Enamorarte

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Juanjo

No es un secreto para nadie mi bisexualidad, pero tampoco la voy gritando a los cuatro vientos.
Mis padres y mis amigos más cercanos lo saben y todos se lo tomaron perfectamente.
Pero es verdad que nunca he tenido ningún novio.

Desde que me enteré de que la única novia que he tenido me había puesto los cuernos durante un año entero dejé de buscar una relación seria. De eso hace ya unos dos años, pero me he cerrado en banda a intentar una relación.

He tenido que ir a la psicóloga para volver a tener confianza con la gente y no ser víctima de mis inseguridades. Durante este proceso conocí a Álvaro, mi mejor amigo y vecino. Conseguí confiar en él y me está ayudando mucho con mi terapia. Aunque el tema de una relación sería aún se me atraganta.

Tanto mi psicóloga como Álvaro me han aconsejado intentar conocer a alguien, intentar enamorarme, tomármelo con calma, sin prisa. Y me encantaría volver a enamorarme y poder volver a saborear el sentimiento de amor, pero el miedo me acaba ganando. Después de pensar mucho en la propuesta solo me venía una persona a la cabeza, Martin.

Martin es, fácilmente, el chico más atractivo que he visto en mi vida. Un mullet desordenado que le marca su detallada y esculpida mandíbula, una cintura elegante y pequeña la cual he tenido el privilegio de sujetar, ese bigote que le hace resaltar sus carnosos labios y un culo que bueno, mejor ni hablo, solo voy a decir que como puede ser que unos pantalones de mierda del uniforme le queden tan sexy's. Si él tiene la poca vergüenza de quedarse mirándome de esa forma tan descarada mientras trabajo yo también tengo el derecho de ser un poco sinvergüenza.

Porque sí, noto como me mira cada vez que entro con una caja en la mano, el pequeño no lo intenta disimular mucho y eso me gusta. Me gusta tener su intención sobre mí.

Lo diferente de Martin es que con él no me apetece salir a tomar algo y pasar la noche juntos, que también, pero con él me apetece sentarme en un banco y contarnos nuestra vida, salir de cita a algún restaurante e invitarle, hacerle cumplidos y regalos sin que parezca un acosador. En conclusión, me gusta Martin, pero por mi miedo no me atrevía a tirar del carro. Ahora quiero intentarlo, quiero conocerle, pero para ello debo saber si el sentimiento es mutuo o solo es atracción sexual, un montón de atracción sexual.

Al ayudarle a cambiar el barril el lunes me di cuenta de como podía acercarme a él poco a poco. Quiero que se fije en mí por mi mayor cualidad y esa es ayudar a la gente. Voy a ayudarle en todo lo que necesite sin que tenga que pedírmelo. También he notado que el contacto físico no parece desagradarle y para mí lo es todo. Quiero enamorarme de Martin y que él se enamore de mí.

Martin

Como cada miércoles debo entrar un poco antes para pagarle a Antonio, el señor que nos trae los periódicos. Intento llegar antes que él para no hacerle esperar, pero siempre me paso de temprano. Pero ahora mismo me preocupa otra cosa aparte de las pocas horas que he dormido. Mis compañeras del turno de noche, Paula, María y Fernanda, me habían dejado el bar sin limpiar. Solían hacer estas cosas, dejarme para mí todo el trabajo de la noche para cuando abra, pero esta vez se habían pasado. Había chocolate por las blancas paredes, por la altura donde llegaba parecía que se les había explotado un coulant al sacarlo del microondas y ni se habían molestado en limpiarlo. Además de que todas las mesas y el suelo estaban pegajosos. Me había quejado algunas veces a Carmen, pero ella no podía hacer nada, no las podía echar a las tres.

Después de pensarlo un rato decido que lo mejor es abrir más tarde hoy, primero debo tener todo el bar limpio. Cojo todo lo que necesito del almacén y enciendo la radio para empezar a limpiar el suelo, ya que si viene Juanjo más tarde no podré fregar o podría resbalarse. Unos minutos después el suelo ya está limpio y seco y sigo limpiando las mesas y recogiendo platos. Pasan unas dos horas en total cuando solo me queda limpiar y ordenar la barra y las paredes.

Oigo unos golpes en la puerta y veo como detrás de ella se asoma el chico más guapo del mundo, es decir, Juanjo. Me doy prisa para girar las llaves y le abro la puerta de par en par para facilitarle el trabajo.

- ¿Tenéis cerrado hoy?-

- No, es que he tenido que limpiar todo el bar y aún no he acabado.-

Le dejo pasar y cuando pasa por mi lado me despeina un poco como saludo, ya es costumbre. Dejo que siga con su trabajo yendo a continuar con el mío y muy a mi pesar, no puedo observarle trabajar hoy, necesito tener la barra lista ya de ya.

Unos veinte minutos después solo me queda quitar las manchas de la pared, pero se me complica al tener la escalera de mano rota y las manchas muy arriba.

- Vale, por hoy ya está. Tienes lo que te faltaba del lunes más...- Juanjo se calla al mirar donde estaba yo mirando. Parece entender mi problema y el porqué de mis cejas enfurruñadas.

- ¿No tienes escalera?-

- Rota- Me paso las manos por la cara en señal de frustración. Estoy tan metido en mi agobio que no noto que Juanjo se había movido hasta que vuelvo a notar esas grandes manos haciendo presión en mi cintura.

- Confía en mí, no te asustes.- me lo dijo en un susurro muy cerca de mi oído. Me quedo paralizado. Nunca había sentido una sensación como esta, si me hablase así cada día no me molestaría en absoluto.

Noto como me agarra más fuerte y termina por levantarme del suelo. Me sienta en uno de sus hombros y aun sin soltarme se acerca a la pared. Me pasa el trapo con lejía para que pueda limpiar las manchas y me doy prisa para no hacerle daño.

- Puedes tomártelo con calma eh, no voy a soltarte.- Paro un momento y miro hacia abajo, él ya me estaba mirando.

- ¿No te peso?-

- Que vas a pesarme si mi trabajo es repartir cajas que pesan más que tú. Limpia tranquilo y tómate tu tiempo.- Su afirmación me relaja y me esmero más es quitar las manchas a la vez que disfruto de su contacto. - Además, tengo bonitas vistas.- Si este hombre quería jugar a ver quien era más sin vergüenza tenía todas las de perder. Miro hacia abajo con una ceja alzada y veo que sonríe satisfecho.

- La verdad es que yo ahora también.- Suelta una sonora carcajada y yo termino de quitar la mancha. Al acabar lo miro para que me baje y me hace caso volviendo a hacer presión sobre mi cintura.

- Gracias por tu ayuda.- Al tener los pies en el suelo me giro para tenerlo de frente y sonreírle.

- No hay de que bonito, nos vemos el viernes.- Y con su ya habitual despedida, me despeina un poco y sale de detrás de la barra para coger sus cosas e irse.

No puedo parar de pensar en él en todo el día y al llegar al piso no tardo en reunir a las chicas y contarle nuestro encuentro.

Solo deseo que llegue el viernes para volver a verle.

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