Un pequeño muchacho inteligente...

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Carlos De Vil apartó la vista del artefacto que estaba armando y le dedicó a la chica nueva una tímida sonrisa.
-Va a estar bien,Mal solo quiere estar sola.- Dijo.- Ella no es tan difícil como parece. Solo habla de grandes jugadas.

-¿De verdad? ¿Y tú?- Preguntó la princesa de cabello azúl.

-Yo no tengo una jugada,a menos que consideres el conseguir una paliza y/o ser empujado en medio de una jugada entonces podría decir que si. Pero en realidad no es tan entretenido,a menos que seas el que dé los golpes y los empujones.

Carlos volvió su atención hacia el lío de cables en frente de él. Era el más pequeño y el más joven de toda la clase, pero más inteligente que la mayoría de ellos. Carlos era un estudiante de
IA: Inclinación Avanzada (a la MALDAD). Era de esperarse, ya que la infame Cruella era su madre.

Su madre era tan notoria, incluso tenía su propia canción. Él la tarareaba en voz baja algunas veces. (¡Era muy pegadiza!) A veces lo hacía sólo para ponerla histérica. Por otra parte, no era tan difícil ponerla así. Los médico-brujos decían que Cruella estaba llena de pura furia metabólica. Carlos pensaba que era algo así como una Dieta de Rabia: sin carne al vapor, simplemente terror; sin tocino, solo rugido; sin pie de pera, solo cólera.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por su nueva compañera de asiento amigable.–Soy Evie ¿Cuál es tu nombre?– preguntó.

–Hola,Evie, soy Carlos De Vil–dijo.–Nos conocimos una vez hace tiempo, en tu fiesta de cumpleaños.– Él la había reconocido desde el minuto en que la vio pasar. Ella casi no había
cambiado, excepto que ahora era más alta.

–¡Oh! Lo siento,no recuerdo mucho de la fiesta... excepto el como terminó.

Carlos asintió.–Si. De todos modos, también soy tu vecino,yo vivo en la misma calle en Hell Hall.

–¿En serio?–Evue torció sus ojos hacia Carlos.–Pero, pensé que nadie vivía allí, excepto esa anciana loca y su...

–¡No lo digas!–Le espetó.

–¿Perro?– Dijo ella al mismo tiempo.

Carlos se estremeció.–Nosotros, no tenemos perros–dijo débilmente, sintiendo que su frente comenzaba a sudar de solo pensar en lo que había dicho Evie. Su madre le había dicho a los perros eran viciosos animales de carga, los animales más peligrosos y aterradores de la tierra.

–Pero...ella siempre está llamando a alguien su mascota, pensé que eras un d...

–¡Te lo dije! ¡No lo digas! –Advirtió Carlos.–Esa palabra es un detonante para mí.

Evie alzó sus manos.–Está bien,está bien.–Luego ella le guiño el ojo.–Pero ¿Cómo entras en la jaula por la noche?

Carlos sólo se miró.

Su primera clase era Egoísmo 101,o “Ego” para abreviar, impartido por la madre Gothel,quien se tomaba demasiados autorretratos con una vieja cámara Polaroid.

Las fotos cubrían toda el aula: Madre Gothel haciendo una cara de pato, Madre Gothel con ojos somnolientos como diciendo "así desperté", Madre Gothel con una pose de “serpiente”.

Pero la auténtica Madre Gothel,no se encontraba. Ella siempre se retrasaba por lo menos media hora y cuando por fin llegó,se molestaba en fastidiar a aquellos que llegaban más tarde que ella.–¿Acaso yo les he enseñado a estar a la moda y llegar fastidiosamente tarda a cada clase?–Prenguntaba a los que llegaban justo detrás de ella,dejando escapar un suspiro de exasperación y colapsando dramáticamente en su silla,con una mano abanicando cerca de su cara.

Descendientes: la Isla de los perdidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora