Capitulo Tres

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Lance y Checo habían intercambiado varios mensajes en la semanas siguientes, pero no se habían podido ver por qué sus días se volvían cada vez más ocupados.

Hasta que un día viernes, se lo topo de camino al comedor, le presento a Carola e inmediatamente conectaron. Lo invitaron a comer con ellos.

— En la noche hay una fiesta en mi casa. Ustedes son mis invitados de honor, deben ir.

— No estoy seguro, tengo varias tareas pendientes...

— Vamos checo, no hemos salido de fiesta desde que empezaron las clases, nos lo merecemos ¡Por favor!

Ambos chicos juntaron sus manos en forma de súplica y pusieron su mejor cara de cachorro para convencer al de pecas, que no tardó mucho en aceptar.

— Bien, pero mañana nos vamos a juntar a estudiar. Todo el día.

No muy convencidos aceptaron.

Así que ahora checo tenía que levantarse de su cama y arreglarse. Al menos bañarse.
Sin nada de ganas, se ducho y se vistió con sus skiny jeans, una playera azul marino y tenis blancos. Siempre andaba con ropa así, incluso Caro le decía que parecía uniforme. Pero no le importaba, el prefería comodidad antes que todo.

Lance quedó de ir por ambos, y puntual a las 7:00 llegó en su Aston Martín.
A diferencia de Carola que los hizo esperar 25 minutos en su sala, y otros 15 cuando pidió parar en un puesto de helados.

Al fin, casi a las 8, llegaron a la casa de Lance, que era enorme y lujosa. Cómo todo lo que rodeaba siempre al niño.

Los hizo pasar, y rápidamente la música retumbo en sus oídos. Los guío a la cocina y les preparó tragos, muy fuertes para el gusto de Sergio.

— Vamos a sentarnos.

Se encaminaron a los sofas alejados del bullicio.
Checo miro su entorno, había muchísima gente, pero no estaban apretados por la dimensión de la casa. Estaba seguro que la mitad ni siquiera eran de la facultad.
Pero parecían divertirse bailando y tomando, como si fuesen inmunes a la resaca.

Empezaron a platicar, y contar anécdotas de fiestas anteriores.

— ¡Recuerdas cuando te peleaste con el españolete! ¡Por el oro que les robaron a México! — Carola reía fuerte cada que recordaba esa pelea de su amigo.

— Sí, y el ofendido fue él, Ironías. ¡Te acuerdas cuando te besaste a una profesora en un antro! — ahora era el turno del tapatío de burlarse.

— ¿Y yo que iba a saber que era profesora? ¡Se veía muy joven!

Los tres reían a carcajadas nada cuidadosas.

De repente la chica se paró y grito "Vamos a bailar"
Con el alcohol fluyendo en sus sistemas, comenzaron a bailar torpemente. Ninguno bailaba bien pero divertirse era más importante.

Tragos y más tragos. Checo y Caro como buenos mexicanos les pusieron el ejemplo de como tomar shots de tequila. Nadie podía seguirles el ritmo.

Cuando se cansaron de bailar y beber a lo loco, volvieron a sentarse.
Lance parecía satisfecho con su fiesta, sobre todo cuando se acercaban a felicitarlo y animarlo a hacer más seguido.

Tenían una conversación muy interesante sobre cuál era la mejor comida mexicana cuando la castaña se callo abruptamente. Y disimuladamente señalo algún punto al otro lado.

— Es ella — murmuró bajito.

— ¿Quién ella? — preguntó confundido el más joven.

Sergio tenía la misma pregunta, miro en la dirección que señalaba y vio a Máx a varios metros de ellos. A su lado, casi encima de él, había una chica pelinegra. No entendía a qué se refería su amiga.

Cuando dejemos de pelear Donde viven las historias. Descúbrelo ahora