La tranquilidad del puerto de Azur Lane proporcionaba un breve respiro tras los intensos combates. Los días se llenaron de reparaciones y planificación, pero también de momentos de camaradería y descanso. Para Nathan, Hornet y Prinz Eugen, estos momentos se convirtieron en oportunidades para fortalecer sus vínculos.
Una noche, después de un largo día de trabajo, Nathan recibió una invitación inesperada. Prinz Eugen y Hornet lo esperaban en la cubierta del USS Leviathan, que había sido decorada con luces suaves y una mesa improvisada con comida.
—¡Sorpresa! —exclamó Hornet con una sonrisa radiante, levantando una copa.
—Pensamos que necesitábamos un momento para relajarnos y disfrutar de la compañía —agregó Prinz Eugen, su mirada cálida y amable.
Nathan, sorprendido pero agradecido, se unió a ellas en la mesa. El ambiente relajado y la brisa marina creaban un escenario perfecto para olvidar momentáneamente las preocupaciones de la guerra.
—Esto es maravilloso. Gracias, chicas —dijo Nathan, alzando su copa.
—¡Por nosotros! —dijo Hornet, chocando su copa con las de Nathan y Eugen.
La conversación fluyó con facilidad. Hablaron de sus experiencias pasadas, sus sueños y esperanzas. Hornet compartió historias de sus días como portadora de aviones, mientras que Prinz Eugen relataba anécdotas de sus travesías y combates. Nathan, por su parte, habló de su vida antes de la guerra y de su hermano Ryujin.
—Siempre me pregunto qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes con Ryujin —dijo Nathan, su voz teñida de melancolía.
—Lo importante es que ahora tienes a personas que te apoyan, que están a tu lado —dijo Eugen, tomando suavemente la mano de Nathan.
Hornet asintió, su expresión seria. —Estamos aquí para ti, Nathan. No estás solo en esto.
Nathan se sintió reconfortado por sus palabras. La noche continuó con risas y momentos de reflexión. A medida que la luna se alzaba en el cielo, Nathan se dio cuenta de cuánto significaban Hornet y Eugen para él. Eran más que aliadas; eran sus amigas, sus confidentes.
—Debemos hacer esto más seguido —dijo Hornet, estirándose perezosamente. —Es bueno recordar por qué luchamos.
—Estoy de acuerdo —respondió Eugen, sonriendo. —Momentos como estos son los que nos dan la fuerza para seguir adelante.
La noche avanzó, y finalmente decidieron retirarse. Mientras caminaban hacia sus camarotes, Nathan se detuvo y miró a ambas con una sonrisa sincera.
—Gracias por esto. Realmente lo necesitaba.
Hornet y Eugen se acercaron y lo abrazaron.
—Estamos en esto juntos, Nathan —dijo Hornet suavemente.
—Siempre —agregó Eugen.
A medida que se separaban para descansar, Nathan sintió una nueva determinación crecer dentro de él. Sabía que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendría a Hornet y Eugen a su lado. Y con ellas, estaba listo para enfrentar cualquier desafío.
El amanecer trajo consigo nuevas esperanzas y desafíos. Pero esa noche, en la cubierta del USS Leviathan, Nathan encontró un respiro en la tormenta, un momento de paz y amistad que atesoraría en su corazón.