Capítulo 5

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¡Mentirosa! La vio avanzar hacia ella.

Freen...

Mentirosa. ¡Mentira todo eso de que a la única que querías entrevistar era a mí! ¡Mentira que no estabas interesada en Nam! ¡Mentira, todo mentira!

Freen, escucha... -Rebecca dio otro paso hacia ella, pero se detuvo cuando Freen empezó a avanzar hacia ella.

-Lo sabía -declaró Freen, deteniéndose justo delante de ella, muy cerca-. Sabía que no tardarías mucho tiempo en descubrirte. A pesar de repetir una y otra vez lo contrario, sabía sobre quién querías escribir.

-No es así, te lo prometo...

-Con razón no quería que hablaras con Nam.

Es evidente que has estado esbozando las líneas del artículo con... ¿con quién, con tu jefe? ¿Estabas hablando con tu jefe?

-Este perfil es sobre ti, no sobre Nam.

¿Estabas hablando con tu jefe?

Rebecca dio un paso atrás, luego otro, retrocediendo hasta dar con el escritorio de madera, seguida de ella.

-Eso da igual, tienes que comprender...

Oh, no te preocupes, lo comprendo perfectamente -le interrumpió Freen con una sonrisa que no acompañaba a su mirada-. Vas a escribir tu perfil y vas a escribir también sobre Nam. ¿No es eso lo que has dicho por teléfono?

Bueno, sí, pero...

¡Pero nada! Has estado mintiendo desde el principio. Sabías que no iba a permitir que entrevistaras a Nam y es por eso por lo que has fingido estar interesada sólo en escribir sobre mí, aunque tu verdadero propósito es sacar los trapos sucios de mi hermana. Y podías haberlo conseguido; nadie ha intentado acceder a mi hermana a través de mí.

Y a pesar de mis dudas, a pesar de que el instinto me decía que estabas mintiendo, te he abierto las puertas de mi casa. Te he dejado ver a Nam. Me he fiado de ti y me has decepcionado.

¡Tú jamás te has fiado de mí! Desde el primer momento me has tratado como una mentirosa.

Freen plantó las manos a ambos lados de ella, encima del escritorio. Parecía disfrutar con la desesperación que debió ver en su expresión.

¿Y te extraña?

¿El qué? Deja de hablar como si fueras una santa y no intentes hacerme creer que me has abierto las puertas de tu casa debido a tu innata bondad. Tú no te fiabas de mí. Y me abriste las puertas de tu casa porque tenías miedo de lo que pudiera publicar sobre ti. ¡Sólo por eso!

Los ojos de Rebecca lanzaban chispas.

Tienes razón -respondió Freen por fin.

Rebecca parpadeó.

-¿Qué?

-He dicho que tienes razón. No quería que publicaras lo que sabes de mí.

De repente, Freen le acarició los labios con las yemas de los dedos mientras repetía:

-No quería que publicaras un artículo en el que hablaras de lo que hubo entre las dos.

Rebecca abrió desmesuradamente los ojos y tragó saliva, los labios, bajo los dedos de ella le temblaron.

-Pero tú te has asegurado de que no pueda hacerlo ya -comentó ella con voz ronca.

Freen se permitió una sonrisa y, bajando la mano, le acarició la barbilla y la garganta, luego el escote... La sintió temblar.

-Así es -respondió Freen en voz baja-. Y ahora, ¿qué?

Los ojos esmeralda de Rebecca brillaron.

-Ahora estoy aquí con la idea de escribir un artículo totalmente diferente.

Inocencia RobadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora