Estaba llorando, otra vez.
Oculta en los baños de los prefectos Pansy estaba sentada sobre el suelo, con los codos en las rodillas y las manos sobre el rostro.
Supe que escuchó mis pasos cuando alzo el rostro en busca de alguien.—¿Qué quieres?— dice con desden, tratando de ocultar su voz temblorosa.
—¿Estas bien?— me agache un poco y coloque mi mano en su hombro.
Soltó una leve risa irónica.
—No, no estoy bien, pero a ti que te importa.—Apartó mi mano de su hombro.
—Vamos Pansy, somos amigas— puse mi mano en mi rodilla cuando me inque en el suelo para estar a su altura.— deja de cerrarte...
—Solo...— se encogió de hombros y se recargo en la taza del baño— No estoy cerrada y tu no me vas a decir que hacer — dijo volviendo a su postura.
—Vamos... ¿Fue Draco?— Pregunte con un tono suavizado y más comprensivo
—Solo estaba pensando, ¿si?— limpio los rastros de lágrimas con la manga de su túnica.
—Si fue él, verdad? — hable con cuidado.
—Siempre es el. —susurró antes de suspirar y volver a cubrir su rostro con sus manos.
—Es un idiota... — un gesto de resentimiento aparecio en mi rostro.
—Lo sé... pero lo amo— deslizó sus manos hasta sus rodillas, dejando ver su rostro con lágrimas otra vez.
Con cuidado coloque mi mano otra vez en su hombro, acariciándolo con cuidado.
—Ya no llores Pansy, el no merece ni una lágrima más de esos hermosos ojos verdes— con mi pulgar limpie una lágrima que bajaba por su mejilla.
Un diminuto rubor apareció en su rostro.
—Por qué siempre eres tan linda...— su rostro mostró una sonrisa llena de melancolía y yo imité su acción.
—Ahora debo admitir que me siento un poco mal por él — levantó una ceja— digo, si dejara ir a una chica tan linda como tu, me sentiría como un idiota..
—Basta Daph... —Susurró antes de soltar un suspiro de sus labios que permanecían algo hinchados y que me estaban tentando demasiado.
Acaricie su mejilla con mi pulgar en círculos suaves.
—Vamos Pansy... deberías dejarlo... de una vez por todas.
Frunció el ceño un poco, mirándome.
—Es que sé que debería terminar con él. Solo que, yo...— se quedó callada un momento pensando antes de volver a hablar— Me... me cuesta dejarlo. Por mucho que me haga mal.— murmuró, volviendo a apoyar la cabeza en la taza del inodoro.