II. Siempre vos

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—Amor, los pibes me están mandando para que vaya al club —le dijo Marcos al día siguiente.

—Y andá. —Enzo se encogió de hombros.

—No quiero dejarte solo —susurró Marcos.

—No voy a hacer nada. Ni se te ocurra ni siquiera insinuar que me querés llevar —le dijo Enzo—. No tengo ganas de ir a una joda y encima de Boca.

—Bueno —suspiró Marcos.

–0–

Unas horas después, Enzo estaba preparando el mate, con Los Redondos de fondo. Tenía puesta ropa de Marcos, algo que al menor le encantaba y a él también, principalmente cuando se sentía mal. De alguna manera, eso lo calmaba.

—Mi ricotero favorito —escuchó detrás de él, y supo que era Marcos. Lo miró dándole una pequeña sonrisa.

Marcos se acercó y lo abrazó por detrás, y no lo dejó moverse. Agarró su mano, la que tenía el anillo, y la dirigió a sus labios. Empezó a besar cada uno de sus dedos varias veces, con ternura.

—Nene —se rió Enzo—. ¿Qué cagada te mandaste que estás así?

Marcos, al escucharlo reír después de tanto, lo miró embobado. Recién después de apreciar la belleza de su marido cuando estaba feliz, respondió:

—Ninguna —sonrió—. Me ofende que pienses eso, Pérez. —Se hizo el ofendido.

—¿Qué te tiene tan tierno entonces? —preguntó Enzo.

—¿Necesito tener un motivo? —preguntó Marcos.

—Nunca sos tan tierno de repente —respondió Enzo.

Marcos hizo que lo mirara, y le dio un suave beso, un beso con sabor a futuro, a promesas cumplidas, un beso tierno.

—Quería recordarte que te amo, nada más —susurró Marcos, apoyando su frente contra la del mayor—. Que siempre voy a estar, que podés contarme todo.

Nene —susurró Enzo con la voz quebrada.

—Pequitas —sonrió Marcos, rodeando su nuca con una mano gigante.

Enzo soltó un suspiro tembloroso, mientras acariciaba la mejilla de Marcos y se sentía bien. Sabía que ese "bien" era temporal, era porque estaba entre los brazos de Marcos, era porque Marcos estaba ocupando todo de él. Pero ahora mismo no le importaba, ahora sólo quería seguir así de tranquilo con el bostero.

Terminó con la cara hundida entre los pectorales de Marcos, quien acariciaba su pelo y dejaba besitos en su sien.

—Te prometo que vamos a poder —le susurró Marcos.

Enzo le dio una pequeña sonrisa, pero no se movió mucho. Amaba estar así, amaba ese calorcito proveniente de Marcos.

—¿Y si no podemos? —susurró Enzo.

—Después vemos eso —le dijo Marcos, sin dejar de acariciarlo.

Escucharon ladridos, y vieron que Berna saltaba sobre ellos.

—¡Bernabéu! —chilló Enzo.

Berna paró todo y se agachó, gimoteando y con una carita angelical.

—Dios —suspiró Marcos, con una sonrisa mientras se acercaba a acariciarlo.

—Que lindo que sos —susurró Enzo, mirando embobado la sonrisa brillante de Marcos, y cómo jugaba con Berna.

Aprovechó que había sido liberado y se puso a hacer el mate, todavía con la música.

Sólo tú, no necesito más. Te adoraría lo que dure la eternidad —cantó Marcos.

Enzo sonrió y siguió preparando el mate.

—¿Seguro que no querés ir? —intentó Marcos de nuevo—. Van a ir todas las parejas. Va Colidio también.

—¿Eh? Pero si Valentini se fue a Italia —dijo Enzo.

—Sí, pero vino a ver el partido y lo invitamos a la joda. No querés que Colidio sea el único gallina, ¿no? —sonrió Marcos.

—Me pregunto cómo lo convenció —suspiró Enzo, y le mandó un mensaje a Facundo:

[Enzo]: Vas a la joda?

[Facu]: Sí, que conste que me obligan.
[Facu]: Vas también?

[Enzo]: Si voy es porque Marcos me obligó.

[Facu]: Vení, daaale. No me dejes solo.
[Facu]: Auro quiere estar con el tío🥺


[Enzo]: Basta boludo.
[Enzo]: Está bien, está bien, voy a ir.


—¿Vas? —le preguntó Marcos al rato.

—Sí —suspiró Enzo, agarrando un bizcochito.


Marcos chilló feliz.

Berna los miró y siguió con sus juguetes.

Paternidad [Estando Juntos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora