𝑇𝑂𝑀 𝑀. 𝑅𝑌𝐷𝐷𝐿𝐸

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La biblioteca de Hogwarts estaba sola, los partidos de Quidditch se llevaban a cabo y la mayoría de estudiantes acudían para apoyar a sus casas

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La biblioteca de Hogwarts estaba sola, los partidos de Quidditch se llevaban a cabo y la mayoría de estudiantes acudían para apoyar a sus casas. Agradeciendo aquel silencio y soledad para así aprovechar el tiempo y poder estudiar. Por los pasillos hice sonar la madera con mis zapatos mientras daba cada paso...
Cuando estuve cerca de él libro que necesitaba escuche otros pasos, más fuertes pero también lentos.
Deje de escucharlos por un momento, hasta que sentí su mirada detrás de mi.
Me sobre salte y casi grito.

—Qué te pasa...— apenas recuperaba mi aliento.

—Solo buscaba un libro— dijo en un tono seco y frío.

No dije nada, solo me quedé ahí parada observándolo hacía arriba.

—Pensé que estarías apoyando a las serpientes— dijo burlón.

—y tú a los leones— escupí con sarcasmo.

Rodó los ojos y me golpeó suavemente la espalda con un libro.

—Creo que no hemos tenido tiempo para distraernos últimamente...— dijo de nuevo con su voz helada, pero esta vez más baja.

—No... creo que no...

acarició mi brazo de arriba a abajo con el pulgar.

—Tal vez no aguante hasta llegar a las mazmorras...— su tono se volvió seductor y más ronco.

Mi cuerpo no tardó en recordar cada sensación de su cuerpo enredado con el mío.
Su mano se deslizó a mi cintura y la otra a mi cuello. Ambos lo necesitabamos.
Su mano bajó más, llegando a mis muslos para comenzar a acariciarlos en círculos lentos.

Se acercó a mi oído y susurro en un tono necesitado, en un tono que solo conocía yo.

—Te necesito Daph...

Mis ojos buscaron los suyos, llenos de anhelo y deseo. Los suyos eran oscuros, sumidos en la necesidad y el dominio.

Acaricie su cabello con una mano, lentamente, mientras que la otra estaba en el costado de su rostro, acercandolo a mí.

Nuestros labios se rozaban y nuestras narices se acariciaban, el contacto era lento y placentero, como si no quisieramos perder algún detalle del otro. Abrí los ojos y me encontré con los suyos que me miraban como estudiandome.
Los volví a cerrar, pero esta vez lo besé, lentamente mientras pasaba sus manos por debajo de mi blusa con lentitud, y yo me permitia disfruta cada roce sus manos frías sobre mi piel caliente.
Deslizó un tirante por mis hombros y brazos  deshaciendose de mi ropa, poco a poco  dejándome solo en bragas de encaje blanco. Me observó desde abajo, pues en un movimiento  tomó mis piernas y las levanto con facilidad, pasandolas por su costado. Mi mundo daba vueltas con cada roce de sus manos en mi piel dejándome marcadas las líneas de sus anillos, con cada caricia y cada beso que me hacía elevar un poco más mi pulso.

𝑺𝑳𝒀𝑻𝑯𝑬𝑹𝑰𝑵 𝑩𝑶𝒀𝑺. 𝒐𝒏𝒆 𝒔𝒉𝒐𝒕𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora