Continuación de Soulmates