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Mattheo estaba en la enfermería, se había lesionado por un partido de Quidditch o algo así, al menos es lo que se rumoreaba por el castillo, tampoco era la chismosa de Hogwarts.
–Necesitas algo?— dijo desde su Camilla con desden, notó que lo miraba desde mi lugar. Yo por mi parte solo había tenido un desmayo por el estres.
—¿por qué estás aquí?— traté de romper la tensión.
—No lo sabes? —levanto una ceja y bufó incrédulo.
—No— mentí.
—tuve un accidente antes de mi último partdio de Quidditch, caí de mi escoba y bueno... —suspiró— aquí estoy.
Asentí lentamente mientras lo escuchaba.
—¿y tú? Por qué estás aquí? —preguntó con su voz más relajada.
Sentí vergüenza por mi misma.
–tuve una pelea— mentí.
—ah si? —rió incrédulo— y con quien.
Mi miraba radiaba nervios.
—Con Adriana Thomas. —dije casi sin dudarlo, Adriana era una chica que me caía mal, entonces fue la primera persona que se me vino a la mente.
—Adriana la de quinto? — me miró incrédulo y hasta había un cierto ápice de burla en su voz.
—Si— dije segura.
—y como quedo ella?
—muy mal.
—y por qué no está aquí?— dijo con una sonrisa traviesa y confiada en su rostro.
—Quedo tan mal que la llevaron a un hospital real— dije convencida.
Se levantó de su Camilla y se acercó a mi.
—Estas jugando conmigo? — la sonrisa de su rostro desapareció siendo remplazada por una expresión seria.
—...No...— traté de sonar convencida
Tomo mi barbilla con sus manos y levantó mi rostro.
—mírame cuando te hablo— su voz era ronca y hablaba casi susurrando.
Trague en seco y traté de aguantarle la mirada. Mi corazón latía rápido, no sabía si era por el posible miedo o por las ganas que le estaba teniendo.
—por qué no me temes?
Era obligatorio tenerle miedo?
—¿quieres que te tenga miedo? — murmure.
—Si...— soltó una sonrisa Traviesa.
—Creo que ya es demasiado tarde para esa petición— mi voz era suave y lenta.
Puse mis manos en su pecho mientras sonreía de lado.
El me acerco más a el, casi chocando nuestros cuerpos.
—Te voy a quitar esa sonrisa— susurro en mi oído y luego rozo su nariz por mi cuello.
Solté un jadeo al sentir su nariz fría.
—Así que eres bastante sensible al tacto...— su voz desató una oleada de sensaciones en mi.
Comenzó a dejar besos cortos por mi cuello, bajando hasta, mis hombros y clavícula. Pasó sus manos por debajo de mi blusa para acariciar mi costado mientras sus labios explotaban mi piel.
—Matt... —su mano llegó al borde de mi brasier, acariciando por debajo con una mano mientras con otra lo desabrochaba.
—¿Si?— su rostro subió un poco para encontrarse con el mío.
—No pares... —tenía la voz jadeante.
—Ten por seguro que no lo haré— Sonrió con orgullo.
Sus manos levantaron mi blusa y me la quito al igual que el brasier, dejando mi pecho desnudo frente a el.
—Estas preciosa...— murmuró antes de volver a besar mi cuello en una línea de besos que llegaban desde el cuello hasta el pezón. Lamiendo con cuidado a su alrededor y succionado en repetidas ocasiones, haciendo que mi espalda se arqueara al sentir su lengua sobre mi piel.
Mis manos acariciaban su nuca mientras que mi boca liberaba jadeos entre cortados. Se separo y subió uniendo nuestros labios en un beso desesperado y lleno de urgencia mis manos llegaron al borde de su camisa, la retire con urgencia al igual que el cuando tiro de mi pantalón, aferrándose a mis muslos y pasando su mano por mi cadera hasta llegar a mi trasero.
Me separé un poco para tomar aire.
Sentía los labios un poco hinchados tras el beso, el me miraba con urgencia y oscuridad en sus ojos.
Sus manos se deslizaron hasta el borde de mis bragas, trazando la delgada línea. Y comenzando a dejar besos por mi cuello bajo de a poco mis bragas dejando a la vista mi intimidad, su mano bajo desde mi pecho hasta mi centro en círculos lentos, movimientos que solo me estremecieron más. Mis piernas se contraian y mi centro palpitaba por sus movimientos constantes. Solté gemidos constantes, al nivel de sus movimientos. Mientras el seguía besando mi cuello y dejando marcas por el.
Se separo y bajo su pantalón con todo y su bóxer dejándome apreciar su creciente ereccion. Volviendo a unir nuestras bocas en un beso lento que se vuelve cada vez más rápido y desenfrenado. Su ereccion haciendo presión en mi estómago. Me toma por la cintura y me levanta, acostándome en una camilla Para después colocarse encima de mi apoyándose sobre sus codos para no dejar todo su peso sobre mi. Introduce su ereccion en mi centro y comienza a moverse lentamente sobre mi, el silencio de la enfermería resuena en el sonido de nuestras pieles chocando. Mis gemidos son lentos y largos, mis manos s abrazan su espalda para darme soporte. Pasa mis piernas por encima de sus hombros para tener más acceso y comienza a moverse más rápido y más fuerte.
—Mattheo..— gemi en un hilo de voz.
Los movimientos se hicieron más rápidos, dificultando mi capacidad de recibir oxígeno, y haciendo de mis gemidos pasarán a ser más urgentes y desesperados. Era una tortura sentir el extasis más grande de mi vida, aún así rogaba por más, quería más. Mis manos se enredaron en su cabello mientras el besaba mis labios de vez en cuando. Haciendo que mi cuerpo solo lo necesitará más. Los hormigueos interiores estaban por encima de toda sensación que hubiera podido sentir antes. Pude sentir cuando su cuerpo llegó al punto final de la batalla que acababa de liberar dentro de mi. Me sentía exhausta y apenas recuperaba mis sentidos cuando se separo y acostó a un lado de mi analizando mi expresión. Soltó una sonrisa y movió un mechón de mi cabello.
—¿Estas bien?— interrogó al verme callada.
—Si— asentí recuperando la estabilidad de mi respiración y los latidos de mi corazón.