Mal día

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Martin

El día de ayer fue muy ajetreado, tanto por el día como por la noche, muy raro estando a jueves. Tuve que saltarme algunas clases para hacer extras por la tarde en el bar y por culpa del cansancio hoy me he quedado dormido.

Al abrir el bar ya había algunos clientes habituales esperando afuera para obtener su café y también había una pila de vasos y platos sucios que mis encantadoras compañeras me habían dejado anoche. Ignorando el desorden me dispongo a preparar los pedidos de mis clientes para que puedan marcharse a trabajar.

Cuando ya llevo unos cinco o seis clientes veo como Juanjo entra por la puerta con la primera caja de hoy. Al verme ocupado me guiña un ojo y sigue con su trabajo. Al ser viernes la gente parece tener más prisas y por ello debo sacar la energía que no tengo para tenerlo todo preparado. Algunos clientes me hablan borde o me hacen darme prisa y eso solo me ayuda a aumentar el nudo en mi garganta.

Veinte minutos después ya vuelvo a tener el bar completamente vacío y me permito respirar un poco. Con calma empiezo a limpiar el desorden de la barra y a fregar la vajilla del día anterior. Juanjo sigue descargando. Se ve tan guapo. Hoy lleva una gorra del revés blanca que le marca aún más las facciones de la cara y su uniforme del trabajo. Me quedo tan pendiente de él que seguro que se ha dado cuenta de lo descarado que estoy siendo. No puedo dejar de mirarle hasta que noto un fuerte arañazo en la palma de mi mano. Miro hacia abajo y veo como al fondo del fregadero había una copa rota. Habían roto una copa y no habían sido capaces de recogerla. Hasta aquí ha llegado mi frustración, esto era la gota que ha colmado el vaso. El agobio que llevaba sintiendo toda la mañana sale en forma de lágrimas. Sin importarme el charco de sangre que estoy dejando me dejo caer hacia atrás apoyando la espalda en la barra y con la mano limpia me tapo la cara para retener mis lágrimas.

No sé cuanto tiempo pasa, pero vuelvo a la realidad al notar una mano posándose en mi mejilla y acariciarla con cariño.

- Eh, Martin ¿Qué pasa?- Aún no levanto la cabeza ni quito mi mano de mi cara, pero parece que se da cuenta al instante del horrible corte que tengo en la otra mano.- Mierda, ven.- Con una de sus manos me coge de la muñeca herida y la otra la posa en mi cintura para girarme hacia el fregadero. Abre el grifo y deja que el agua corra sobre el corte para eliminar los rastros de sangre.- Quédate así, ahora vuelvo.- Lo veo marcharse hacia el almacén y volver con el botiquín. Lo abre y al ver que tiene todo lo necesario apaga el grifo y me seca la mano y los alrededores del corte con una servilleta.- Ven, vamos a sentarnos mejor.- Nos acercamos a los taburetes de la barra y nos sentamos uno en frente del otro.- Esto va a doler un poco.- Dicho esto, deja caer unas gotas de betadine encima del corte que me hacen temblar.

-Mierda.-

- Perdón, pero si no lo aplico no se te va a cerrar el corte.- Levanta la cabeza para mirarme a los ojos, unos ojos de cachorrito preocupado.

- Tranquilo, te lo agradezco, pero arde un poco.- Me regala una última sonrisa antes de empezar a vendar mi mano. Lo hace con sumo cuidado, muy concentrado en que no me apriete demasiado o quede demasiado suelto.

- Mejor si usas guantes para no mojar la venda y proteger más el corte.- Una vez ya ha acabado me vuelve a mirar a los ojos sin soltar mi mano.

- Muchas gracias por todo Juanjo, no tenías por qué.-

- No agradezcas nada, es un placer ayudarte.- Qué sonrisa dios mío.- Te encuentras mejor?-

- Si si, tranquilo, estaba frustrado y hacerme el corte ha sido lo que necesitaba para explotar.-

- Ya he visto que tenías muchos clientes mientras descargaba, algunos muy desagradables la verdad.-

- Si y no solo eso, ayer hice horas extras y solo pude asistir a mis clases prácticas, al estar tan cansado me he quedado dormido y al llegar aquí estaba lleno de gente y la barra llena de mierda.- No sé por qué le estoy contando esto, seguro quiere irse y yo le estoy entreteniendo, qué vergüenza.

- Sé cómo se siente tener un día de estos en los que todo va en tu contra, ya verás que de un momento a otro algo hará cambiar el rumbo de tu día, no te preocupes.- No puedo contestar si me está mirando así de bonito. Solo me dedico a acercarme a él y abrazarle para agradecerle todo lo que ha hecho por mí esta última semana. El abrazo es correspondido al segundo y me permito esconder mi cabeza en su cuello para estar más cerca de él.

El sonido de la puerta abriéndose nos hace volver a la realidad. Poco a poco vamos deshaciendo el abrazo para regalarnos una última sonrisa.

- Hasta el lunes Juanjo, gracias por todo. Pasa un buen finde.-

- Igualmente bonito, hasta el lunes.-

Y finalmente lo veo salir por la puerta del establecimiento y subiéndose al camión para irse.

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Me queda una hora para acabar mi turno y el día ha mejorado un poco desde la charla con Juanjo. Estoy metido en la cocina preparando unas raciones de tartas cuando oigo a Marcos, mi compañero de trabajo, llegar para empezar su turno gritando mi nombre.

- ¿Qué pasa?.-

- El repartidor me ha dado esto para ti, no dice quien te lo envía.-

En sus manos sostiene una rosa roja con una nota enganchada.

"No te mereces tener un día malo, espero que esto ayude a cambiar el rumbo de tu día. Nos vemos el lunes bonito

-J"

La espera al lunes se va a hacer eterna.

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