¿Nos vamos?

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Martin

No sé cómo explicaros como me siento ahora mismo. Si tuviera que resumíroslo diría que tengo el corazón lleno. El calor del cuerpo de Juanjo sobre mi pecho y sus caricias por el costado de mi cintura me vuelven completamente loco de amor.

Hace unos quince minutos que nos hemos despertado abrazados, con las piernas enredadas una con la otra. No hemos dicho nada, afuera sigue lloviendo, por lo tanto, tenemos tiempo de sobra para disfrutar de nosotros.

La extraña postura en la que estamos es sorprendentemente cómoda. Yo estoy tumbado mirando hacia arriba, con las piernas flexionadas y Juanjo está en medio de estas con un brazo abrazándome la cintura y como ya había mencionado, dándome caricias en esta.

Pasan unos cinco minutos más cuando Juanjo empieza a moverse hasta hacernos rodar sobre el colchón, quedando yo a horcajadas encima de él.

- Buenos días, precioso.-

- Buenos días, Juanji- Y como si ya fuera costumbre se acerca a mi rostro para darme un piquito en los labios. - Qué beso más corto, no me ha gustado, repítelo-

- Serás sin vergüenza. No nos hemos lavado los dientes, cuando lleguemos al piso de alguno de los dos te doy t


- ¿Me lo prometes?-

- Te lo prometo.-

...

Nos pasamos todo el finde encerrados en mi apartamento. Desayunamos en la cafetería y cuando vimos que el viento disminuía un poco salimos corriendo hacia el piso. Nos duchamos, por separado, por insistencia de Juanjo y no nos movimos del sofá hasta el domingo por la mañana que Juanjo debía ir a seguir estudiando. Nos pusimos al día con La Mesías, nuestra serie y vimos algunas películas que el contrario no había visto. Jugamos a juegos de mesa descubriendo que nos encanta picarnos entre nosotros y cocinamos dulces con lo que encontramos por la despensa. Y nos besamos, nos besamos mucho, porque ahora que nos hemos probado no podemos vivir sin el sabor del otro.

Estar con Juanjo es como meterte debajo del edredón en pleno invierno. Es comodidad, felicidad y el calorcillo en el corazón que se nota cada vez que pienso en él es lo que me confirma que me he enamorado de él.

Puede que hayamos ido un poco rápido, pero la conexión entre nosotros es tan fuerte que el tiempo se queda pequeño en comparación a nuestro amor.

Hoy lunes, debo cubrir el turno de tarde de Marcos y Paula, ya que durante esta mini cuarentena se han enfermado y como aún no se han retomado las clases debo quedarme todo el día en la cafetería. Y diréis ¿No te molesta tener que cubrir siempre los turnos? Pues un poco la verdad, pero ahora solo puedo pensar en Juanjo y sus grandes manos sujetando mi parte trasera de los muslos.

Porque sí, hacía un rato que había llegado con el cargamento de hoy y como no había ni clientes ni prisa nos hemos escondido en el almacén para tener un rato a solas. Al pasar por la puerta me ha girado para quedar en frente y me ha agarrado de los muslos para alzarme del suelo.

Cinco minutos después aquí seguimos. Yo estoy sentado encima de un montón de cajas, quedando a la altura del mayor, mientras mis manos le acarician la parte rapada de la nuca y él está de pie muy concentrado en el beso que hace varios minutos que compartimos. Por mi descripción inicial puede parecer un beso desesperado y rápido, pero es todo lo contrario, un beso lento y gustoso que los dos necesitábamos para empezar el día.

No es hasta que suena el timbre de que la puerta ha sido abierta que no nos separamos. Bajo de la caja a toda velocidad y me peino un poco antes de dejar un pico en los labios de Juanjo y salir a atender al intruso.

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