12. ¿Primavera?

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—A veces nos metemos donde no debemos—decía la princesa de la primavera, estaba segura de sus pasos por el largo pasillo del castillo.

—¿Esta segura de ello? Quizás. No siempre podemos saber dónde tenemos que estar en todo momento.

—Supongamos príncipe—caminaba dentro del salon extenso del castillo mientras jugaba con su vestido—imagine que usted juega en un patio de flores preciosas.

William encendió las luces de la sala, una increíble y enorme lampara rodeada de cristales precisamente detallados para hacer diferentes formas en el suelo de la habitación.

—No deberías estar ahí, simplemente porque no es tu jardín, no es el lugar indicado para tí. Y cuando menos te lo esperas...

Ella fue hasta otro interruptor que se encontraba en otra de las paredes y apagó la luz.

—¿Haruko? No veo nada—se paró por un momento William, minutos antes estaba apunto de cerrar la puerta tras él.

La chica de largo cabello se encendió un candelabro que se encontraba en un piano que ella había divisado antes de apagar la luz. Tras aquello, lo llevo cerca de William, el cual estaba congelado, intentando encontrar solución o si quiera una respuesta a lo que podría estar pasando.

—No se asuste. No tengo intención de ser una asesina.

—No le tengo miedo a la muerte, guárdese sus palabras de villana.

La princesa reía, ese simple hecho hacía que las llamas de las velas se movieran agresivamente, parecía que alguna de esas llamas podrían apagarse.

—¿Villana? ¿Yo?—sonreía de oreja a oreja, una sonrisa pícara que no podría pensar que salía de tal rostro que se había echo ver como la princesa joven e infantil, la chica inocente que no mentiría a nadie. O que quizás solo nunca rompió el jarrón de cristal.

Pero los cristales se encuentran esparcidos por todo el suelo, Haruko posa el candelabro sobre el suelo, con delicadeza que derrocho en ese acto para nunca. mas tocarla.

—La cera puede caer al suelo. Es usted consciente de ello.

—Usted también esta a punto de caer al suelo, alteza, miré por donde pisan sus zapatos.

Lo que parecía una metáfora para avisarle de que algo malo iba a pasar no era solo eso, el príncipe luna pisó la punta de su zapato, seguido, cayó al suelo golpeándose la espalda, evitando también golpear su cabeza, se intentó levantar.

La princesa primavera, puso uno de sus tacones cortos, unos mary janes negros, donde dejaba ver unos calcetines cortos al igual y detallados con flores.

—Dejame, porfavor—decía incomodo de la situación—esto va a dejar una gran mancha en su reputación princesa, supongo que es usted una chica joven he inocente, es simpática.

—No intentes ser amable conmigo. Me arde la sangre escucharte.

Presionaba mas su tacón en su pecho.

—Se supone que tu eres la cara oscura del día, la luna que oscurece, el momento de los criminales de cometer ilegalidades, ¿Por qué mierda eres así de amable? Me pones enferma.

William, salido de la posiblidad de pensamientos, intentaba respirar.

—No puedes quitarme mi día.

Ella apartó su tacón y se sento en sus piernas, no dejando que el contrario se levantará.

—Debería quitarte yo, todo lo que te hace persona, no mereces ni siquiera eso, eres detestable—empezaba a sonreír y alazaba la voz—¿¡Me escuchas!? ¡Eres detestable William!

El príncipe sol Y el príncipe luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora