Capítulo 3: Ave de mal augurio

22 6 22
                                    

Por su parte, el vampiro había conseguido un baño público cercano para lavar su herida. Aún ardía, pero al menos el sangrado había parado tras dejar la mejilla sumergida unos segundos en el agua. Podía sentir como su piel seguía abierta y oler ese típico olor a carne achicharrada, era nauseabundo. Por más incómodo que fuese, sonreía divertido de ese irónico encuentro.

–Debe ser una excelente institución si sus estudiantes están tan preparados para defenderse de las criaturas de sus estudios...–comentó irónicamente.

Aun la herida dolía cuando intentaba secarla con su pañuelo. Metió su mano en el interior de su bata sacando así un tubo de ensayo con un líquido oscuro dentro. –"Por eso siempre hay que salir con alguna clase de golosina..."–pensó antes de tragar todo el contenido de un solo golpe.

Aquel líquido que no era otra cosa más que sangre ayudó a cerrar la herida en menos de un minuto. No podía revisarla por su propia cuenta, no tenía reflejo, pero al deslizar sus dedos por su piel pudo sentir como ésta ya estaba tan lisa como el mármol. Lo menos que quería era presentarse ante el director de la institución con una fea herida abierta.

Al darle un vistazo a su reloj de pulsera notó que ya se estaba haciendo tarde. El plan era simple. La institución celebraría la graduación de su primera promoción de estudiantes, el debía proponerle una generosa oferta de trabajo a un científico calificado de dicho instituto, o en el mejor de los casos algún estudiante, además, el director también había prometido dar un recorrido por el plantel y compartir sus más recientes hallazgos en el estudio de los vampiros de la ciudad, la misión era simple. Prácticamente se trataba de afianzar la alianza entre ambos centros.

–Un centro dirigido por vampiros que tiene que viajar al otro lado del mundo para contratar a un científico experto en vampiros para que los estudie, habrase visto semejante locura...–comentó justo antes de salir.

Posó sus lentes de sol sobre el puente de su nariz, así no solo protegía sus ojos de las destellantes luces de neón de la ciudad sino además dejaba en resguardo sus peculiares iris desiguales que tanto distraían la atención de la gente que lo miraba.

Ella por su parte llevaba rato en el edificio. Una hermosa edificación moderna con amplios ventanales polarizados que servían para solo dejar entrar la luz necesaria a sus pasillos de paredes íntegramente blancas, de cemento pulido y ladrillos grises y negros que daban un aspecto tanto rustico como sobrio, de pisos de porcelanato blanco inmaculado que lograba reflejar los pasos de aquellos que caminaran sobre estos. Las escaleras eran acompañadas de balcones por los cuales entraba una generosa brisa, lo que mantenía al edificio fresco permanentemente. Los salones, laboratorios de cubículos con paredes de vidrio reflectivo que impedía ver del interior hacia el exterior. Todos estos detalles conservados con el propósito de mantenerse aislados durante el estudio de los especímenes.

No pudo dejar de sentir un escalofrío al recordar el tiempo que pasó por cada pasillo. Aquellas oportunidades donde pudo sedar, coger el escalpelo, hacer la incisión y hasta diseccionar a los especímenes. Todo aquello quedaría habitando sus recuerdos para siempre, sintió entonces un nudo en la garganta al comprender que no volvería a ver ese segundo hogar. Esa era la primera vez que entraba sin su uniforme o sin sus libros de texto, además. Debía ser rápida, pero al mismo tiempo cauta de no llamar la atención de nadie.

Llegando hasta la zona de los lockers se apresuró a abrir el suyo. Antes de irse había recordado sacarle una copia a la llave, en éste se hallaban sus cosas, al menos algunas pocas que aún no había buscado desde su retiro del plantel. Sus manos sudaban por lo que las llaves se deslizaron cayendo al suelo, además, estaba tan nerviosa que sentía que encajarla en el cerrojo era como meterle un hilo al ojo de una aguja.

Bloodmask: La logia de los niños de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora