Capitulo Seis

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— Oye Lance, corazón de melón, tu que conoces más Max, ¿Que hacemos para molestarlo? Pero así, que se enoje bien machín.

El niño lo miro con su típica sonrisa traviesa. Desde aquella broma que le había hecho el rubio, ha estado planeando algo grande. Algo que lo moleste tanto como a él. Pero nada se le ocurría.
Bueno tal vez sí, pero no estaba seguro de vivir para contarlo y el se sentía muy joven y guapo para morir.

— ¿Quieres algo sencillo?... Puedo robar sus carpetas de información del club.

Checo lo miro con las cenar alzadas, por qué lo decía tan tranquilo. 

— ¿Puedes?

— Sí, pero solo sería un mini susto. Él siempre tiene copias de todo. Así que... no pierde nada.

— Bueno lo que sea es bueno, por ahora.

Para Lance fue fácil conseguir las carpetas, pues el ojiazul no era nada cuidadoso con sus cosas y las dejaba donde sea. Eso o que aún le tenía confianza a Lance. Iluso.

— Toma, Checo. ¿Que harás con ellas? — preguntó con entusiasmo extendiendo varias carpetas hacia él.

— Oh ya verás — sonrió malévolo.

— ¡Max Verstappen! ¡A mí oficina!

El rubio se encamino a la oficina del rector, sudando frío y más pálido de lo normal. No sabía para que lo llamaba, pero su cara de enojo le decía que para nada bueno.

— Señor, buenas tardes.

— Nada de buenas tardes, siéntate.

El rubio asintió tomando asiento frente al rector.

— ¿Se puede saber que hacen las carpetas de tu club regadas por todo el lugar?

Eso definitivamente no era lo que esperaba. Confundido reviso su mochila por qué juraba haberlas visto ahí hace apenas un rato. No las encuentro por supuesto, por que estaban frente a él en el escritorio.

— ¡Que irresponsabilidad Emilian! Hay información confidencial ahí y tus las dejas a ojos de tus compañeros chismosos. Menos mal que Sergio las ha encontrado, si no ¡Imagínate! Todos ya se hubieran enterado de muchas cosas...

El maldito Sergio. Claro que había sido él.

— Lo siento señor, no volverá a pasar.

— Claro que no, Max, una más y te vas del club.

— ¿Que? — Max parecía realmente confundido, como si el hombre le hubiera hablando en español.

— Sí, Max, ya hemos aguantado muchos de tus jueguitos. Así que, o cumples bien tu trabajo o te reemplazamos, total todos quieren dirigir el club.

Se levantó indignado. No podía creerlo. Él hacía más que cualquier otro payaso que solo se sentaba ahí a platicar. Había llegado al lugar para reacomodarlo desde su primer año ahí. ¡Y ahora lo querían echar!

Enojado salió con sus carpetas en la mano.

Por venir tan centrado en sí, no se dio cuenta que alguien venía hacia él, hasta que chocaron.

— Lo siento, no ví por dónde venía... — Empezó a decir el mexicano frente a él, pero cuando vió que era él, puso mala cara — Nop, no lo siento.

— Idiota, ¿Cómo conseguiste mis carpetas? No tienes acceso...

La sonrisa arrogante del pecoso le dio una pista.

— Lance. Hombre, deja de manipular al niño. Lo estás corrompiendo.

— Yo no lo estoy corrompiendo, lo estoy iluminando. Estar cerca de ti no era bueno para él, diosito me mandó para librarlo de tal sufrimiento.

— ¡Ni siquiera me conoces! — dijo ofendido.

— No necesito conocerte. Con solo verte puedo ver qué eres engreído, te crees superior a los demás. Vas por allí intimidando gente para que hago lo que quieres, por problemas de autoestima me imagino... ¿Daddy issues tal vez? — "Ah y que tu novia te engaña" pensó en decirle, pero no le correspondía a él decir eso.

— Cállate, no sabes nada de mí — el rubio estaba enojado, tal vez por qué había acertado en algunas cosas.

— Y así estoy bien — sonrió triunfal, empezando a avanzar.

Y el rubio lo hubiera seguido para dejarle claro que él nunca perdía una discusión, pero estaba agotado. Así que se trago su coraje y siguió avanzando. Después se las cobraría.



— Oye Lan, nunca nos has contado como conociste a Max.

Sergio al oír hablar a Caro, levantó la vista. Era verdad, nunca le habían preguntado. Cerro su libro cuando vio que el más joven se acomodaba para hablar.

— Bueno nos conocemos desde siempre. Eso no quiere decir que nos llevamos especialmente bien. Su papá y mi papá son muy amigos, y socios también, entonces siempre nos veíamos. A él no le gustan los "niños" así que yo no le agradaba. Ya que crecimos un poco empezamos a llevarnos mejor, pero siempre me ha considerado una persona inmadura, así que nunca fuimos amigos de verdad. Nuestros papás soñaban con que tuviésemos una amistad como la de ellos, pero como no funcionó, dejaron de intentarlo.

— Entonces ¿siempre fue así de molesto?

— No, Caro, él no es molesto. Tiene sus cosas malas sí, pero también tiene su lado bueno, aún que no lo crean. A pesar de todo, nunca fue grosero conmigo, y si alguien más me molestaba él me defendía. La verdad es que yo sí lo llegué a querer como un hermano mayor.

Por fin Checo hablo — Ese no es el Max que yo he visto.

— Seh, después se volvió más como... Cómo es ahora.

— ¿Y por qué ayudas a Checo con las bromas, entonces?

Lance río divertido — Bueno el cabron me debe muchas.

— ¿Que hay de Kelly?

Los chicos la miraron. Habían decidido no hablar mas de ella, pues a la castaña le afectaba. Era raro que ella misma fuese quien la traía al tema.

— ¿Que hay con ella?

— ¿Cómo la conociste? ¿Cómo conoció a Max?

El más joven miro al tapatío como preguntándole si estaba bien que el hablará sobre eso. El solo se encogió de hombros. Si su amiga quería saber, ¿por qué negarse? Además, el también tenía curiosidad.

— Bueno, Kelly también a estado ahí siempre. Su papá y el papá de Max son socios, pero no amigos. Y mi papá no puede ni ver a ese hombre. Se odian, pero nunca he averiguado por qué. Kelly y Max se llevaban mejor, y admito que eso me daba un poco de envidia. Un día de la nada, llegaron diciendo que eran novios y desde entonces lo han sido. Siempre terminan, quiero decir, pero vuelven. Es como un extraño circulo vicioso.

Efectivamente, la castaña parecía afectada por las palabras dichas por Lance. Pero no dijo nada.

— ¿Y por qué Kelly no está estudiando? — preguntó dudoso Checo, más para aligerar el ambiente.

Lance lo miro incrédulo. Cómo intentando adivinar si lo que preguntaba era verdad.

— Ya terminó de estudiar — empezó diciendo. — Hace dos años terminó, y ahora es maestra y artista.

— Osea, que es mayor ...

— Si, por dos años más o menos — decía aún confundido.

— Ah, le gustan menores, entiendo — dijo mirando a su amiga.

Que ahora parecía más afectada que antes.

Cuando dejemos de pelear Donde viven las historias. Descúbrelo ahora