Advertencia: Este capitulo puede tener contenido que puede resultar ofensivo para cierto tipo de público. Esta es una historia ficticia que no busca romantizar ni normalizar los actos de violencia verbal. Si eres ese tipo de público (de cristal), recomiendo no seguir leyendo.
Sintió un golpe gélido en su pecho. De solo pensar de quien se trataban esas largas y frías manos que cubrieron sus labios y le impedían correr. Un millar de pensamientos pasaron por su mente, cada uno peor que el otro. "¡No por favor! ¡Todo menos aquel camerino!" repetía con sus ojos cerrados.
—¿Cuál camerino?—oyó mencionar una voz que ya conocía, lamentablemente. Había leído sus pensamientos.
Al abrir sus ojos, estaba ahí, parado frente a ella, ya no era su reflejo lo que veían sus ojos, sino su misma figura masculina alta y delgada de siempre, con una expresión de confusión y cubriendo su nariz con su mano.
—¡El gas!—mencionó recordando por qué buscaba la salida en primer lugar— Es acetileno, ¡debemos salir de aquí en cuanto antes!
—Esos miserables, seguro planean drogarnos para terminar de extraernos la sangre a todos...—Dicho esto, haló del brazo de la japonesa.
Ambos atravesaron por un pasillo oscuro, llegando a lo que parecía ser una salida de emergencia. Le extrañaba lo bastante bien que el vampiro conocía aquel viejo edificio. Al abrirla, efectivamente habían dado con la salida, y en esta, una escalera metálica que daba con el callejón trasero del edificio. La japonesa exhaló, dejando salir el aire retenido en sus pulmones durante el camino hasta la salida. El vampiro por su parte, no dudó saltar la escalera hasta caer sin ningún rasguño, dejando a la chica impresionada por un breve segundo, sintiéndose tonta de olvidar sus habilidades sobrehumanas. Por su lado no le quedó de otra que bajar a pie lo más rápido que pudo.
Si el causante de aquella fuga de gas se había inspirado de su acto en el instituto japones, entonces pronto sus cuerpos quedarían bajo los escombros.
—¿Que sucede? ¿Te dan miedo las alturas? —inquirió con ironía tras ver como la chica había bajado cada escalón hasta su posición.
Solo se limitó a fruncir su ceño, ignorando la pregunta. Aunque las alturas nunca le habían dado ninguna clase de problemas, tirarse de un tercer piso sin ningún tipo de preparación no sonaba como una buena idea, ni siquiera en los casos más desesperados lo habría pensado. A diferencia de él, quien ni siquiera mostraba ningún rasguño o torcedura. Si hubiese intentado tirarse desde unos diez escalones lo más probables es que se hubiese doblado un tobillo, o directamente la habría hecho besar el suelo.
Pensándolo bien y viéndolo con detenimiento, ciertamente le parecía increíble la capacidad de regeneración de esas criaturas. Hace menos de una hora pudo verlo tirado en el suelo con un puñal en su pecho, con su brazo mutilado, y su cráneo fracturado contra el suelo, y ahora, se veía prácticamente impecable, incluso su ropa seguía igual de blanca que cuando habían entrado. Con la única diferencia de que en el centro de su pecho, su camiseta estaba rota, producto de las veces que fue apuñalado por el cuchillo de Abadon.
Del resto, su cuerpo se veía perfectamente normal, incluyendo su brazo, el cual había sido arrancado. De hecho, fijándose con un poco más de atención, el cuerpo del vampiro no era tan delgado como aparentaba de lejos. Aunque sus rasgos si eran finos y su contextura delgada, su espalda era ancha y sus brazos, aunque no eran demasiado prominentes, si tenía los músculos marcados, su cuerpo era más bien atlético, pero... ¿Por qué un médico tendría músculos definidos?
—¿Ya extrañas verte a ti misma todo el rato?—comentó sacándola de sus pensamientos.
La japonesa parpadeó viéndose descubierta, no obstante, antes de que le diera tiempo de inventar una excusa, un silbido cercano los hizo voltear a ambos. A la salida del callejón, se encontraba un motociclista con su casco puesto y una cola de caballo que le caía por el hombro hasta su cintura. Alexander, evidentemente.
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Bloodmask: La logia de los niños de la noche
VampireViena, en un reciente pasado, ya nada es lo que solía ser. El silencio de la incertidumbre azota las calles, así como criaturas que solamente rondaban en las peores pesadillas, hasta ahora. El centro de investigaciones Malkavein se verá en la obliga...