Mio

559 41 3
                                    

Esta historia la escribí hace un par de meses y me olvide de publicarla, perdón. Es mas, la hice antes que "Ojo por ojo".

Nada, espero les guste....

____

Aemond - Puedo casarme con él?

Rhaenyra - No Mond, aún es un bebé

Aemond – Entonces, ¿cuándo?

Rhaenyra - Cuando sea grande.

Aemond - Lo prometes?

Rhaenyra - Jajaja Si, está bien

Ella jamás pensó que esas simples palabras se marcarían con fuego en el corazón del joven niño. Jamás se podría imaginar que, por querer cuidar su inocencia y no lastimarlo siendo tan pequeño, el tomaría esa promesa hasta que la viera realizada. Y cuando fueron creciendo, el espero pacientemente a que ese día llegará y al fin, su hermana cumpliera su promesa.

Para eso él se preparó tanto física como mentalmente y así estar a la altura de las futuras expectativas de su prometido. Estudio cada libro de la biblioteca y cuánto él, empezó a tener cierto gusto por los libros también, releyó cada uno de ellos, solo para saber qué temas le gustaban más. Cómo vio que las destrezas en combate de su futuro compañero, no eran las mejores, entreno el doble para poder defenderlo de ser necesario y que jamás le pasará nada. Así creció, lleno de esa promesa y esperando el día para al fin desposar al niño que había nacido exclusivamente para que lo amara.

Al ser el más pequeño, lo protegió de la burla de los mayores, siendo el blanco para ellas. En especial, cuando su huevo no eclosiono. Vio a su hermano y sobrinos crecer con uno y se sintió débil, inseguro. 'Cómo podría defenderlo si no tengo un dragón para ello?' pensó y esa duda lo consumió. Nunca le importaron las feas bromas de los mayores, sino en la mirada de compasión que su sobrino más joven, le daba.

No, él no quería esa mirada. Él quería ver amor en esos hermosos ojos verdes, y de la única forma que podría lograrlo, era siendo mejor de lo que ya era y para eso, necesitaba un dragón.

Aprovecho el funeral de su tía Laena y reclamo como suyo a la dragona más grande del reino, pero cuando entro triunfante para contarle a su joven amigo lo que había hecho, sus primas iniciaron un ataque. Él se defendió valientemente, pero no vio el cuchillo que su prima Rhaena saco, pero gracias a sus buenos y entrenados reflejos, pudo esquivar la puñalada, recibiendo un gran corte en su ojo.

Un intercambio justo, si así, su preciado niño, lo empezaba a ver como él quería.

Pero ese acontecimiento, no tuvo el efecto que esperaba. Los mayores discutieron y llegaron a la terrible decisión de separar a los más jóvenes, y seguir evitando disputas entre ellos. Aemond se sintió vacío y quiso correr a la habitación de Lucerys, para contarle su versión de la historia, pero su madre se interpuso, y no pudo hablar con él. Su hermana mayor, se robó a su prometido y eso fue algo, que nunca pudo perdonar.

Intento mantener cartas con su sobrino y por un tiempo, respondió a ellas. Le explicó todo lo que pasó esa terrible noche y le prometió que un día, le diría la verdadera razón, pero sería en persona. Los años pasaron y las cartas fueron disminuyendo, pero siguió con su mismo objetivo, ser el mejor solo para él. Cuando al fin, todo estuviera hecho, el mismo volaría a DragonStone y le pediría su mano, sabiendo perfectamente que aceptaría.

Pero no sería así, dado que, con la muerte de su padre, su madre y abuelo, obligaron a su hermano mayor a ser rey sin saber todo lo que ello conllevaría. La guerra se alzaría, él fue obligado a estar con su familia y lo enviaron a los reinos vecinos a formar alianzas. Al llegar a Bastión de Tormenta, reconoció a un pequeño dragón gris y su corazón se llenó de emoción al saber, quien esperaba dentro. Fue escoltado por cuatro soldados hasta el gran salón y vio a su niño, hablando con una de las hijas del Lord, lo cual hizo que todo su cuerpo se tensara, controlando su desagrado.

One Shot / LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora