—Enzo —lo empezó a llamar Marcelo, y Enzo recordó para qué había ido.
—Ya voy —dijo Enzo—. Princesa, soltá —murmuró, ya que Pablo lo tenía abrazado y no pensaba soltarlo.
—No —gruñó Pablo, a quien se le quebró la voz.
—Tranquilo —susurró Enzo, separándose como podía—. Voy a volver, no me pongás esa carita.
—Te extraño —se quejó Pablo, haciendo puchero.
—Yo también —le dijo Enzo, agarrando su cara—. Podés ir cuando quieras y lo sabés, como cuando estábamos en River. Voy a venir más seguido, pi, ¿sí?
—Shi —lloriqueó Pablo, y Enzo lo abrazó y le limpió las lágrimas.
—Y dejá de asustarlo a Nico —sonrió Enzo.
—¡No lo asusto! —chilló Pablo.
—Como digas, como digas —asintió Enzo. Le revolvió el pelo y fue saludar a los otros.
A Fonseca se le cortó la respiración (otra vez) cuando Enzo lo abrazó, pero esta vez pudo corresponderle.
—Cuidate, Nico, tenés una gran carrera por delante —le susurró Enzo, y se empezó a separar—. No dejes que Pablo te asuste, es así de intenso, cualquier cosa ya sabés.
—S-Sí, Enzo, gracias —tartamudeó Nicolás, y Enzo sintió ganas de meterlo en una cajita de cristal y cuidarlo.
Pablo abrazó por detrás a Nico y le susurró algo. Parecía dar saltitos, y Enzo pensó que se parecía a un caniche.
Fue saludando uno por uno.
—Basta, no hagas como si nunca más fueras a venir que me acuerdo de tu despedida. —Eso fue lo que le dijo Franco, con los ojos un poco vidriosos.
—Callate —se rió Enzo—. Y tené cuidado con ese bostero.
—No somos nada, callate —gruñó Franco, aunque bastante sonrojado y escondiéndose en el hombro de Enzo.
—No te creo una mierda, pero si vos decís... mientras no te rompa el corazón como el otro, todo bien —asintió.
—Eu, otro día cuando nos juntemos te tengo que contar algo —susurró Franco.
—Yo también —dijo Enzo.
Se volvieron a abrazar, y Enzo se siguió despidiendo. En el abrazo, Enzo Díaz le dijo las cosas más desubicadas posibles y Rodrigo le decía que se calme.
—Rodri —lo llamó Pérez—. Vos también tenés una re carrera —dijo mientras lo abrazaba—. Cuidalo al boludo este, amigo, que no haga nada raro.
—¡Yo no hago nada! —chilló Díaz—. ¿Qué hago yo?
—Qué no hacés, amor —le dijo Rodrigo, separándose.
Enzo Pérez sonrió victorioso al ver que estaban juntos, y siguió saludando.
Unos minutos después, sólo quedaba Facundo, que lo abrazó con fuerza cuando llegó a su lado, y Enzo notó lo que pasaba.
—Sé lo que le pasa a Pablo, pero mejor averigualo por tu cuenta —le dijo Enzo.
—Dale, don misterio —se quejó Facundo.
—No, Rubia, averigualo vos. —Enzo lo soltó, le acarició los rulos y se acercó a Marcelo.
—¿Vamos?
—Sí —asintió Enzo.
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Paternidad [Estando Juntos #2]
RomanceMarcos y Enzo se casan y quieren tener hijos. [Comenzada el 26/07/24]