Capitulo 4: Drama y Decisiones

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James estaba tumbado en su cama, mirando fijamente el techo mientras las notas melancólicas de una canción muggle resonaban en la habitación. Había pasado por una montaña rusa de emociones desde que leyó la publicación de Lady Whistledown. Tras su explosión en el comedor y un día ajetreado con clases, finalmente se había calmado. Pero ahora nuevos pensamientos rondaban su mente, alimentando una ansiedad que no lograba sacudirse.


—¿Y si conquista a Lily antes que yo? —murmuró James, su voz teñida de una mezcla de pánico y desesperación—. ¿Y si ese tipo anónimo es... no sé, perfecto para ella?


Remus, que estaba sentado en su cama con un libro en la mano, levantó la vista y lo miró con una mezcla de preocupación y resignación.


—James, no sabes quién es esa persona. Podría ser cualquiera. Incluso podría ser una broma. No tiene sentido entrar en pánico por algo que ni siquiera es seguro.


Pero James estaba demasiado perdido en sus pensamientos para escuchar. En lugar de prestar atención a las palabras de Remus, subió el volumen del reproductor muggle, sumergiéndose aún más en la música. Remus suspiró, dándose cuenta de que sus palabras no estaban llegando a su amigo. Buscó ayuda entre los demás, primero dirigiendo su mirada a Peter, quien se encogió de hombros, incapaz de ofrecer algún consuelo. Luego, miró a Sirius, quien también parecía perdido en sus propios pensamientos, aunque pronto reaccionó alzando la voz y uniéndose a la canción de James.

Peter y Remus intercambiaron miradas, ambos anticipando que esta escena solo podría terminar en una nueva locura.


—¡Tengo una idea! —exclamó James, levantándose de un brinco de la cama y asustando a sus amigos—. ¡Si ese tal admirador cree que con unas simples cartas va a conquistar a Lily, está muy equivocado! Chicos, necesitaré su ayuda.


Sirius, que había estado cantando junto con James, alzó la mirada y sonrió con complicidad.


—¿Qué tienes planeado? —preguntó Sirius, su tono reflejando una mezcla de entusiasmo y travesura.


—Lo que sea que estés pensando, no va a salir bien —murmuró Remus, previendo el desastre que se avecinaba.


Esa misma noche, James y Sirius, armados con una guitarra muggle y su habitual entusiasmo, se dirigieron hacia los dormitorios de las chicas de Gryffindor. La serenata que James había improvisado en su mente sonaba como la idea perfecta para conquistar finalmente el corazón de Lily.


—¡Lily! ¡Lily! ¡Esta es para ti! —gritó James, su voz resonando en el silencio del pasillo.


—¡Arráncate, Canuto! —dijo James con energía, dándole la señal a Sirius para que comenzara a tocar la guitarra.


Sirius, siempre dispuesto a apoyar a su amigo, comenzó a rasguear la guitarra con una habilidad sorprendente, llenando el aire con una melodía pegajosa y algo desafinada. La voz de James se unió rápidamente, cantando a todo pulmón una versión alterada de una balada muggle que había escuchado en el reproductor.


Desde la distancia, Remus observaba la escena con una mezcla de incredulidad y resignación, mientras Peter no sabía si reírse o esconderse por la vergüenza. Al escuchar el alboroto, varios estudiantes comenzaron a salir de sus dormitorios, asomándose al pasillo para ver qué estaba ocurriendo. Las risas y los murmullos comenzaron a llenar el aire mientras James seguía cantando, totalmente absorto en su intento de llamar la atención de Lily.

Secretos reveladosWhere stories live. Discover now