Capitulo Cinco

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Se acercaban los primeros exámenes y evaluaciones del año, la tensión se podía sentir en el ambiente. Las caras de preocupación y sueño de los estudiantes se disimulaban tras varios vasos de café al día. Checo era buen estudiante por supuesto, pero también era muy perfeccionista así que pasaba todo el tiempo que tenía repasando sus notas y leyendo sus libros.

Sabía que aprobaría, pero el también quería más, quería ser el mejor de su clase. Con calificaciones perfectas, como las que ha tenido toda su vida.
Aún que eso implicaba tener menos horas de sueño.

Así que su humor no hacía más que empeorar a cada hora sin dormir que pasaba. Incluso cuando se reunía con sus amigos como ahora, era para estudiar.

— Después de esto, juro salir de fiesta cada fin de semana — dijo Lan aventando un cuaderno fuera de su vista y recostado en su silla.

— Sí, parece que fue hace años que no hemos salido, extraño la resaca — Caro también cerro su libro.

Pero Sergio seguía con el rostro enterrado en su libro, sus amigos se preguntaron si había siquiera oído su pequeña conversación. Parecía que no.

Se levantó solo cuando vio que tenía que irse a su próxima clase. Se despidió rápidamente, saliendo del lugar. Luego encontraría tiempo para buscar algo de comer.

La clase con el profesor Kimmi lo había dejado exhausto y ahora que tenía que ir prácticamente corriendo a su siguiente clase si no quería llegar tarde. A veces odiaba lo inmenso que era el lugar.

Pronto se dio cuenta que Max corría rápidamente detrás de él. Empezó a ir más rápido por qué pensaba que iba a taclearlo o algo así.
Pero el solo lo detuvo del brazo.

— Oye tu amiga... La castaña, ¿como es que se llama?

— ¿Caro? — contesto checo a la defensiva. Le estaba haciendo perder su tiempo.

— Sí, Caro.

Hubo un momento de silencio.

— ¿Que hay con ella? — preguntó perdiendo la paciencia.

El rubio parecía haber salido de un trance, — Ah sí, se desmayo...

— ¡¿Que?!

— Está en el comedor, en que siempre están ustedes.

Sin más, Sergio salió corriendo hacía él comedor donde el rubio le había dicho que estaba. Ahora su amiga era su mayor preocupación. Por ella correría 10, 000 kilómetros descalzo, aún que el odiara correr.

Entró y pudo visualizarla tomando agua de su botella con tranquilidad. Se acercó rápidamente.

—  ¡¿Cómo te sientes?! ¡¿Te lastimaste?!  ¡¿Estás bien?! — preguntaba mientras le sostenía ambas mejillas examinándola  . La chica lo miro extrañada.

—Uhmm si... ¿Por qué?

Iba a responder pero una fuerte carcajada a lo lejos llamo atención de los presentes.

— ¿Ahora que hizo ese rubio tonto?

Su preocupación cambio repentinamente a enojo al ver al rubio reír con sus amigos, burlándose de él. ¿Quién se creía? Lo último que necesitaba ese día era una puta broma.

Ya me harto, este hijo de la chingada.

Iba a ir a confrontarlo, iba a ponerle un fin a sus infantiles juegos, pero Carola lo detuvo al ver sus intenciones. Se levantó, recogió sus cosas y se lo llevó a rastras a otro lugar. 

— Checo controla tus impulsos asesinos, por favor, recuerda que aún no tenemos suficiente experiencia como para librarte de cargos.

Frustrado se sentó debajo de un árbol. La chica se sentó a su lado y sin perder tiempo saco tareas pendientes para empezar a hacerlas.
Pero Checo no tenía intenciones de aprovechar el tiempo, así que se acostó y uso su mochila como almohada para dormir tranquilamente. Se lo merecía.

Despertó cuando alguien movía descuidadamente su hombro.

— Checo, despierta, tenemos que irnos.

Miro a Lance que lo seguía moviendo aún que ya estaba despierto . Se apartó y miro al rededor. La noche estaba cayendo.

— No es cierto, ¿Cuánto tiempo dormí?

— Tus últimas dos clases — dijo divertido — Caro se tuvo que ir, me pidió que me quedara contigo. Pero también tenemos que irnos, a menos que te quieras quedar aquí toda la noche.

— No gracias, aquí espantan. — dijo poniéndose de pie con ayuda del menor.

Caminaron hasta el estacionamiento donde se encontraba el auto de Lance. Se había ofrecido a llevarlo a su hogar, y con gusto acepto.

— ¿Has estado durmiendo bien? — El niño lo miro de reojo, preocupado.

— Ah, sí, supongo. Bueno a veces me desveló haciendo tareas... O me da insomnio. Normal.

— No creo que eso sea normal. Que te duermas toda la tarde en el patio de la facultad es extraño, más por qué eres muy responsable con cosas que tienen que ver con la escuela.

— Bueno, supongo que lo necesitaba — dijo más para sí mismo.

Su estómago rugió recordándole que no había comido bien ese día. Se dijo que en cuanto pusiera un pie en su hogar se haría algo de comer, pero cuándo entro a su cuarto a ponerse su pijama y vio su cómoda cama, no se resistió.

Ya sufriría las consecuencias después, ahora quería seguir durmiendo.





Cuando dejemos de pelear Donde viven las historias. Descúbrelo ahora